Publicidad

De la autoridad y el poder

Columnista invitado EE: Luis Fernando Samper Gartner
20 de junio de 2021 - 03:30 a. m.

Es frecuente encontrar en artículos de opinión, reportajes o conversaciones casuales referencias al poder y a la autoridad como si se trataran de un mismo concepto. Sin embargo, entender sus diferencias es un ejercicio importante para contribuir a entender las dinámicas del complejo mundo en que vivimos. También es conveniente reflexionar sobre este tema cuando se acerca la hora de escoger a nuestros líderes en los meses que se avecinan, a quienes debemos aplicar un filtro más ambicioso y cuidadoso.

Vamos por partes. La Autoridad, con mayúscula, surge en buena medida del trabajo, la dedicación y la disciplina. Se gana también con estudio, profesionalismo, ejemplo, humildad, respeto y dedicación. Proviene, además, del respeto por las ideas y argumentos ajenos, de la tolerancia, del cuestionamiento permanente a sí mismo y de formarse opiniones propias que tengan en cuenta la complejidad de los fenómenos que afectan a las sociedades. La autoridad se forja en una trayectoria vital, se aleja de las emociones y la simplicidad y está más del lado de la responsabilidad y el conocimiento al evaluar decisiones. Asimismo, se ejerce en diversas ocasiones a lo largo de la vida, no en momentos y coyunturas únicas.

El poder, por su parte, no se gana, se otorga. Puede surgir de una elección o un nombramiento, o puede también heredarse. Muchos políticos, periodistas, ejecutivos e incluso los padres de familia ejercen un poder derivado de su posición frente a los electores, lectores, empleados o hijos. El poder de los miembros de las Fuerzas Militares, Policía o de los delincuentes proviene más de su capacidad de intimidación y de las armas que portan, pero solo podrán alcanzar autoridad si son respetados por su comportamiento o por sus decisiones equilibradas y sopesadas. En ese sentido solo existe el poder de las armas, pero no la autoridad de las mismas.

Así, las personas que disfrutan del poder sin autoridad con frecuencia encuentran que este es efímero, y sus actos son criticados tanto dentro como fuera de su entorno inmediato. En suma, no son respetadas y con frecuencia sus decisiones tampoco son implementadas o simplemente se alteran. Un ejemplo reciente es la crisis de autoridad de la Policía que surge de la conducta abusiva de muchos de sus miembros durante la pandemia y las manifestaciones sociales. A pesar de tener el poder de las armas ese tipo de comportamiento ha conducido a que la población les pierda el respeto, restringiendo su capacidad de ejercer autoridad frente a la población y limitando así la capacidad de cumplir su misión. La ausencia del liderazgo actual en Colombia (y de muchos otros países) también es un ejemplo del drama de sociedades dirigidas por personas sin autoridad.

Desde luego que las sociedades se benefician cuando las personas con autoridad acceden al poder. Cuando se alcanzan estas dos distinciones es posible impulsar cambios trascendentales alrededor del respeto que pueden infundir sus decisiones. Es en ese momento cuando se alcanzan las condiciones necesarias para ejercer liderazgos transformadores en diferentes campos de acción. Su labor puede incluso contribuir a que las instituciones que representan se consoliden y legitimen, dejando en ellas una huella perenne. Una posición de autoridad con poder es la plataforma ideal de liderazgos positivos, que permitan inspirar y convocar en torno a un propósito común que trascienda en el tiempo.

Existen numerosos ejemplos a nivel nacional o internacional de líderes o estadistas que pueden ser citados: don Manuel Mejía, en la Federación de Cafeteros; Carlos y Alberto Lleras, como políticos colombianos, o Franklin D. Roosvelt y Winston Churchill son algunos de los líderes que ejercieron liderazgos transformadores desde sus posiciones de poder gracias a su autoridad.

En contraste, ejemplos de personas con poder pero sin autoridad desafortunadamente abundan. Chávez en Venezuela o Trump en Estados Unidos son algunos de ellos. Empresarios famosos que “no dieron la talla”, ávidos de publicidad, con frecuencia disfrutan de un poder efímero que es a su vez desastroso para sus empleados, accionistas y para la sociedad en general. Y qué decir de aquellos padres de familia o jerarcas de la Iglesia, miembros de las fuerzas armadas o vándalos que ejercen un poder nocivo sobre sus hijos, cónyuges, feligreses o conciudadanos sin tener la autoridad para guiarlos mediante el ejemplo, el respeto y tolerancia por diversas ideas. Una persona con poder que carezca de autoridad puede afectar gravemente un país, una institución, una empresa o una familia.

Como sociedad, uno de los retos contemporáneos es el de reconocer y realzar la autoridad. Los tradicionales baluartes de autoridad en Colombia, como por ejemplo los expresidentes o los medios tradicionales, han perdido el respeto que tuvieron en otras épocas. Ya no hay declaraciones que “pongan a pensar al país”. Muchos de estos actores han abandonado las posiciones serenas que necesitamos para nuestros referentes. Los científicos y técnicos, que fueron referentes de autoridad, son ahora cuestionados. Las personas e instituciones que tienen una posición de autoridad deben redoblar sus esfuerzos para ser transparentes, empáticos, convincentes y profundos. Quizá las personas que tienen autoridad deban también replantearse la forma como comunican y empatizan con el resto de la sociedad en esta nueva era de confusos y efímeros liderazgos.

@lfsamper

Por Luis Fernando Samper Gartner

Temas recomendados:

 

WilsonP(f5y1z)20 de junio de 2021 - 11:31 p. m.
Excelente artículo, gracias. Sólo hubiese agregado en "personas con poder pero sin autoridad.." a Uribe, el daño es inmenso y sigue aferrado al poder y cada vez con menos autoridad. Espero pronto como sociedad cambiemos y salgamos de estos líderes que nos tienen postrado y llenos de desesperanza y pobreza. Nuevamente gracias por este artículo.
MagoSegovia(24138)20 de junio de 2021 - 04:13 p. m.
Interesante artículo.
UJUD(9371)20 de junio de 2021 - 02:10 p. m.
En nuestro país, con más de 200 años de ineptos con poder, estamos pagando las consecuencias.
Atenas(06773)20 de junio de 2021 - 02:05 p. m.
Sí, más cuentos de esos, de Poder y Autoridad, q' desde siempre entronizó el mando en la capital, en Santa fe de B/tá, y de donde dispusieron de la agenda nacional a su amaño por algo más de dos siglos unas contadas rancias familias, de abolengos y de la cuna al solio, unos de apellidos López, Samper.....
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar