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En el trabajo de los derechos humanos partimos de que las personas no son idénticas entre sí y que la discriminación hacia las mujeres está intrínsecamente ligada a otros factores que también las afectan, como la raza, la ubicación territorial, el origen étnico, la salud, el estatus social, la edad, la clase y la orientación sexual, por mencionar solo algunos. De esta forma la interseccionalidad de los factores que determinan el acceso y disfrute de los derechos constituyen componentes básicos para alcanzar la igualdad de género.
Cuando hablamos de las mujeres rurales es crucial comprender que estamos hablando de un colectivo diverso. Estas mujeres habitan una variedad de territorios como campos, bosques, selvas y áreas cercanas al mar y agua, y se dedican a diversas actividades como la agricultura, la recolección, la pesca, las artesanías y el trabajo asalariado.
En América Latina y el Caribe aproximadamente 58 millones de mujeres viven en entornos rurales, 20 millones son parte de la población económicamente activa y 4,5 millones son productoras agrícolas. Hace falta mucha data sobre las mujeres rurales, pero lo que sí esta muy claro es que el mundo depende de ellas en la producción de alimentos, ya que son el 50 % de la fuerza formal de trabajo en ese rubro. Además, las mujeres rurales se han destacado por su activismo en el espacio comunitario, por su liderazgo en la defensa de los territorios, la seguridad alimentaria, la biodiversidad y el mantenimiento socioeconómico y cultural de las comunidades en las que viven.
A pesar de su valiosa contribución, estas mujeres han sido históricamente invisibilizadas y se enfrentan a profundas desigualdades. En América Latina y el Caribe, solo el 30 % de ellas posee tierras agrícolas y apenas el 5 % tiene acceso a la asistencia técnica. Además, más del 52 % de las mujeres rurales mayores de 15 años son consideradas económicamente “inactivas”, tienen limitado acceso a las nuevas tecnologías de la información y la mayoría no está bancarizada ni tiene acceso a créditos, lo cual limita su independencia económica. A pesar de su evidente capacidad de organización, las mujeres rurales están ausentes en los puestos de toma de decisiones y sus derechos políticos son constantemente vulnerados.
Como sociedad, tenemos una deuda histórica con estas mujeres. Solo a través de la generación de propuestas legislativas y políticas públicas y su implementación se logrará un cambio real y efectivo que promueva su autonomía y acorte la brecha de desigualdad para mejorar su situación. Sin embargo, esto no puede lograrse con esfuerzos aislados. Es fundamental establecer alianzas interinstitucionales y multiactorales; que se logran a través del multilateralismo, como motor de lo nacional, podremos generar cambios sustanciales.
El clamor de las mujeres fue escuchado en la última Asamblea General (52) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), celebrada en Washington, que aprobó el Decenio Interamericano por los Derechos de Todas las Mujeres Adolescentes y Niñas en Entornos Rurales de las Américas, haciendo visible a las mujeres rurales y reconociendo la desigualdad estructural que enfrentan y dando cuenta del compromiso que tienen los Estados de la Américas con la superación de las desigualdades. Este importante paso alude a una agenda integral y se encomienda a la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) en asocio con otros entes de la OEA especializados en temas de agricultura y desarrollo, coordinar acciones y generar espacios que impulsen el reconocimiento y el fortalecimiento de las mujeres rurales en la toma de decisiones y la formulación de políticas públicas.
Iniciaremos este proceso de construcción de una agenda integral, de la mano de las voces, experiencias y saberes de las propias mujeres rurales. Ya la CIM desde comienzos del 2023 avanzó con la instalación de una Mesa de Diálogo de Mujeres Rurales, de la mano de activistas reconocidas 1 y en asocio con muchas otras lideresas como las ministras y altas autoridades políticas en los temas de la mujer y de agricultura, continuaremos acompañando el espacio para contar con una hoja de ruta que contemple sus necesidades diferenciadas y estrategias para territorializar estos esfuerzos con los Estados de las Américas.
El llamado desde la CIM es para que conozcan y se unan a esta iniciativa de hacer visibles a las mujeres rurales y mejorar el acceso y disfrute de sus derechos, con ellas como voceras de sus necesidades y veedoras ante los Estados. Esperamos que la adopción de esta Declaración oportuna de la OEA se convierta no sólo en un documento de derecho y de buenas intenciones, sino una herramienta multilateral útil para que los cambios hacia un futuro sean posibles y sustentables. Nuestro mandato es avanzar hacia una agenda de igualdad que contemple a las mujeres en toda su diversidad y estamos firmes y comprometidas en lograrlo.
Este Decenio da inicio a lo que será un ejercicio intensivo para contribuir a saldar la deuda histórica de la región de las Américas con las mujeres, niñas y adolescentes rurales. Un panorama retador pero esperanzador que busca seguir abriendo caminos y construyendo igualdad.
1 Argentina, Rosana Cartolano. Brasil , Cicera Nunes. Colombia, Irina Marcela Pérez González, Costa Rica , Faustina Torres. Ecuador Luz Haro Guanga, Guatemala Ortencia Simón; México Margarita Cisneros Tzoni; República Dominicana, Yomayri Concepción Reyes; Paraguay Rosa Toledo, Suriname, Tania Lieuw-a-Soe, Saint Lucia, Keith Lin Caroo.
* Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres.