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Por: Lorena Granados Barco*
Esta semana vi cientos de marcas publicitando sus productos color rosa, muchas de ellas sin propuestas ni acciones claras que contribuyan a prevenir o apoyar a quienes padecen esta enfermedad. Me encontré en redes con una campaña de una marca de fajas, en la cual siete modelos, con cabellos largos y hermosas curvas, posaban en una foto que anunciaba “los tres pasos para salvar sus vidas del cáncer de seno”, todas llevaban puesta la faja milagrosa. En sus contenidos de redes sociales hablan de “cuerpos perfectos” y de la magia de sus fajas que “cambian el cuerpo en segundos”.
Este es un ejemplo claro de incoherencia, una publicidad machista que, lejos de dignificar a las mujeres y a las pacientes con cáncer de seno, las cosifica y las minimiza. Como sobreviviente, repudio y rechazo este tipo de campañas.
Nada de lo que vive una mujer diagnosticada con cáncer de seno es color rosa. Tuve que vivirlo para entenderlo, para hacer conciencia de la enorme deuda del Estado, las empresas y sus marcas, el poder y la sociedad en general con las mujeres, todas las que vivieron esta enfermedad y salieron bien libradas, aquellas que quisieron vivir, pero no lo lograron, y muchas otras que están dando la mayor lucha de su vida y aún no tienen certeza de que lo van a lograr.
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Falta investigación y educación para la prevención, no hay garantías de tratamientos sin interrupciones, no se habla de la necesidad del acompañamiento psicológico y la fisioterapia, y tantas otras necesidades desatendidas que nos están matando.
No es exageración, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre 2020 y 2021, las muertes por cáncer de seno en mujeres aumentaron 3,2 %, pasando de 3.671 a 3.788 casos. Estas cifras que fueron reveladas el pasado 19 de octubre, el mes “rosa” y día en que se conmemora la lucha contra el cáncer de mama internacionalmente, pasaron inadvertidas.
No es color rosa someterte a quimios, radios, chuzones, exámenes y bisturí. No es color rosa el dolor físico y emocional, la ansiedad, la incertidumbre y el miedo. No es color rosa cambiar tus planes y sueños. No es color rosa ver caer tu pelo y quedar calva. No es color rosa que todos te digan que el cáncer llegó para enseñarte, que eres una guerrera que nació para enfrentar las batallas más duras. (No nacimos para eso).
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El cáncer de seno no es color rosa, somos cada vez más las mujeres que así lo sentimos, por eso reclamamos acciones reales y sostenibles en el tiempo. Valoro mucho aquellas fundaciones y empresas privadas que han decidido apoyar causas a través de donaciones y educación, pero también me da vergüenza ver cómo muchas marcas nos han usado como comodines para entrar en la “onda rosa”, hacerse virales, ganar clics y clientes.
¡Reflexionemos!
Llega el 1° de noviembre y todo lo que vemos en octubre se desvanece, se apagan los edificios iluminados de color rosa, las marcas buscan otras coyunturas para fortalecer sus estrategias de marketing, las entidades del Estado dejan de lado las campañas y las mujeres olvidamos hacernos el autoexamen cada mes.
Seamos más críticas y críticos con lo que consumimos, en quién creemos y qué replicamos; exijamos al Estado educación y prevención, equidad en la atención a todas las mujeres que sufren esta enfermedad, y lo más importante, no posterguemos los controles médicos y el autoexamen de seno.

*Periodista.
