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La pregunta que ya no nos hacemos

Columnista invitado EE y Tito Yepes Delgado

15 de febrero de 2025 - 02:00 p. m.

Durante años, se ha debatido si China superará a Estados Unidos como la economía más grande del mundo. Pero esa pregunta ya parece irrelevante. No porque tengamos una respuesta clara, sino porque la verdadera competencia no es por el PIB, sino por algo mucho más fundamental: la confianza.

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El dinero, ya sea el dólar, el renminbi o el euro, no tiene valor en sí mismo. Vale algo porque la gente confía en las instituciones que lo respaldan. Y en el momento en que esa confianza se debilita, todo cambia. Basta con ver lo que ocurrió en Venezuela o Zimbabue. Sus economías no colapsaron solo por la impresión descontrolada de dinero. Colapsaron porque la gente dejó de creer que sus gobiernos podían gestionar sus monedas. Y una vez que la confianza desaparece, es casi imposible recuperarla.

Ese es el riesgo que enfrenta Estados Unidos hoy.

Mucha gente cree que el poder económico se basa en la fuerza militar, la innovación o el tamaño del mercado. Pero todos estos factores dependen de la confianza. Estados Unidos ha liderado la tecnología mundial porque los emprendedores confiaban en que podrían beneficiarse de sus ideas. Ha dominado las finanzas globales porque los inversionistas creían en sus instituciones. Ha mantenido alianzas militares porque sus socios confiaban en su compromiso. Si esa confianza se debilita, la influencia de EE. UU. también lo hace.

La presidencia de Trump está dejando en evidencia lo frágiles que pueden ser las instituciones. Cuestionó los resultados electorales, debilita el poder judicial y promueve día y noche la idea de que el sistema estaba amañado. Más allá de si esto se ve como una necesaria disrupción o una destrucción irresponsable, el mundo está tomando nota. Pero el problema no es solo Trump: la gran incógnita es hasta dónde llegará esto. ¿Los futuros presidentes intentarán restaurar la confianza o la desgastarán aún más? ¿Las empresas e inversionistas seguirán creyendo en EE. UU. o empezarán a buscar alternativas?

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Aunque no tenemos las respuestas, el problema es que ahora tenemos las preguntas. La historia nos dice que la confianza no se recupera fácilmente. Cuando un sistema empieza a parecer inestable, la gente actúa—primero lentamente, luego de golpe. China, con todos sus problemas —una burbuja inmobiliaria, declive poblacional, altos niveles de deuda y un control gubernamental estricto— está siguiendo un camino distinto. En lugar de desmantelar sus instituciones, intenta fortalecerlas. Su Iniciativa de Cinturón y Ruta de la Seda no es solo un proyecto de infraestructura, es una estrategia para expandir su influencia y atar económicamente a otros países mientras EE.UU. envía señales de incertidumbre.

Eso no significa que China esté a salvo del colapso. La historia está llena de potencias que se derrumbaron porque no supieron gestionar la confianza. Pero en este momento, es Estados Unidos el que parece más dispuesto a poner a prueba cuánta credibilidad puede permitirse perder.

Entonces, ¿China superará a EE. UU. en PIB? Tal vez. Pero esa ya no es la pregunta más importante. Ahora estamos en: ¿seguirá EE. UU. siendo el centro económico en el que el mundo confía? Si las cosas siguen como van, la respuesta es no. Y cuando la confianza desaparece, el poder no solo cambia de manos: se desvanece.

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En la misma línea, para una economía pequeña, que aún lucha por construir credibilidad dentro y fuera de sus fronteras, los riesgos de jugar con la confianza son aún mayores. No tiene margen para el tipo de reformas que ha impulsado Trump sin pagar un precio inmediato. Cuando los cimientos institucionales son frágiles, el colapso llega mucho más rápido. Pero no llamemos a los dioses mencionando el caso en cuestión.

Por Tito Yepes Delgado

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