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El pasado lunes, el gimnasta cucuteño de 17 años de edad, Ángel Barajas Vivas, ganó medalla de plata por su impecable presentación en la prueba de barra fija en los Olímpicos 2024.
Fue la primera medalla para Colombia después de diez días de competencias en París, ciudad a la que llegaron 88 atletas colombianos en las categorías de fútbol, atletismo, ciclismo, boxeo, tiro con arco, halterofilia, lucha, clavados, golf, gimnasia, natación y skateboarding.
De esos 88 deportistas, hasta el 6 de agosto, fecha del cierre de esta columna, cinco recibieron el diploma olímpico al igual que la selección femenina de fútbol. El Comité Olímpico otorga este premio a quienes alcanzan los primeros ocho lugares en sus respectivas disciplinas, lo cual es considerado muy prestigioso porque es el resultado de varios años de clasificaciones y competencias.
Visto desde ahí, todos los deportistas que se llevan un diploma olímpico a casa merecen un aplauso. Sin embargo, no sobran las críticas de los expertos en preparación deportiva como de ciudadanos comunes que no ven en ese premio un logro mayor. Vamos por partes.
En enero de 2023, el Ministerio del Deporte anunció que “el recurso de apoyo entregado a las federaciones paralímpicas para el 2023 aumenta en un 274 %, para un total de 25.500 mil millones de pesos. En cuanto al deporte olímpico, en 2023 serán 86.900 millones de pesos para un incremento del 63 %”.
La tendencia de apoyo se mantuvo en 2024, pero justo cuando los atletas colombianos iban para París, el representante a la Cámara, Mauricio Parody, denunció que en el presupuesto que el Gobierno Nacional radicó en el Congreso para 2025 habrá una reducción del 66 % del rubro, lo que equivale a 900 mil millones de pesos. No encontré ninguna aclaración de parte del Ministerio del Deporte sobre las cuentas del congresista.
Es importante revisar los números de esa cartera porque no son pocas las historias de los deportistas colombianos (entre ellos Ángel Barajas) que nos hacen pasar del pesar a la tristeza y luego a la admiración porque dejan en evidencia que son tremendas las dificultades con las que entrenan y las que pasan para lograr patrocinios y, a pesar de eso, ganan, por ejemplo, un diploma olímpico o una medalla de plata en el certamen del deporte más importante del mundo.
Algo pasa cuando el brillo de una delegación se limita a cinco diplomas y una medalla de plata. Ante esto, es obligación del gobierno de turno revisar en qué están priorizando el recurso y por qué no está dando resultado en el rendimiento de los atletas. Le toca al de turno porque para qué gastamos líneas en la mediocridad con la que el mandato del ‘nuevo súper analista’ Iván Duque trató a los deportistas.
Es injusto medir con el mismo rasero a los atletas de países que sí los apoyan con recursos sobrados con los de países en vías de desarrollo como Colombia. No podemos ser potencia en nada importante (educación, cultura, deporte, ciencia, innovación y tecnología) mientras el país mire con desprecio esas áreas del conocimiento y sólo recuerda y celebra el nombre de un atleta porque un día ganó una medalla.
Dicho lo anterior, sí vale aplaudir, aunque con cautela, los logros de los deportistas colombianos y también vale exigirle al gobierno nacional y a las administraciones departamentales y municipales un trabajo más sensible y menos corrupto frente a quienes le apuestan a una vida de sacrificio en el deporte.
Termino con esta declaración que dio el martes la atleta Lina Licona al ser eliminada de la prueba de los 400 metros. “Los invito a que no nos critiquen tanto. Nadie sabe lo que uno pasa para poder llegar aquí. Que uno no pase una final no significa que no estemos preparados, simplemente el nivel está demasiado alto y Colombia nunca ha tenido una buena preparación por falta de recursos”.
* Periodista.
