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La gente que hace payasadas en Colombia para hacerse elegir al Senado y a la Cámara no es algo nuevo. En 1998, Carlos Moreno de Caro ganó con una alta votación su curul -130.000 votos-. Era la época pre-internet, pero como fue la novedad por su estilo “irreverente”, los medios lo hicieron famoso; entonces lo vimos liberando alacranes, ratas y mariposas en plenarias y sus compañeros, entre sorprendidos y asqueados, se lo aguantaron un tiempo. Después fue aislado de los debates. Si todo esto hubiera pasado con YouTube y redes sociales, Moreno de Caro llevaría varios y vergonzantes periodos siendo elegido, no me cabe la menor duda.
Cuando Mockus fue alcalde… digamos que sirvieron sus mimos y funcionarios disfrazados de señales de tránsito para inculcar la cultura ciudadana. Bogotá era un caos en ese aspecto. Pero luego verlo embutido en traje de superhéroe era una manera de decirnos a nosotros que los bogotanos éramos unos salvajes con taparrabos y él venía a salvarnos, a civilizarnos. Y luego nos cogió de experimento social con cosas tan absurdas como decretar que solo las mujeres podían salir un fin de semana y los hombres el siguiente, y prohibir la vida nocturna después de la 1 a.m. Le salió mal eso, porque a raíz de esa medida nacieron las rumbas ilegales o, afters, que hoy día son recordadas como parte importante de la historia en Bogotá
Pero como todos ya sabemos que el internet, las redes sociales y YouTube hacen a la gente más boba, pues los que hacen contenido, que saben eso, les dan lo que quieren. Se suponía que iba a ser lo contrario: el acceso a la información ilimitada formaría público con criterio, capacidad de discernir y analizar, pero eso no pasó. Estamos, más bien, en la era dorada de la estupidez porque en el caso colombiano han logrado hacer famosa a gente como Wally, Lalis y demás youtubers políticos.
Ellos piensan que hablándole a la gente con memes y risas del Chavo del Ocho se hacen entender en su mensaje más fácil; entonces no les exigen nada más a su audiencia, están formando público con lo más básico posible y, claro, como eso funciona, quieren ahora “arrastrar” a esos seguidores a las urnas para que voten por ellos.
¿Qué creen que va a pasar si esa gente logra llegar al Senado y a la Cámara?
Spoiler: más o menos lo que hacía Moreno de Caro, pero versión 2026. Se grabarán en plenarias haciendo transmisiones en vivo (con sus celulares y planes de datos pagados por nosotros), para buscarle camorra a sus enemigos políticos; luego se victimizarán diciendo que cualquier cosa que les pase será por culpa de la derecha o la centroderecha, para después hacer un video “peinándolos”, la palabra favorita de los influencers políticos, que no es otra cosa más que ganar discusiones intrascendentes para amplificarlas como logros importantes. Al video le insertarán risas grabadas y le pondrán filtros de payaso a los senadores cuando les respondan a sus provocaciones. Esto lo han hecho en sus canales de YouTube y lo harán si logran ser senadores, para que les paguen –y les paguemos entre todos- COP 43.418.537 al mes libres; faltaría lo de sus UTL, viáticos y etc.
Lalis, por su parte, hará reels en Instagram con el mismo nivel argumentativo e intelectual de Aida Merlano toda como rabiosita, manoteando y repitiendo lo que digan sus compañeros de bancada, para al final enjaretarse con los brazos, abrir los ojos al máximo y decir que esto es el colmo, que esto no puede seguir pasando.
Petro no ha reposteado hasta ahora ningún video de Wally o Levy en su cuenta de X, pero darles contratos es una forma de validarlos, de decirles ok, me gusta lo que hacen y se los patrocino.
No esperen que esta gente proponga o impulse proyectos de ley, que es lo que debe hacer alguien en el Legislativo. Ellos(as) están para entretener, igual que como lo hace cualquier payaso en un circo.
Por último, está el asunto con el concejal Daniel Briceño, el que su peinado parece hecho por alguien que le tiene tanta rabia como él le tiene a Petro. Es interesante lo que hace esculcándole al progresismo y publicando hasta cuánto se gastan en Netflix, y seguramente llegará al Senado porque gracias a las redes se volvió un fenómeno digital, pero será mucho más interesante ver si sigue igual de auscultador, pero con la derecha y centroderecha que logren nuevas curules; yo creería que no, el tipo es selectivo a la hora de consultar contratos en el SECOP, es decir, busca lo que le conviene a él y a su bancada.
Ojalá gane Cepeda la presidencia porque parece una persona seria y eso (para usar un término de internet) se viralizaría en su gabinete, espero. Nada de estar pendiente de métricas, likes, visualizaciones y protagonismos para inflar egos. Se trabajaría en bloque para sacar adelante reformas sin tantos escándalos mediáticos, mejor dicho, gente seria. ¿Será mucho pedir?
A los influencers… pues que sigan en YouTube, TikTok e Instagram, ese es su hábitat; dejémoslos o reduzcámoslos a sus justas proporciones, o sea, que nos diviertan mientras hacemos filas eternas en una EPS o en una pausa activa durante el trabajo.
Aunque, la verdad, para esos momentos yo prefiero volverme un poquito menos bruto leyendo un libro, pero cada quien decide en qué quiere invertir su tiempo (o desperdiciarlo).