Publicidad

Dudas y lecciones de las elecciones

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Claudia Morales
30 de octubre de 2015 - 02:40 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El ejercicio democrático de ir a las urnas sirve, a mi juicio, para dos cosas puntuales: para elegir por convicción o para votar en contra de un candidato con opción de ganar pero que a muchos no les gusta.

Tomaré como ejemplo para esta columna la elección de Enrique Peñalosa en Bogotá, y las de Carlos Mario Álvarez como alcalde de Armenia y del padre Carlos Osorio como gobernador del Quindío. En los tres casos, los ciudadanos salieron a votar en contra de algo: para el caso de Bogotá, era evidente que una porción importante de los habitantes de la capital estaban desencantados de la mala administración de Gustavo Petro. De hecho, el mismo alcalde en una entrevista publicada por el diario español El País el pasado 22 de octubre, dijo: “Ahora llegan unas elecciones que van a ser una forma de medir mi gestión. El domingo se sabrá si la población quiere que continúen o no estas medidas”.

El resultado fue contundente. El mandato que le entregaron a Peñalosa quiere decir que la gestión de Petro fue rechazada por la mayoría en las urnas, y la derrota de Clara López, la ratificación de que 12 años de desaciertos del Polo y los Progresistas como gerentes de Bogotá no serían premiados con otra elección.

Con el nuevo alcalde de Armenia y el gobernador del Quindío ocurrió un fenómeno parecido. La elección de los arriba mencionados fue un golpe contra la arrogancia y los abusos cometidos por la alcaldesa Luz Piedad Valencia y la gobernadora Sandra Hurtado. Contra ellas hay varias denuncias ante los organismos de control, un balance de gestión mediocre y, sobre todo, el hartazgo de una pelea personal entre ellas que las llevó a manejar la ciudad y el departamento como una tienda de pueblo.

Con lo anterior no quiero desconocer que hay personas que verdaderamente creen en sus candidatos, para este caso Peñalosa, Álvarez y Osorio, pero cambiar de tercio político de manera tan radical es una manera de decirles a los que dejan sus alcaldías y gobernaciones, no queremos tener como gobernantes a sus sucesores.

Ahora viene lo importante. En el caso de Peñalosa es evidente la simpatía que existe con el gobierno de Santos, los empresarios y medios de comunicación. Eso le da ventajas pero también carta blanca para cientos de cosas, y lo que nos corresponde es vigilarlo tanto o más de lo que muchos lo hicieron con Petro. El portal ConfidencialColombia nos alertó sobre las intenciones que habría detrás de la propuesta de llevar la línea del metro hasta Mosquera, y los ambientalistas también están presentando alertas sobre los proyectos para urbanizar territorios protegidos.

En Quindío, el final de la campaña fue vergonzoso. Un último episodio fue la circulación de 12 mil ejemplares de un panfleto que mostraba toda suerte de horrores presuntamente relacionados con la actual gobernadora y su candidata. Me pregunto, ¿de dónde salió esa publicación? ¿En qué rotativa la harían? ¿Habrá medios involucrados en esa práctica despreciable? Los candidatos opositores y ahora ganadores, ¿lo sabrán?

Todo esto para concluir que elegir contra una corriente política que decepcionó es válido. Lo que no se puede hacer es entregar patente de corso para perpetuar las irregularidades que tanto daño le han hecho a las ciudades y los departamentos. Peñalosa, Álvarez y Osorio tendrían que honrar esa esperanza de tantos que apostaron por ellos.

* Subdirectora de La Luciérnaga

@ClaMoralesM

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.