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Miércoles 30 de mayo: “Niña de 12 años cae del séptimo piso de un edificio en Montería” (titular de RCN Radio). Dice la nota que las autoridades investigan si fue un accidente o un suicidio.
Jueves 1° de junio: “Por presunto bullying, joven intenta ahorcarse en zona rural de Montería” (titular de LaRazon.co). El texto señala que el menor de 16 años estaba suspendido del techo con una soga al cuello y que gracias a familiares que lo encontraron a tiempo se salvó.
La muerte de la niña fue divulgada en medios locales de Córdoba y en los nacionales un par de días. El caso del joven apenas trascendió en la prensa de Montería. Titulares fugaces, podríamos decir. No opino sobre la tragedia de la menor porque Medicina Legal no ha determinado la causa. Pero sí aseguro que hubo matoneo en su caso y el del muchacho porque eso es lo que familiares y amigos denunciaron a través de redes sociales y otros medios.
Según cifras de Medicina Legal, al 31 de marzo de 2017 se habían suicidado “65 niños con edades entre los 5 y 17 años; de ellos se presentó un caso en menores de 5 a 9 años, 35 episodios en chicos de 10 a 14 años y 29 eventos en adolescentes entre 15 y 17 años”. Los niños deciden matarse por angustia y miedo y porque no tienen herramientas para enfrentar el fracaso escolar, la violencia sexual o el maltrato físico o psicológico. Sobre esto último, un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en Colombia el 7,6 % de los estudiantes aseguró estar expuesto todos los días a algún tipo de daño físico en su colegio.
Gorda, marica, sucio, boba, lento, puta, gafufo, negro asqueroso, cerda, indio zarrapastroso. ¿Les parece gracioso que su hijo(a) use estas palabras contra sus compañeros? ¿Saben si su hijo(a) es menospreciado con estos calificativos y otras formas de matoneo? Revisemos nuestro diario vivir y respondamos, ¿nos sentimos cómodos y bonitos con la gordura? ¿Qué le decimos a nuestros hijos sobre el peso, la condición sexual y el resto de diferencias del ser humano?
Piensen en una mujer de 42 años que mide 1,74 y que tiene 98 centímetros de cintura, 115 de busto, 119 de cadera y 70 de grosor en cada pierna. ¿Les parece gorda y ya se la imaginan fea? Busquen en Google a Paula Andrea Salazar, la Tata, y verán a quien les describo: modelo plus size, preciosa, sexy, fuerte y decidida. Ella dice que “se ha construido y reinventado defendiendo todas las formas de ser mujer y luchando en contra de los estereotipos preestablecidos en una sociedad que nos convence a toda costa de que la belleza es un estándar”.
Me encantaría que le mostraran a sus niños y niñas las fotos de Paula y les dijeran que unos kilos de más o de menos no son motivo para burlarse, que verse en el espejo con un ojo más chiquito, la nariz torcida, unas orejas grandes, el pelo crespo, las gafas de aumento, una pierna corta, la frente ancha o no tener dinero no los hace merecedores de ningún insulto.
En vista de que estos no son los temas de los candidatos y no son el objeto de las peleas en Twitter y Facebook, propongo entonces volverlos el foco de nuestras charlas en la mesa o antes de dormir. Que sea un hábito familiar oír a nuestros hijos, debatir y resolver las dudas y sobre todo demostrarles que los seres humanos grandiosos no se definen por la religión, el sexo, la raza, el físico o el dinero. Las buenas personas son las capaces de ponerse en los zapatos de la menor de 12 años y el joven de 16 y de los niños que quieren morirse y no aparecen en titulares.
* Periodista.
