Dignidad Liberal, el partido del exsenador Rodrigo Lara Restrepo, y el Centro Democrático organizaron recientemente un foro virtual con 19 candidatos y precandidatos presidenciales para hablar de política exterior. Uno de los temas a abordar fue la relación con China. Los resultados son inquietantes.
Entre esos 19 invitados sin duda estará quien gane la consulta del Centro Democrático, quien represente al centro-derecha, quizás quien lo haga por el centro y muy probablemente la próxima o próximo presidente de la República. Hicieron presencia Vicky Dávila, Paola Holguín, Miguel Uribe Londoño, Juan Manuel Galán, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Juan Carlos Pinzón, Juan Daniel Oviedo y Sergio Fajardo, para solo mencionar a los más relevantes en las encuestas. Era un abanico bastante representativo del centro y totalmente representativo de la derecha.
También fueron invitados los expresidentes Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque Márquez y César Gaviria Trujillo, el excanciller Julio Londoño y el exministro, exembajador en Washington y expresidente del BID Luis Alberto Moreno.
A los participantes se les invitó a hablar de política exterior en general, relaciones con Estados Unidos e Israel, política fronteriza, posición frente a Venezuela en relación con las organizaciones criminales en la frontera y las tensiones entre ese país y los Estados Unidos, cooperación internacional contra el crimen transnacional. En relación con China y la Iniciativa de la Franja y la Ruta la pregunta fue “cómo obtener beneficios y ventajas comerciales para Colombia frente a las políticas de comercio e inversión condicionadas de la República Popular China”.
La premisa era que “en un mundo que gira hacia lo unilateral, en donde las grandes potencias actúan con base en sus intereses nacionales inmediatos, y no en consensos multilaterales, ¿cuáles deben ser las políticas y las acciones que necesita Colombia para contar con una política exterior clara de defensa de sus intereses nacionales inmediatos?”.
En general, las intervenciones fueron vagas, de lugares comunes, y pocos candidatos reflejaron una visión estructurada de las relaciones internacionales. La mayoría divagó sobre cuestiones coyunturales, operativas y burocráticas. Las aproximaciones más integrales fueron las de Sergio Fajardo, Juan Carlos Pinzón y Paola Holguín, en ese orden, sin que ello quiera decir que comparto sus bases de análisis o sus conclusiones.
De los 19 invitados, solo seis hablaron de China, lo que es preocupante porque 13 candidatos pasaron por alto a un actor mundial tan central, lo que refleja el carácter periférico que le dan en el rumbo de la política exterior colombiana.
De los seis que sí enfrentaron la pregunta sobre China, cuatro manifestaron su rechazo a la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta que hizo el presidente Gustavo Petro en mayo pasado en el marco de la cumbre CELAC-China en Beijing. Ellos fueron Vicky Dávila, Paola Holguín, Wilson Ruiz y Efraín Cepeda. Juan Carlos Pinzón habló de China en el contexto de las economías de Asia y no se refirió a la Franja y la Ruta. La delegada de Sergio Fajardo, la exdiplomática Pilar Gaitán, fue la única en analizar la adhesión, sin oponerse a ella, como una forma de integración a las economías de Asia.
Casi todos los candidatos dijeron que nuestros intereses nacionales deben armonizarse con los de Estados Unidos en todos los niveles: político, comercial, seguridad, lucha contra el narcotráfico, Venezuela e Israel. El otro punto que enfatizaron es que el gobierno de Gustavo Petro rompió con las bases tradicionales de la política exterior de Colombia porque ha primado la ideología sobre el pragmatismo, distanciándonos de la confluencia de nuestros intereses con los de Estados Unidos. Los pocos que se refirieron a la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta consideraron que fue una decisión equivocada porque se dio en el marco de una confrontación del gobierno colombiano con Estados Unidos, en la que Petro ha pretendido balancear la correlación de poder aproximándose China como el contendor geopolítico de los norteamericanos.
