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La repentina suspensión de fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) provocó el cierre temporal de programas esenciales de asistencia humanitaria y sanitaria en distintas crisis alrededor del mundo. A esto se suma la decisión del gobierno estadounidense de congelar la financiación del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR) y toda la ayuda exterior por al menos durante 90 días. Como resultado, millones de personas en situación de vulnerabilidad corren el riesgo de perder el acceso a una atención médica vital, incluidos tratamientos para VIH, tuberculosis y malaria. Además, comunidades desplazadas que dependían de esta ayuda para sobrevivir enfrentan ahora un futuro incierto. La crisis humanitaria que se puede generar con este vacío es de una magnitud imposible de cubrir de inmediato por otros actores.
Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) estamos en alerta y profundamente preocupados. La rapidez con la que se han visto afectadas las prestaciones médicas no les ha permitido a los pacientes ni a los proveedores de atención adaptarse. De la noche a la mañana, muchas personas se quedaron sin acceso a medicamentos y terapias vitales. En Sudáfrica, muchas clínicas que prestaban servicios financiados por el PEPFAR han cerrado temporalmente, generando confusión y angustia entre la población. En Mozambique, una organización asociada a MSF que proporcionaba servicios integrales de VIH suspendió parcialmente sus actividades. En Zimbabue, la mayoría de las organizaciones que brindaban atención relacionada con el VIH han dejado de trabajar mientras se define la nueva política, afectando en particular al programa DREAMS, destinado a reducir las nuevas infecciones en adolescentes y mujeres jóvenes.
En República Democrática del Congo, la congelación de la ayuda ya está impactando el modelo de distribución de medicamentos antirretrovirales más exitoso jamás implementado en la capital, Kinshasa. Se trata de los puntos de distribución gratuita y apoyo entre pares gestionados por la comunidad, conocidos como ‘PODI’. En un contexto de estigma generalizado contra las personas con VIH y de pobreza extrema, estos centros han sido claves para garantizar la adherencia al tratamiento. Ahora, miles de personas se pueden quedar sin respaldo y con un alto riesgo de desarrollar VIH avanzado.
En Sudán del Sur, aproximadamente el 51 % de las personas con VIH tienen conocimiento de su estado y el 47 % están en tratamiento. La interrupción de este programa tendría efectos devastadores para miles de personas y sus comunidades. MSF ha trabajado junto con PEPFAR para proporcionar atención esencial contra el VIH en este contexto y ha visto de primera mano cómo este programa salva vidas.
Porque anticipamos las posibles consecuencias de estas decisiones es que instamos al gobierno de Estados Unidos a restablecer de inmediato la financiación de la ayuda médico-humanitaria. Cada día sin una solución concreta agrava el colapso del sistema de asistencia global y pone en juego innumerables vidas. La respuesta no puede esperar.
* Directora general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Latinoamérica.
** MSF no acepta financiación del gobierno estadounidense, por lo que nuestros programas no se verán directamente afectados por este recorte. Como organización médico-humanitaria independiente, nuestro trabajo se sostiene mayormente gracias a donaciones individuales, lo que nos permite actuar sin depender de agendas políticas o institucionales. Sin embargo, el enorme papel que desempeña el gobierno de Estados Unidos en la financiación de la ayuda internacional hace que estas interrupciones de programas estén causando un vacío que no es posible cubrir de forma inmediata por otros actores.
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