Un maltrato naturalizado y una sociedad que nunca está a la altura


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Claudia Morales
25 de julio de 2024 - 05:05 a. m.
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El país conoció la muerte de una residente de la especialidad de Cirugía de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. En el cubrimiento que se dio al tema y en las reacciones de muchos opinadores, una vez más, se privilegió la ausencia de pudor y la falta de empatía con la familia y amigos de la víctima.

Expreso a los seres cercanos a Catalina Gutiérrez Zuluaga mi solidaridad y mi tristeza por la pérdida y por tener que lidiar con la pequeñez mental desde tantos flancos, situación que, sin duda, agranda su sufrimiento.

Lo que deja en evidencia la situación de la joven residente, es que en el entorno de estudio y práctica de algunas especializaciones de Medicina hay un conocido maltrato y abuso justificado bajo parámetros equivocados de excelencia. No se trata de algo nuevo ni es exclusivo de las facultades universitarias de Colombia y se ha normalizado a tal punto que quienes no aguantan las dosis de horror en la residencia de su especialización son considerados bobos, mediocres o, para usar un término actual, los nuevos flojos de la generación de cristal.

Todo falla cuando el éxito en el estudio o la supervivencia en un trabajo está condicionado a la aceptación de todas las formas de violencia y maltrato. Y al diablo con ese argumento pendejo de acusar a los jóvenes de ahora de no aguantar nada. Miren lo que escribió en su cuenta de X Lucrecia Ramírez, una reputada médica psiquiatra: “Nunca olvidaré la cucaracha en el plato en la cafetería del Hospital San Ignacio. Tampoco al jefe de M. Int que llegaba a la ronda como el reyecito y humillaba a la residente delante de todos l@s estudiantes. Turnos de 24 horas SIN compensatorio. En pregrado no teníamos baño, ducha, una cama para descansar. Y el trato despectivo y mayestático se derramaba del jefe a los residentes quienes entonces humillaban al que estaba en internado y éste a su vez humillaba a los estudiantes. Recuerdo esa área en particular. Estoy hablando de comienzos de la década de los ochenta”. La doctora Ramírez nunca quiso volver a ese hospital.

Para esta columna, Stella Navarro, médica intensivista, opinó: “El maltrato al interior de la formación médica no es un fenómeno nuevo; más bien, no sabemos qué tan antiguo es. Tristemente es mundial y con historias de suicidios reportados en residentes en muchos países. Y aunque ahora la violencia hacia los médicos durante nuestro ejercicio cotidiano cada vez va en aumento, no tiene sentido que esta venga también por parte de un profesor, de un colega o de una institución, con el argumento de que se hace para preparar a un profesional para un futuro”.

El sistema falló y no evolucionó y, a pesar de que hay facultades de Medicina que están cambiando los modelos de enseñanza, de lo que se trata es de un cambio profundo de cultura que estamos muy lejos de lograr. Los maestros violentos también son consecuencia de una sociedad que le grita hurras a “la mano dura” y que no reconoce que todo exceso en el comportamiento humano tiene graves consecuencias como el final de la vida de Catalina y el silenciamiento de los problemas de salud mental que sufre la comunidad médica.

En julio de 2019 un editorial de la revista de Salud de la Universidad Industrial de Santander advirtió que “desde hace algunos años, a nivel mundial se ha venido registrando un aumento de casos de suicidio entre médicos, desde estudiantes de medicina hasta especialistas en diferentes áreas (…). En Estados Unidos, una revisión halló que la tasa de suicidio en médicos es de 28 a 40 por 100.000, mayor a la presentada en población general de 12,3 por cada 100.000”.

No valen nada las decenas de comunicados lamentando la muerte de Catalina. Ella debería estar viva, pero la sociedad no estuvo a su altura ni lo está para quienes siguen resistiendo ante la mirada gozosa de los maltratadores.


@ClaMoralesM

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Jorge(09052)26 de julio de 2024 - 12:08 p. m.
Herencias de ese militarismo cristiano que se apoderó de esta sociedad desde que al señor uribe le dió por fusionar camándulas con fusiles.
Chirri(rv2v4)26 de julio de 2024 - 11:46 a. m.
La dureza en la formación aplicada a los médicos, en algunas facultades, vale huevo; cuando hay personas con intenso consorte de superioridad, ante el débil estudiante falto de valor para sucederse en suicidio simple..
Ramiro(22968)26 de julio de 2024 - 01:48 a. m.
Para avanzar en la materia un algo que puede ser útil es el precisar diferenciando bien los roles que juegan durante la práctica médica los estudiantes (internos y residentes) sus responsabilidades que no pueden ser la de suplir la falta deliberada de personal mientras a éstos les toca de mensajeros y secretarios en toda la mecánica del movimiento interno. ¿Cuál la enseñanza ahí? ¿Y para esto que estén noches y días como si fueran funcionarios de las clínicas privadas? Asimismo, el rol...
ALVARO(28865)25 de julio de 2024 - 11:33 p. m.
El acoso existe en todas las profesiones. ¿Han oído cómo se expresa la derecha de la izquierda y la izquierda de la derecha? ¡Y el centro los imita! Despreciar, insultar y descalificar hacen parte de nuestra tragedia colectiva.
myriam(sys5t)25 de julio de 2024 - 10:33 p. m.
en cada universidad, con tristeza se sabe que algunos médicos en la carrera de Medicina se creen sabios, sin errores, con demasiado prestigio y se dedican en lugar de educar y enseñar a humillar y maltratar a sus educando. Ojala este accidente de la joven Catalina se investigue y tenga soluciones. Paz en la tumba de la Doctora, condolencias a su familia
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