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Alzhéimer selectivo para Florentino

Claudia Morales

05 de marzo de 2015 - 10:28 p. m.

El lunes, mientras estaba al aire en La Luciérnaga e interactuaba en Twitter con nuestros oyentes, apareció en mi timeline la ministra de Comercio, Industria y Turismo, Cecilia Álvarez, en una foto en la que se ve muy feliz al lado de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, y el gran James Rodríguez.

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A James lo voy a sacar de entrada de este paseo. Para él, sólo cariño y admiración. Mi asunto tiene que ver con negocios, corrupción, intereses particulares y la falta de memoria y pudor.

Además de mover trillones de euros con su equipo de fútbol, Florentino es el presidente del grupo empresarial Actividades de Construcción y Servicios, S.A. (ACS). Con esa empresa, y como parte de un consorcio, en 2014 ganó dos obras de la llamada Cuarta Generación de Concesiones (4G): Conexión Pacífico 1, que conecta a Medellín con Camilo C, Bolombolo, en Antioquia, y tiene una inversión de $1,03 billones. Y el proyecto Mulaló-Loboguerrero en el Valle del Cauca, con una oferta por $947.000 millones. Dice la página del Ministerio de Transporte del 5 de diciembre del año pasado: “Con broche de oro se cerró la primera ola de concesiones de Cuarta Generación”, refiriéndose a la adjudicación de esta última obra a Florentino y sus amigos.

Eso no tendría ningún problema visto así, de refilón. Quienes no tienen memoria y no conocen nuestra bitácora de trampas, dirán que es noble que un millonario como Florentino invierta en este país. Pero no. Intenciones buenas no puede haber de parte de él y sus socios, ni de quienes en el Gobierno y la sociedad le han permitido a ese español seguir haciendo business. La razón es un espantoso escándalo que se llama Commsa.

El 24 de noviembre de 1997 el Invías, bajo el gobierno de Ernesto Samper, adjudicó a Commsa, un consorcio de empresas colombianas y españolas, la construcción de la troncal del Magdalena Medio por US$425 millones. Tres años después, Commsa había cambiado los diseños, había incumplido el contrato, había usado una póliza por cumplimento falsa y abandonó la obra. Ah, lo olvidaba: los miembros de la junta directiva se gastaron irregularmente los $20.000 millones que el Invías le había entregado al consorcio como anticipo.

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El ministro de Transporte, ya en el gobierno de Pastrana, Gustavo Canal, decretó la caducidad del contrato y denunció al consorcio, y con eso comenzó un pleito que dio lugar a multimillonarias demandas. Allí, en Commsa, estaba Florentino, cercano entre otros a Samper, Andrés Pastrana, Noemí Sanín, Juan Manuel Santos y el rey de España.

Al final, Florentino y sus amigos la sacaron barata: todo terminó en una condena por abuso de confianza, devolvieron el anticipo, y el Invías renunció a su derecho de cobrar multas por la caducidad del contrato y a hacer efectivo lo que debía ser el valor de la cláusula penal pecuniaria (US$139 millones).

Con los bolsillos de Florentino llenos de dinero y tantas buenas amistades, es normal que la gente sufra de una especie de alzhéimer selectivo. Pero, ministra Álvarez, ya que ustedes decidieron darle contratos a pesar de todo, lo mínimo que esperaríamos de usted y sus compañeros de gabinete, incluido el presidente, es algo de pudor. Nunca sobra. Y desde lo personal, espero que ojalá no estemos frente a un Commsa 2.

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