Gregory Gianforte, republicano del estado de Montana, ganó la elección especial como representante a la Cámara en el Congreso de los Estados Unidos, en reemplazo de Ryan Zinke, quien renunció para aceptarle al presidente Trump el cargo como secretario del Interior.
El pasado 24 de mayo, al final de la campaña, el reportero Benjamin Jacobs del diario The Guardian le hizo a Gianforte una pregunta sobre el sistema de salud que lo incomodó. El candidato agredió al periodista, lo tumbó al piso y le rompió sus gafas. Desde la campaña dijeron que Jacobs era culpable porque había golpeado al político en la cara con una grabadora, pero rápidamente se supo que esa versión era falsa, ya que el episodio había quedado grabado y unos reporteros fueron testigos de la verdad.
Ayer se conoció una carta del señor Gianforte en la que ofrece excusas y le pide perdón al periodista; admite que las preguntas que le hizo eran pertinentes y que Jacobs nunca lo golpeó. Agrega el político que la forma agresiva como respondió fue “poco profesional, inaceptable e indebida”, y que el trato que le dio al reportero estuvo lejos de la altura que debe tener un funcionario. El representante, además, donó 50.000 dólares al Comité para la Protección de Periodistas, como muestra de su arrepentimiento. La carta, toda, es una muestra de decencia.
Saúl Cruz es el subsecretario del Senado de Colombia. Es del Partido Conservador y fue gracias a las denuncias de Noticias Uno que supimos de su abuso de poder y clientelismo, en los últimos tiempos a favor de su mentor, el exprocurador Ordóñez. Cruz es de los funcionarios a los que les pareció chévere, por ejemplo, adquirir para él y su jefe Gregorio Eljach, y con presupuesto del Senado, dos camionetas por 420 millones de pesos. Eljach y Cruz son en realidad el poder detrás del trono.
Ahora Cruz es ‘famoso’ por inventarse unos golpes, acusar al camarógrafo del medio y crear una comedia que convenientemente sus amigos congresistas de todos los partidos le compraron. El subsecretario es un tipo que brilla por sus maniobras peligrosas y por mentiroso. Él, todo, es la representación de la desvergüenza.
Catalina Botero, exrelatora de la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, de la OEA y decana de Los Andes, escribió en su cuenta de Twitter que “la actuación de Cruz constituye una falsa denuncia de agresión que buscaba restringir el acceso de un medio a la plenaria”. Ahí está el corazón del asunto, el subsecretario y sus escuderos, muchos de ellos objeto de las denuncias de Noticias Uno, quisieron a través de una farsa censurar al medio de comunicación. Su excusa soterrada es que el noticiero les afecta su reputación, pero como dijo para esta columna la directora Cecilia Orozco: “Ninguno de los participantes en este agresivo sainete nos ha denunciado alguna vez”.
Si ustedes son víctimas de injuria y calumnia y tienen cómo probarlo, ¿no pelearían con los recursos que les da la ley? Eso, claro, no lo hacen Cruz y compañía, y las explicaciones sobran. Pero Cecilia y su equipo sí pueden demostrar ante la CIDH que lo que pasó en el Senado es un atentado contra la libertad de expresión. Salvo contadas excepciones, duele ver que tenemos un Congreso putrefacto y pusilánime, con personajes que se parecen más a un mercachifle y que jamás tendrán la altura para asumir un comportamiento de arrepentimiento como el de Gianforte.
* Periodista. @ClaMoralesM