El 10 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebró el Día Internacional de la Salud Mental. El objetivo es llamar la atención sobre algo que nos concierne sin discriminación de estrato, edad o circunstancias.
Me pregunté entonces, ¿qué es salud mental? ¿cómo estamos en Colombia en esa materia? ¿qué dice el Gobierno, qué opinan los especialistas?
Según la OMS, salud mental es “el estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. A la par con eso, los expertos en salud han encontrado que un 25% de la población mundial tiene algún trastorno mental y unas 800.000 personas que lo sufren se suicidan cada año.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM) publicada el año pasado y que por primera vez toma muestras de menores desde los 7 años de edad, el 47% de los colombianos asocia salud mental con el cuerpo, con dormir y comer bien. Para esta columna, el doctor Carlos Gómez Restrepo, psiquiatra, director de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Universidad Javeriana y director de la ENSM, opinó que esa manera de ver la salud mental es “un síntoma de la sociedad actual que es bastante desapacible”. Más aún, dijo el doctor Gómez, cuando está demostrado que Colombia tiene como principales problemas entre adolescentes y adultos el consumo de alcohol, la depresión, la fobia social y los trastornos de la alimentación, todos asociados con la salud mental.
Adicional a eso, hay dos datos en la encuesta que me parecen de enorme gravedad. El primero: por lo menos un 44,7% de la población infantil de 7 a 11 años requiere de la asistencia de un profesional de la salud mental para evaluar problemas o posibles trastornos. El segundo: un 13% de los niños entre 7 y 11 años y un 16% de los adolescentes han sido desplazados por la violencia, y entre un 3 y 5 % de la población puede tener cuadros compatibles con trastornos de estrés postraumático.
Consultado sobre estos resultados, el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, aseguró que “los planes de acción para la salud mental en el país, incluida la atención de víctimas y victimarios, hace parte de la política pública que actualmente está siendo ajustada”. Asuntos como la falta de empatía, de apoyo social para los ancianos, la desconfianza y la discriminación revelados en la ENSM, también preocupan al ministro, en especial —afirmó— si se tiene en cuenta “que el país atraviesa un momento de viraje hacia la construcción de la paz”.
Entonces, ¿nos importa la salud mental? Existen varias instituciones y entidades del Gobierno que han trabajado en los resultados de la ENSM. Sin embargo, no hay recursos suficientes para el sector, y para el doctor Carlos Gómez, “el sistema de salud se encuentra en ocasiones tan atomizado y desintegrado que en poco ayuda a los pacientes que requieren atención en salud mental”. Además, hay déficit de médicos psiquiatras y los que hay están mal distribuidos. Los médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales requieren de un mejor entrenamiento y para eso, dice Gómez Restrepo, “es fundamental que las facultades de salud recapaciten sobre la necesidad de dar prioridad en educación a los problemas prevalentes que tiene el país”.
Bien lo dijo Ignacio Martín-Baró, no hay salud sin salud mental.
@ClaMoralesM
*Subdirectora de La Luciérnaga