En ese señalamiento de la ideologización como catalizador del acercamiento a China está la novedad de este panel de candidatos. Lo que llamo carácter periférico de la percepción de China en la política exterior de Colombia no es novedoso; ha sido la constante entre nuestros políticos hace años y no ha cambiado con el creciente papel de China en el mundo y en América Latina. Si uno consultaba los programas de la campaña de 2022, encontraba que solo Sergio Fajardo tenía una propuesta consistente e integral y aun así marginal respecto de China. Los otros programas iban de lo inexistente a lo elemental. El programa de Gustavo Petro solo mencionaba una vez a China de manera accidental y ni siquiera hablaba de multipolarismo.
Pero lo que mostró el foro de Dignidad Liberal es que los candidatos de ese espectro de centro-derecha no ven a China ligada a nuestros intereses nacionales, pero sí con los de Estados Unidos.
La idea de que durante el gobierno Petro nuestra relación con China se fortaleció por una aproximación ideológica en el marco de la confrontación política del estrenado gobierno de Donald Trump es dañina porque los candidatos consideran equivocada la ideologización de la política exterior de Petro y, por lo tanto, equivocada la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sugiriendo varios de ellos que la revocarían de llegar al poder, lo que causaría un enorme perjuicio a una relación diplomática que ha sido fructífera para ambas partes.
Desde 1980, las relaciones colombo-chinas han avanzado gracias a un consenso político interno construido con todas las fuerzas políticas colombianas en la fase prediplomática, sobre la importancia que tiene para Colombia una relación fluida y creciente con China. Pero, cuando menos en el espectro político del centro y la derecha, el consenso parece quebrado porque la convicción predominante es que las dos expresiones del fortalecimiento, la asociación estratégica y la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta fueron decisiones ideológicas, al estrechar lazos con un país con el que nuestros intereses estratégicos no están alineados, a costa de Estados Unidos con quien esos intereses sí están armonizados.
No es un cambio menor y debemos entender qué lo produjo. La idea de la afinidad ideológica de Petro con China es equivocada, pues como candidato era hostil contra China. Si se trata de la coyuntura electoral norteamericana que llevó a la presidencia a Donald Trump, con quien Petro ha tenido encuentros desafortunados y humillantes, la conclusión es aún más preocupante porque se está desvirtuando la prolongada tradición de pragmatismo y consenso político alrededor de China, con unos efectos perniciosos a largo plazo.
Ese consenso, junto con una posición sólida de China de no involucrarse en la política interna de Colombia, impidió que fuera un tema de las campañas presidenciales colombianas. Lo que está pasando ahora es que las fuerzas políticas en contienda plantean también escenarios ideologizados y poco realistas, pues la idea de que quien está con China está contra Estados Unidos es a su vez un argumento ideológico usado recurrentemente para bloquear el avance diplomático y comercial de China en América Latina.
Es urgente trabajar en preservar y restablecer el consenso político y sacar la relación de la contienda electoral nacional, para que con un cambio de gobierno en Colombia o en Estados Unidos no terminemos dando una reversa dolorosa y diplomáticamente costosa con la premisa errada de que la sincronización de nuestros intereses nacionales con Estados Unidos solo puede darse en contra de nuestros intereses nacionales con China.
Además, porque dentro de los candidatos más viables de la izquierda hay muchos que preferirían una relación estrecha con un gobierno demócrata en Estados Unidos, que con China.
Así como no es positivo que en las propuestas de los candidatos presidenciales China sea periférica, tampoco lo es que se haya ideologizado y ahora estar o no con China sea una de las cartas que definen si uno es de izquierda o de derecha. Llevamos 45 años de relaciones diplomáticas con China, 42 bajo gobiernos de centro y de derecha y 3 con uno de izquierda. En total han sido seis mandatos presidenciales de centro, cinco de derecha y uno de izquierda.
Que hoy los candidatos del espectro político que más ha estado a cargo de la diplomacia con China tengan reservas sobre la idoneidad de las decisiones tomadas en los últimos tres años pone énfasis en la urgencia del trabajo para identificar una agenda viable con China, lo que dependerá de recomponer ese consenso construido en 1980 e identificar las áreas prácticas de cooperación que surgen tanto de la asociación estratégica como de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.