La selección colombiana no emociona. Y Bolivia tampoco. O, es una emoción fría como caricia de suegra. Al menos eso se siente a un par de días del duelo entre las dos selecciones.
En La Paz sabemos que James Rodríguez, el 10 del Madrid, no pasa por su mejor momento y el gran portero del Arsenal inglés, Ospina, es una buena figura y nada más. Pero ninguno de ellos es un imán para atraer multitudes, como sí lo eran el Pibe Valderrama o René Higuita. Es más, el otro día llegó Valderrama a Cochabamba y cosechó cientos de aplausos en una cancha llena.
En el otro bando, Bolivia solo y únicamente cimienta sus esperanzas en el corazón o en la mística. Sí, así de ambiguo es el equipo del Emperador Baldivieso. Hasta ahora no ha definido cuál será su planteamiento o con qué armas se enfrentará a Colombia. Siempre que se le hacen preguntas tácticas al DT, él apela al corazón, la mística y el trabajo. Bueno, más del 90% de la población apoyó su designación y él nunca ha cambiado de discurso. Los resultados son lo de menos.
Ni Bolivia ni Colombia emocionan. Menos ahora que ambos seleccionados llegarán a un escenario que semanas atrás cobijó a Boca Juniors y River Plate frente a Bolívar y The Strongest. En ambos cotejos, quizás más en el primero que en el segundo, el ambiente era de fiesta alrededor de un balón. Se respiraba fútbol y las apuestas corrían a raudales.
La Verde viene a ser el tercer equipo de La Paz. Además, la altura ya no se pone la casaca de Bolivia y existe la sensación de que algo se ha roto. Uruguay ya se dio un paseo por La Paz, nos dejó con pena y sin gloria. Los argentinos corrieron más que los bolivianos (Boca empató a puro pulmón) y se demostró que la pelota sí dobla, también en el pórtico boliviano.
El primer día de venta de entradas para el partido de selecciones solo se acomodaron unas 1.500 entradas y el Siles tiene capacidad para albergar a más de 35.000 personas. En el partido de Boca contra Bolívar se vendió el 70% del aforo el primer día de venta por internet.
A las 16:00 del jueves, lo más seguro es que el estadio esté repleto gracias a esa manía boliviana de dejarlo todo para la última hora; aunque el templo futbolero miraflorino no estará tan abarrotado como en los partidos con los clubes argentinos. El Gobierno, como ya es costumbre en las eliminatorias, permitirá a los empleados públicos salir a la hora del match y de ahí éstos podrán enganchar el feriado largo. Así será hasta el lunes, cuando todo vuelva a la rutina.
La selección colombiana no emociona. Y Bolivia tampoco. O, es una emoción fría como caricia de suegra. Al menos eso se siente a un par de días del duelo entre las dos selecciones.
En La Paz sabemos que James Rodríguez, el 10 del Madrid, no pasa por su mejor momento y el gran portero del Arsenal inglés, Ospina, es una buena figura y nada más. Pero ninguno de ellos es un imán para atraer multitudes, como sí lo eran el Pibe Valderrama o René Higuita. Es más, el otro día llegó Valderrama a Cochabamba y cosechó cientos de aplausos en una cancha llena.
En el otro bando, Bolivia solo y únicamente cimienta sus esperanzas en el corazón o en la mística. Sí, así de ambiguo es el equipo del Emperador Baldivieso. Hasta ahora no ha definido cuál será su planteamiento o con qué armas se enfrentará a Colombia. Siempre que se le hacen preguntas tácticas al DT, él apela al corazón, la mística y el trabajo. Bueno, más del 90% de la población apoyó su designación y él nunca ha cambiado de discurso. Los resultados son lo de menos.
Ni Bolivia ni Colombia emocionan. Menos ahora que ambos seleccionados llegarán a un escenario que semanas atrás cobijó a Boca Juniors y River Plate frente a Bolívar y The Strongest. En ambos cotejos, quizás más en el primero que en el segundo, el ambiente era de fiesta alrededor de un balón. Se respiraba fútbol y las apuestas corrían a raudales.
La Verde viene a ser el tercer equipo de La Paz. Además, la altura ya no se pone la casaca de Bolivia y existe la sensación de que algo se ha roto. Uruguay ya se dio un paseo por La Paz, nos dejó con pena y sin gloria. Los argentinos corrieron más que los bolivianos (Boca empató a puro pulmón) y se demostró que la pelota sí dobla, también en el pórtico boliviano.
El primer día de venta de entradas para el partido de selecciones solo se acomodaron unas 1.500 entradas y el Siles tiene capacidad para albergar a más de 35.000 personas. En el partido de Boca contra Bolívar se vendió el 70% del aforo el primer día de venta por internet.
A las 16:00 del jueves, lo más seguro es que el estadio esté repleto gracias a esa manía boliviana de dejarlo todo para la última hora; aunque el templo futbolero miraflorino no estará tan abarrotado como en los partidos con los clubes argentinos. El Gobierno, como ya es costumbre en las eliminatorias, permitirá a los empleados públicos salir a la hora del match y de ahí éstos podrán enganchar el feriado largo. Así será hasta el lunes, cuando todo vuelva a la rutina.