Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El tan esperado lanzamiento de Alejandro Gaviria a la arena política provocó un fuerte remezón en todas las fuerzas políticas ciudadanas que pretenden llegar en el 2022 a la Casa de Nariño.
En primer lugar, considero que el lanzamiento de Gaviria fue una bocanada de aire fresco en la contienda electoral. Comenzar su camino con un ideario de 60 puntos en 12 temas fundamentales, advirtiendo además que aún no es un programa de gobierno y que no son inamovibles, sumado a la definición de que esta no es una empresa personalista ni mesiánica, marca una diferencia que bien debe ser apreciada. Con Gaviria en el ruedo, tendrán que agregarse al debate político nuevos conceptos como humanismo y compasión.
Dentro de los puntos del ideario se destaca, con luz propia, la definición de la libertad como un valor supremo, y lo que ello conlleva para la libertad de pensamiento, la búsqueda de la paz, los derechos a la interrupción del embarazo y a la muerte digna, y la descriminalización del uso de las drogas.
Destaco también el pensamiento de Gaviria sobre la necesidad de un cambio social, definido no mediante una revolución abrupta sino a través de una transformación paulatina, ordenada y metódica del contrato social que nos rige. Me da gusto también encontrar allí el reconocimiento del papel esencial de la economía de mercado y la libre empresa, eso sí, dentro del marco fijado por un Estado que cumpla con la obligación de redistribuir la riqueza y luchar contra las inequidades de nuestra sociedad.
Con todo, Alejandro Gaviria no la tendrá nada fácil. Desde la hora cero del lanzamiento de su campaña de recolección de firmas, comenzó a recibir virulentos ataques, tanto de las bodegas petristas como de las hordas uribistas, y hasta fuego “amigo” de alguna facción de la Coalición de la Esperanza. Lo han descalificado por haber nacido en Chile, por ser un ateo irredento, por supuestos malos resultados en su paso por el Ministerio de Salud que además lo convirtió en “santista”, por ser un uribista disfrazado dado su paso por la subdirección de Planeación Nacional en el gobierno Uribe, por ser parte de una desconectada élite intelectual, por sus dudas para lanzarse, en fin, porque sí y porque no. Y, por si fuera poco, el propio candidato, pagando la novatada, les entregó munición adicional con su opinión positiva y posterior retractación sobre el nombramiento de Alberto Carrasquilla como codirector del Banco de la República. Eso, para no hablar del logo sin sentido de la campaña
Como parte de los ataques recibidos, tomó fuerza el de la revista Semana en la cual lo acusan de quererse mostrar como independiente cuando en “realidad” es solo una ficha de Juan Manuel Santos y de César Gaviria. Este ataque fue incluso reforzado por algunos sectores de la Alianza Verde y por el petrismo, que incluso lo ha acusado de ser una ficha del Grupo Aval. Por fortuna, si hay algo que todo el país le reconoce a Alejandro Gaviria es su inteligencia. Desde los dos extremos quieren forzar al movimiento de Gaviria a no aceptar alianzas con ningún movimiento político organizado, mucho menos si tiene votos. Es como una amenaza para que Gaviria permanezca en la soledad de su movimiento so pena de acusarlo de ser más de lo mismo, de ser parte de la élite que nos ha gobernado por décadas, de ser un figurín más de los cacaos de este país.
Pero no es así. Una cosa es ser independiente y otra cosa ser un tonto, característica que no se encuentra en Alejandro Gaviria sino más bien en aquellos que le están tendiendo esa trampa. El camino de la candidatura de Gaviria pasará por la consecución de las firmas, la constitución de su movimiento político, su futura alianza con el Partido Liberal, el Nuevo Liberalismo y la aceptación de adhesiones de figuras del “santismo”, para así llegar en marzo a la consulta de la Coalición de la Esperanza, cuando, según mis pronósticos, será ungido como su candidato único.
Fíjense ustedes que un camino similar deberá ser recorrido por el candidato independiente de derecha Federico Gutiérrez. Una vez constituya su movimiento, deberá esperar a que tanto el Centro Democrático, como el Partido Conservador, el Partido de la U y hasta Cambio Radical definan sus candidatos únicos, para finalmente enfrentarse con ellos en la consulta de marzo que, pronostico, nombrará a Fico como candidato presidencial de la derecha.
En la izquierda se surtirá un proceso similar, más de forma que de fondo, para dejar a Gustavo Petro como candidato único del Pacto Histórico.
Ya en la primera vuelta de mayo se verán las caras Federico Gutiérrez representando a la derecha, Gustavo Petro representando a la izquierda y Alejandro Gaviria ubicado en el centro izquierda de nuestro espectro político. Por supuesto que de hoy a mayo de 2022 podrían pasar muchas cosas, pero yo particularmente veo difícil que aparezcan otros candidatos con posibilidades reales de victoria. Y lo cierto es que los colombianos tendremos la opción de escoger entre tres opciones verdaderamente diferentes, Colombia tendrá el modelo de gobierno que, como pueblo, nos merecemos.
Creo que no hay razones para pensar que es un deber de Alejandro Gaviria llegar a la Presidencia acompañado únicamente de los “impolutos”. Lo realmente importante es que llegue con su poderoso ideario, con sus propios principios, a los cuales adhieran, sin compromiso alguno, los partidos políticos que le apoyan.
Alejandro Gaviria es independiente, claro que sí. ¡Pero no es estúpido!
* Miembro de la Tertulia Cervantina 77. El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de su autor