Goldin: la evolución del mercado laboral y la revolución incompleta
Marta Juanita Villaveces Niño*
En el proceso de evolución y revolución que plantea la profesora Goldin, el camino no está terminado: Marta Villaveces.
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En el proceso de evolución y revolución que plantea la profesora Goldin, el camino no está terminado: Marta Villaveces.
Con enorme sorpresa y entusiasmo nos despertamos el lunes con la noticia del nobel de economía para Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard y una de las economistas que ha contribuido a entender el rol de las mujeres en el mercado laboral y las brechas de ingreso y de oportunidades que aún se perciben. Sin duda, el nobel es un espaldarazo a la historia económica como metodología robusta para comprender que los fenómenos que hoy observamos [por ejemplo las brechas] son resultado de condiciones y determinantes que se van construyendo en el largo plazo.
El aporte de Goldin al mercado laboral no sólo es comparar las brechas que hoy se perciben sino verlo desde una perspectiva histórica acerca de la manera en que las mujeres fueron ingresando al mercado laboral y los atenuantes de una situación culturalmente inequitativa. Dentro de los atenuante a la desigualdad está la educación, la apertura a la educación superior, la lucha por los derechos políticos como el voto, la píldora como posibilidad de tomar decisiones sobre la fecundidad, todo lo cual ha llevado a dos fuerzas: la primera, la evolución de la entrada de las mujeres al mercado laboral según los sectores que demandaron fuerza de trabajo femenina [textiles] y como fue profesionalizándose para abrir más espacios [gestión] y la segunda fuerza, la revolución, cuando el acumulado de educación, derechos civiles y políticos y determinación sobre el cuerpo ha permitido a las mujeres ser autónoma en las decisiones de vida y que marcarán su participación al mercado laboral. Es decir, ya no es una inserción al mercado laboral por demanda [empleos feminizados] sino una inserción por criterio, anhelos y deseos donde cualquier profesión cabe para una mujer.
Sin embargo, Goldin advierte que el proceso sigue siendo fracturado y no se ha alcanzado la equidad económica y moral por la que muchas mujeres hemos luchado. Es decir, el mercado laboral aún discrimina a las mujeres salarialmente y por tipo de empleos. En el proceso de evolución y revolución que plantea la profesora Goldin el camino no está terminado. Falta el gran reto de equiparar las cargas del trabajo no remunerado que recae principalmente en mujeres y que sigue dejándonos en una situación de desigualdad con los hombres en detrimento de esas horas para trabajo remunerado.
Las políticas públicas que abordan la economía del cuidado o el trabajo no remunerado van en el camino correcto hacia la equidad en el mercado laboral. Ya no es sólo estudiar, tener derechos civiles y políticos, romper techos de cristal o lograr decidir sobre nuestra fecundidad. Sin balancear las cargas de trabajo no remunerado seguimos dejando a las mujeres en una condición subordinada que impide mejorar en el mercado laboral.
En Colombia, tenemos mucho que aprender de Goldin. En Colombia las brechas aún existen en ingreso y en algo que poco a poco se está reconociendo mejor: el trabajo no remunerado. En Colombia, las mujeres sin importar el nivel de estudio o de ingreso, dedican más horas que los hombres con la misma cualificación a trabajo no remunerado, en promedio las mujeres dedicamos 7,2 horas diarias de trabajo no remunerado mientras los hombres 3,2, tema que afecta la equidad.
Así, el camino de la evolución y la revolución sigue incompleto y aún existen brechas. Políticas que aborden la importancia del cuidado como las licencias de maternidad/paternidad van en la línea de generar un equilibrio en la pareja y no la focalización de la crianza en las mujeres. Políticas que aborden los tiempos de trabajo no remunerado por la crianza o el cuidado de adultos mayores en los esquemas de pensión van también en línea de reconocer el equilibrio que debe tenerse. Mientras la revolución no entre a casa, no se cambien las cargas de cuidado y no se reconozca culturalmente que tanto hombres como mujeres podemos contribuir de igual manera al cuidado, seguiremos en una sociedad que discrimina a las mujeres y le pone un grillete que luego el mercado laboral traducirá. Ese es uno de los retos que Claudia Goldin nos invita a pensar.
*Decana Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia.
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