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‘Bullying’, cosa seria

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Claudia Morales
27 de noviembre de 2015 - 02:18 a. m.
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El bullying, o matoneo, es un maltrato sicológico y físico reiterado entre estudiantes que se prolonga en el tiempo. Es una condición sobre la que oímos a muchos padres y alumnos, amigos y desconocidos, quejarse con más frecuencia.

Empezamos a asumir el bullying con miedo y a buscar certezas cuando toca la puerta de nuestras casas, el cuerpo y la mente de nuestros hijos. Muchas veces no vale cuánto leamos si al final de cuentas no sufrimos la experiencia. Pasa con todo, con la muerte, las enfermedades o las quiebras económicas.

Hace unos días oí a una madre decir que a sus hijos los matonean porque “hablan el español con acento diferente”. Los niños nacieron en otro país y regresaron a Colombia hace pocos meses. Los agresores son estudiantes entre los seis y los ocho años y su manera de acorralar a esos menores es empujándolos, burlándose de su manera de hablar y rechazando los espacios de juegos con ellos.

Otra mamá vio llegar a su hija de seis años con un gran golpe en la espinilla y le preguntó por qué tenía ese morado, pero la menor decía que no recordaba qué le había pasado. Dos semanas después, la niña, llorando, contó que una compañera, también de seis años, le había dado una patada y en otra ocasión una cachetada. En esa conversación, contó la menor que esa compañera junto con otra le “dicen siempre cosas feas”, la gritan y, por supuesto, nunca juegan con ella. Esta niña agredida ha empezado a decir que no quiere volver al colegio, se levanta con fuertes dolores de estómago y vomita todas las mañanas.

Estos casos son de niños pequeños y pensar que no son graves es un error. Consulté a Yolanda Reyes, escritora y directora del jardín infantil Espantapájaros, si ese tipo de agresiones puede tomarse a la ligera y su respuesta fue: “En el bullying, el niño agredido es una víctima y el niño matón necesita ayuda. La obligación de los papás es contarlo y la del colegio es resolver el problema”.

Los menores más vulnerables, según ella, “son los niños verbales, lectores, sensibles, los distintos, los forasteros”. ¿Y quiénes son los niños agresores? Yolanda contestó: “Los niños ‘aviones’ responden a muchas lógicas que uno observa cuando ve a sus familias. El que maltrata necesita atención, tiene una popularidad basada en la fuerza o en la belleza, y busca armar una especie de séquito que lo secunda y lo acompaña en sus fechorías”.

Sobre las edades de los ejemplos que describo, Yolanda aseguró que “el bullying tiene una fase deliberada y desde los seis años puede ocurrir y puede avanzar rápidamente”. Esto, sin embargo, no es tomado muy en serio por parte de varios colegios, padres e hijos. De acuerdo con lo que he observado a través de los testimonios de varias víctimas, el niño agresor, cuando es pequeño, suele describirse con algo de gracia como un niño “terrible” y no como un ser que necesita un llamado de atención y frente al cual los colegios deben activar sus redes de convivencia y protección.

Un niño matón no necesariamente surge de familias violentas, ni de parejas divorciadas o padres solteros. Lo que hay es una soledad muy grande y una competencia de las familias de esta época por correr, por ser competitivos, por tener el carro más elegante y hacer más plata. Y en la mitad, hay niños que se quieren dar contra el mundo y no encuentran otra válvula de escape distinta a esa de agredir a otro.

Ayudemos a los niños agresores y agredidos. Cosas tan simples como oír, abrazar, permitir sus miedos y tristezas y darles la certeza de que estamos para apoyarlos, es el principio del crecimiento de hijos que sabrán defenderse y que no encontrarán nunca en la agresión la forma de llamar la atención.

@ClaMoralesM

*Subdirectora de La Luciérnaga

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