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¿Qué les dice el número del titular?
¿A qué equivale la cifra?
Datos aproximados:
Un paquete de seis latas de cerveza Póker cuesta 17.500 pesos.
Puerto Claver, un corregimiento de El Bagre en el Bajo Cauca antioqueño, tiene alrededor de 17.000 habitantes.
Un tiquete de bus de Cartagena a Ciénaga vale unos 17.000 pesos.
17.000 personas fueron al más reciente concierto de Wisin y Yandel.
17.106 podría ser cualquier cosa y ser también una cifra fácil de olvidar si no se tratara del número que representa a los menores de 14 años que en el país, durante el año 2022, sufrieron violencia sexual, según el último reporte de Medicina Legal. Bueno, en Colombia todo, sin excepción, se diluye en la memoria con pasmosa simplicidad.
Otra cifra paisaje, porque pasados los años nos habituamos a leerla —sin escalofrío— y aunque vemos que el número en vez de disminuir aumenta (16 % entre 2021 y 2022), pasamos la página de la tragedia y de la impunidad que nunca baja del 90 % según estudios de la misma entidad.
El análisis publicado el 20 de enero de este año en Cambiocolombia.com apunta en la dirección correcta con su titular “La cruel indiferencia del Estado frente a la violencia sexual contra las niñas y niños del país”, porque los comportamientos sociales que permiten el abuso sistemático y la violencia contra los menores son posibles cuando las instituciones fallan por negligencia, mediocridad, indiferencia, ignorancia y corrupción.
De los 17.106 casos, 1.800 menores tenían entre 0 y 4 años de edad; 4.292 tenían entre 5 y 9 años, y 11.014 tenían entre 10 y 14 años de edad. Estos son los casos denunciados, pero como me lo dijo un funcionario, “multiplique la cifra total por 3 y ahí tendrá un número más cercano a la realidad”.
¿A qué extremo del horror debemos llegar para despabilarnos? ¿Han pensado por un segundo qué significa tener en los brazos a un bebé abusado?
Cambiocolombia.com destaca que uno de los motivos que favorece la impunidad es el hecho de que las cifras entre las entidades sean distintas. No coinciden el ICBF, las secretarías de salud, la Fiscalía General de la Nación y el Dane con lo cual no es difícil de entender que si no hay unidad en la información tampoco habrá unidad en la acción.
No coinciden tampoco con los embarazos en menores de edad, que es otra forma de violentar sexualmente a una niña. El Dane reportó que en el 2021 se registraron en Colombia 4.708 nacimientos en niñas de 10 a 14 años, un 19 % más con respecto al 2020. El Código Penal colombiano establece que todo acto sexual con menor de 14 años es considerado violencia sexual y se trata también de un asunto de salud pública y de derechos humanos. ¿Quién en el gobierno central, en los gobiernos regionales o el Congreso, por ejemplo, está dando la batalla por esto?
“Simone, la mujer del siglo”, película que aún está en cartelera, recuerda la vida de una mujer notable por sus luchas personales y públicas y nos enseña que un país puede cambiar si cuenta con liderazgos sólidos, coherentes y sostenidos en el tiempo. Eso fue ella, una líder gracias a la cual Francia empezó a entender de formas amplias los derechos de la mujer y de la infancia.
Nuestros menores de edad en Colombia están abandonados por el Estado y por la ausencia de líderes como la señora Simone Veil. No encontré en el espectro público a nadie verdaderamente comprometido con la realidad de violencia que sufren los niños y niñas colombianos y es por eso que invito a debatir y a sumar ideas para que un día una cifra tan tenebrosa deje de ser el titular de un día y para que, en la mejor de las utopías, cese la violencia contra los menores.
*Periodista, @ClaMoralesM
