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¿Cuál es el miedo de las iglesias a pagar impuestos?

Columnista invitado EE: Paula Barbosa Ardila
26 de agosto de 2022 - 09:08 p. m.

Los impuestos a las iglesias están nuevamente en debate de opinión, pero no en debate de Gobierno. Ya el Presidente, cumpliendo su promesa de campaña anunció a través de su ministro de Hacienda que las iglesias no estarán incluidas en la nueva reforma tributaria.

Sin embargo, dentro de este debate abierto ya por años, ¿cuál es el miedo de las iglesias grandes a tributar? Si el objetivo aparente de las iglesias es servir a su comunidad, ¿por qué no contribuir con impuestos cuando es posible hacerlo? Las iglesias en múltiples países han sido quienes han comenzado con servicios sociales de vital importancia: hospitales, escuelas, refugios, comedores gratuitos, y otro sin fin de servicios que aparecen dadas las necesidades de sus comunidades. En Colombia, las necesidades abundan, pero los servicios de iglesias escasean.

John Milton Rodríguez, exsenador cristiano, dice que las iglesias ya prestan una labor social. ¿Por qué, entonces, la violencia, la pobreza y la desigualdad siguen en aumento, incluso en círculos cristianos? Porque si las iglesias son tan grandes, su labor social también debería ser notoria. Pero para eso, ellos generalmente usan la salida fácil: la oración. “Vamos a orar” es la manera más activa de dar solución a algo. Pero si la solución es la mera oración para que Dios haga y resuelva, entonces ¿por qué estos pastores no oran para que Dios les provea y les caiga del cielo el dinero que tanto “necesitan”? Ahí si demandan que sus feligreses pongan su fe en acción todos los domingos. Y aunque la fe en acción es una verdad para el cristianismo, esta no puede ser selectiva, ni mucho menos usada para manipular. La oración precede a la acción. Pero es la acción misma, incluyendo el amor que también es verbo, lo que cuenta como fe y como verdadera alabanza, según la misma Biblia que también usan de manera selectiva estos pastores.

Otro argumento en contra de la tributación a iglesias viene del pastor Edgar Castaño, presidente de la Confederación Evangélica de Colombia (Cedecol). Él dice que las Iglesias son entes sin ánimo de lucro, por lo tanto, no deberían tributar. Lo cierto es que ya es de conocimiento público que las mega iglesias no son sin ánimo de lucro y, al contrario, ha sido precisamente la falta de regulación lo que ha permitido que muchas iglesias se conviertan en lavaderos de activos. Muy fácil, ya que no deben justificar ni tributar sobre sus ingresos. Contrario a sus principios cristianos, los patrimonios de muchas iglesias continúan creciendo y no son “reinvertidos”, como ellos afirman, sino que cada año el patrimonio bruto de estas megacorporaciones crece y se acumula considerablemente. Así como el estilo de vida y el bolsillo de sus pastores.

Sería justo y ético que las iglesias mantuvieran su exención de impuesto de renta y usaran sus instalaciones para múltiples actividades de beneficio a la comunidad en general (no solo a su feligresía) y que fueran de carácter gratuito. Por ejemplo, comedores comunitarios, capacitaciones, cursos preventivos, actividades juveniles, etc. Pero lo triste es que la gran mayoría de actividades adelantadas en estas mega iglesias, que son sólo para adeptos y feligreses (tales como conferencias, encuentros, etc.) tienen costo y bastante alto. Es decir, aparte de las ofrendas, los pactos y los diezmos demandados constantemente por pastores, las actividades de “crecimiento espiritual” también hay que pagarlas. Y hay quienes tienen la desfachatez de decir, que, si las iglesias comienzan a pagar impuesto de renta, entonces los pastores se verán en la penosa tarea de comenzar a cobrar la entrada a la iglesia a sus feligreses. Que tal el descaro.

