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Nosotros, los palestinos…

Columnista invitada: Odette Yidi, vocera de la comunidad palestina en Colombia
21 de mayo de 2024 - 10:30 p. m.

“¿Adónde iremos después de las últimas fronteras? ¿Dónde volarán los pájaros después del ultimo cielo?”, se preguntaba el poeta palestino Mahmoud Darwish hace unas décadas. Nosotros nos seguimos preguntando lo mismo hoy.

También se lo preguntan millones de personas globalmente viendo la invasión a Rafah como si fuera una crónica de una muerte anunciada que nadie pudo detener. Este nuevo horror se suma a meses —y décadas— de una sangrienta política de exterminio y de deportación masiva contra el pueblo palestino.

¿En qué momento se volvió aceptable decir pública e impunemente que hay “hijos de las tinieblas”, “animales humanos” y que “ningún civil es inocente” en Gaza? ¿En qué momento pedir un cese al fuego y exigir el respeto por el derecho internacional humanitario se entiende como apoyar el terrorismo?

El problema urgente ahora no es preguntarse desde cuándo, sino hasta cuándo.

Nosotros, como palestinos en la diáspora, estamos viendo en tiempo real a miles de niños palestinos ser asesinados, quedar mutilados y huérfanos. Ellos bien pudieron haber sido nuestros hijos, o los de cualquiera. Los niños palestinos sufren igual que los demás; no son simples “daños colaterales”. Creer eso es ser racista. En simultáneo a esta barbarie, vemos personas celebrando, defendiendo, justificando, o inclusive negando estos actos, y no solo desde las filas del ejército y en algunos sectores de la sociedad y dirigencia política israelí, sino también aquí, en Colombia.

La deshumanización e irrespeto sistemático por la vida y los derechos de los palestinos ha generado y sostenido esta violencia apocalíptica. Esto ha causado una herida profunda que marcará a esta y las próximas generaciones de palestinos: 7 millones en la diáspora esperando el retorno a Palestina, y 7 millones viviendo en su tierra ancestral bajo un régimen colonial de segregación racial.

Esta herida es compartida con millones de personas en todo el mundo que desde hace meses piden un cese al fuego, justicia, paz y reparación desde las calles, las universidades y las cortes. Ahora ellos también, como los palestinos, están siendo vilmente estigmatizados y violentados física y simbólicamente.

Este es el primer genocidio donde las víctimas están transmitiendo en tiempo real su propia destrucción. Los victimarios también lo están haciendo al publicar sin reparos fotos y videos de sus crímenes de lesa humanidad en Gaza. A esto se suma la explícita intención genocida cuya normalización parece haber triunfado arraigada en un terrible y silencioso racismo orientalista.

Basta con escuchar los crudos testimonios y sólidos argumentos presentados por Sufáfrica el 16 de mayo ante la Corte Internacional de Justicia para comprender la magnitud de la tragedia en Gaza y del peligro que corren los palestinos de desaparecer como pueblo.

Con la evidencia producida en los últimos meses y de la que todos somos testigos, volviéndonos cómplices de los crímenes o denunciantes, ¿por qué seguimos insistiendo en encontrar “peros” y justificaciones? ¿Qué nos detiene de empatizar y solidarizarnos con los palestinos? ¿Nos atreveríamos a cuestionar, minimizar o negar la violencia contra otros grupos a lo largo de la historia? La prohibición del genocidio es absoluta.

Las acusaciones sin fundamentos de “antisemita” o “terrorista” hacia personas, palestinas o no, que rechazan las graves violaciones al derecho y las actuaciones ilegales de un Estado no son más que un intento desesperado por limpiar un historial de violencia sin precedentes y censurar a aquellos que no están de acuerdo de la barbarie. Pedir paz nunca fue tan revolucionario.

Por décadas, nosotros los palestinos hemos intentado contarle al mundo acerca del violento proceso de colonización de asentamientos que ha logrado eliminar y expulsar a gran parte de la población nativa de Palestina y remplazarla. Hoy son los mismos perpetradores los que publican sus crímenes bien sea desde el terreno, o mediante llamados a colonizar Gaza y a conquistar toda Cisjordania y Jerusalén Oriental; a bloquear o destruir la desesperada ayuda humanitaria que ingresa a Gaza a cuentagotas; y mediante el rechazo a la solución de dos Estados, las propuestas de cese al fuego y a cualquiera solución política.

Hoy no solo está Gaza destruida, sino también todo aquello que se construyó a nivel internacional para evitar que algo así pasara, otra vez. Hoy las víctimas no somos solo los palestinos.

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Por Odette Yidi, vocera de la comunidad palestina en Colombia

 

jmurillo(10525)28 de mayo de 2024 - 12:43 p. m.
Con profunda indignación por lo que le ha ocurrido al pueblo palestino. Mi solidaridad con ellos e imploro que se detenga la barbarie. Es lamentable ve cómo los gobiernos de algunos países son pasivos ante este genocidio. Los intereses en varios negocios superan esta tragedia.
Norma(12580)27 de mayo de 2024 - 03:38 p. m.
Toda mi solidaridad con el pueblo Palestino y mi repudio a la ocupación israelí y el genocidio sionista.
Ricardo(3857)25 de mayo de 2024 - 10:14 p. m.
GENOCIDIO
Hincharojo(87476)23 de mayo de 2024 - 04:36 p. m.
Toda mi solidaridad con el pueblo y la nación palestina.
-(-)22 de mayo de 2024 - 11:36 p. m.
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