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La justicia climática, prioridad en la COP 28 en Dubái

Columnista invitada: Yenny Vega Cárdenas*
27 de noviembre de 2023 - 03:43 p. m.

La COP28 sobre cambio climático estará liderada por los Emiratos Árabes Unidos, paradójicamente el séptimo país que más produce petróleo en el mundo. El presidente de la COP es el CEO de la compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi, quien también es ministro de Industria y Tecnología de este país. Este país tendrá el reto de generar consensos entre diferentes actores e impulsar metas de mitigación, dado que solo nos quedan siete años para cumplir los compromisos mundiales de limitar el aumento de temperatura promedio a 1,5 °C, reduciendo a la mitad las emisiones para el año 2030.

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La Naturaleza se hace sentir antes del comienzo de la COP; por primera vez en la historia, Dubai se ve inundada, debido a fuertes lluvias que han provocado perturbaciones en las calles, transporte, playas, afectando en general los desplazamientos. Efectivamente, cabe notar que 80 % de los impactos del calentamiento global se ven traducidos en el ciclo del agua, provocando inundaciones en donde nunca habían existido, generando sequías en otros lugares del planeta, aumentando los niveles del mar por el derretimiento del hielo polar y provocando huracanes de grande espectro.

Curiosamente, uno de los ejes de esta COP será la adaptación (GGA, Global Goal on Adaptation), la cual es clave para las comunidades locales (ciudades, municipios y pueblos indígenas), ya que se insiste en reconocer la diversidad de los desafíos a los que se enfrentarán las poblaciones locales en las diferentes regiones del mundo. Al respecto, una de las prioridades que se han dado para la COP es situar la Naturaleza, las personas, la vida y los medios de subsistencia en el centro de las decisiones. Lo que llamamos ecocentrismo podrá así crear eco en este gran encuentro internacional, en el cual invitaremos a salir de la era antropocéntrica en la cual hemos situado al humano como dueño y señor del planeta.

Sobre este punto, subrayan los expertos que la protección de la Naturaleza es nuestro mejor aliado en la lucha contra el cambio climático. Al respecto, debemos promover medidas que incluyan la protección de la naturaleza y ayuden a combatir al mismo tiempo la crisis de pérdida de biodiversidad. Esto promoverá la conservación de la vida en nuestro planeta, lo que finalmente asegurará nuestra propia supervivencia.

Los modelos extractivistas y de acumulación de capital no parecen ser la solución y reforzar los mismos es contraproducente para el deterioro del planeta. Por ende, las políticas de transición no deben ser solamente energéticas sino también ecológicas. Es importante articular los compromisos de la COP28 con los compromisos realizados en la COP-15 sobre biodiversidad acordados en Montreal, los cuales solicitan acciones para preservar, restaurar y regenerar la naturaleza. Acordémonos que se reconoció en el marco global por la biodiversidad que los derechos de la Naturaleza son un mecanismo que contribuye a la implementación de los objetivos establecidos en este acuerdo ambicioso.

El rol de los pueblos indígenas, al igual que las comunidades locales, mujeres y jóvenes, que están subrepresentados, deben ser incluidos si queremos hablar de justicia climática. Por eso todo proyecto de transición energética sin legitimidad social, aunque ayude a cumplir con un cronograma y unos objetivos, no podrá ser justo sin este aspecto de aceptabilidad social. La ONU ha insistido en que la respuesta a estas crisis exige el concurso de pueblos indígenas, ya que ellos gestionan cerca del 22 % de las tierras del planeta en cuyos territorios se alberga cerca del 80% de la biodiversidad.

Tenemos una deuda histórica con estos pueblos, que debemos rectificar de manera urgente. Es entonces importante que las voces de los pueblos indígenas se escuchen en la COP28. El Observatorio Internacional de los derechos de la Naturaleza, OIDN, se ha asociado con la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá, la comunidad innu de Ekuanitshit, y miembros parlamentarios para proponer un panel en el Pavillon de Canadá, para impulsar un modelo innovador de protección integral del territorio basado en los derechos de la naturaleza. Es entonces de la mano con estos pueblos provenientes de diversas regiones, que podremos decir que la COP es efectivamente inclusiva.

Otros grandes ejes se trabajarán en esta COP, como aquel que tiene que ver con el establecimiento de un marco de financiamiento mundial destinado a la justicia climática. Con respecto a la COP-27 en Sharm-el-Sheik, aunque se logró un acuerdo sobre la creación de un fondo de pérdidas y daños, con miras a una transición justa, falta definir su arquitectura y su implementación para saber finalmente quiénes contribuirán y quiénes se beneficiarán. Este punto será crucial para la justicia climática, dado que se busca compensar la deuda histórica de los países que generan la mayor parte de las emisiones de efecto invernadero frente a aquellos que emiten menos.

Es importante que se incluyan aquí los pueblos indígenas, que son los guardianes ancestrales de territorios que aún permiten respirar al planeta, como es el Amazonas, los océanos, los ríos, montañas y bosques. Efectivamente, estos últimos se ven fuertemente afectados por las consecuencias del aumento de la temperatura y del cambio climático, creando inestabilidad a nivel de la seguridad alimentaria e hídrica dada la intensidad de eventos hidrometereológicos que deben soportar. Se decidirá si es el Banco Mundial o la CMNUCC regida por la COP quien manejará el fondo. Muchos de los países del Sur Global se oponen a que sea el Banco Mundial, dado que este genera altos impuestos y aumento de la deuda pública de los países en desarrollo. De hecho, su funcionamiento ha generado dependencias históricas, políticas y jurídicas de países del sur global, a quienes se les impone a menudo modelos foráneos y extractivistas para poderse beneficiar de los préstamos.

Otro eje estará relacionado con el balance global o Global Stocktake (GST), cuyos diálogos deben llegar a buen puerto, pues es aquí donde se encuentra el corazón del acuerdo de Paris. Dicho documento permitirá dar seguimiento al cumplimiento de los compromisos tomados por los países en materia de mitigación y adaptación climática y podrá revelar la ambición de los países al respecto.

Finalmente, se trabajará en este marco un aspecto que sale de los modelos de mercado tradicionales de carbono, y es la perspectiva no mercantilista de la Naturaleza. Es aquí donde los modelos que sugieren reconocer un valor intrínseco a la naturaleza se inscriben, los cuales nos permitirán innovar en esta COP28 para encontrar soluciones duraderas tanto a la crisis climática, como a la pérdida de biodiversidad, dado que la bolsa de carbón, parece estar justificando las emisiones, pero no está necesariamente contribuyendo a reducirlas.

* Abogada, Ph.D., presidenta del Observatorio Internacional de los Derechos de la Naturaleza y miembro experto de la Red Armonía con la Naturaleza de la ONU.

Por Yenny Vega Cárdenas*

 

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