Casualmente son los pastores de iglesias grandes y sus representantes políticos los que se oponen fervientemente a pagar impuestos. Si fuera así, a los pastores enriquecidos a punta del uso prostituido de la palabra de Dios, les estarían tocando sus suntuosas fortunas y su bolsillo. A los políticos que los representan, les afectaría su fortín de votos como lo son las mega iglesias. Estas apoyaron ciegamente y de manera sistemática mantenerlos en el poder, y ellos pensarían que podrían volver a subirlos.

Porque lo cierto es que las iglesias pequeñas, lo más probable es que no estarían incluidas en una posible reforma, porque su patrimonio no es objeto de tributación. Y casualmente, esas iglesias de municipios, de barrios y de territorios apartados, que sí hacen labor social y meten el pecho por su propia gente y la de su comunidad, han sido invisibilizadas por pastores con megáfono que dicen hablar por todas. Estos pastores de mega iglesias tienen a los pastores de provincia y de pequeñas iglesias sin pensión ni pago de salud, con salarios irrisorios y tienen aún el descaro de recoger los diezmos y ofrendas de esas iglesias pequeñas, para meterlos en sus bóvedas de seguridad. Más descarado aún, los usan como excusa para no pagar impuestos y le piden al Gobierno Nacional que con recursos públicos (provenientes de impuestos), cubra a sus pastores pequeños con seguridad social, cosa que es directamente responsabilidad de ellos y su deber social y espiritual. Pero ellos no quieren rebajar sus ganancias, y ven la iglesia como una empresa donde debe haber mayor ganancia a menor costo.

Lo cierto es que los pastores de mega iglesias por mucha publicidad paga y plataforma política que tengan, no nos representan a todos los creyentes, ni tampoco a todas las iglesias cristianas en Colombia. Porque somos muchos los creyentes que estamos de acuerdo con la tributación para iglesias con ingresos y patrimonios grandes, así también como con su regulación. Ya suficiente daño hacen los pastores de mega iglesias, predicando para favorecerse a sí mismos, y dejando el nombre de Dios como tapete para uso de poderes corruptos, como para que ahora tampoco quieran pagar impuestos, y tengan la desfachatez de excusarse en los pastores pequeños que ellos mismos tienen completamente descuidados e invisibilizados.

Muy importante aclarar que este no es un ataque a la Iglesia Cristiana. Con esta excusa de la tributación ya han satanizado a quienes han cuestionado el no merecido beneficio tributario a las iglesias en Colombia. Esto tampoco es un ataque a la libertad de culto de la que yo misma soy ferviente defensora. Nuestra fe la podremos profesar siempre, aún si las iglesias deben pagar impuestos. Lo único que atacaría los impuestos a iglesias, sería el bolsillo de sus pastores millonarios.

Por el contrario, esto es un grito desesperado ya que la iglesia de Cristo está secuestrada bajo doctrinas falsas de prosperidad, donde los mega imperios tienen a pastores como reyes, con derecho divino a mandar y a recibir sin fin de dinero porque son “bendecidos por Dios”. La prosperidad prometida en sus “ofrendas pacto” nunca le llega al feligrés de a pie, en cambio si le llega completa al pastor. Esos pastores, el profeta Ezequiel los describe como si viviera hoy: “¡Qué aflicción les espera a ustedes, pastores, que se alimentan a sí mismos en lugar de alimentar a sus rebaños! ¿Acaso los pastores no deben alimentar a sus ovejas?  Ustedes beben la leche, se visten con la lana y matan a los mejores animales, pero dejan que sus rebaños pasen hambre.

Sueño con ver a la iglesia convertida en lo que el mismo Jesucristo describió: “una comunidad reconocida por el amor que tienen por el otro, que se sacrifica por su prójimo, que comparte su pan con el que tiene hambre, que perdona a sus enemigos, y bendice a quienes les maldicen, que tiene hambre y sed de justicia, y que son trabajadores incansables por la paz como hijos de Dios que son”. Como dijo el Obispo Anthony Bloom: “Las comunidades cristianas deberían ser el reflejo de los evangelios, de manera que, si alguien no los ha leído, pudiera escribirlos mirándonos a nosotros.”

Por Paula Barbosa Ardila

 

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