“Comenzaron por echarle orín en la boca a Keiner, el de preescolar. A meterle el pene en la boca, lo accedían carnalmente metiéndole el pene en su ano y lo golpeaban. En una de las agresiones, cuando el niño no quería dejarse, le amarran el pene con una cabuya y lo tiran. Aún dice que le duelen los testículos”.
Eso le contó la profesora Kerlin Murillo Mena a la revista Semana el pasado 3 de diciembre. Murillo y sus dos hijos, Keiner Córdoba, de cinco años, y Keyler Córdoba, de nueve años, son afrodescendientes y, huyendo de la violencia en el Chocó, llegaron al corregimiento de Morcote, en el municipio de Paya (Boyacá). Un puesto...
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