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El deceso de Benedicto deja a Francisco solo y sin ataduras

Columnista invitado EE: Jason Horowitz
10 de enero de 2023 - 05:30 a. m.

Ciudad del Vaticano. Desde el primer día de su papado, hace casi una década, el papa Francisco ha tenido que sortear una complicación sin precedentes en la Iglesia católica: coexistir con su predecesor jubilado en los mismos jardines del Vaticano. Los partidarios de Francisco le restaron importancia a la anomalía de que hubiera dos pontífices, pero esto generó confusión, en especial cuando los acólitos conservadores del papa emérito Benedicto XVI trataron de envolver su ferviente oposición en la túnica blanca de su líder.

Con el entierro de Benedicto el jueves pasado, Francisco, que nunca ha tenido reparos en ejercer su poder, por primera vez está libre de ataduras.

“Ahora, estoy seguro de que tomará las riendas”, comentó Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, mientras caminaba por la plaza de San Pedro antes de la misa funeral de Benedicto.

Algunos partidarios liberales de Francisco, quien a menudo se ha resistido a impulsar grandes reformas, esperan que se produzca un cambio de última hora.

Muchos obispos y cardenales en el Vaticano están convencidos de que “está pensando en el futuro”, dijo Gerard O’Connell, corresponsal en el Vaticano de la revista America. “Lo que cambia ahora es que la oposición no tendrá a Benedicto como la figura central y manipuladora. Francisco tiene una agenda muy clara”.

O’Connell, autor de The Election of Pope Francis: An Inside Account of the Conclave That Changed History, vislumbró en el futuro inmediato una agilización en las decisiones de personal y el nombramiento de más católicos laicos en el poder. Dijo que había rumores de un nuevo documento sobre moralidad, sexualidad y anticoncepción. También predijo la revisión de temas importantes.

Francisco ya ha permitido el debate sobre temas clave que antes eran tabú, como ser más inclusivo con los homosexuales y dar a las mujeres un papel más importante en la Iglesia. En 2021, parecía dispuesto a permitir el sacerdocio a hombres casados en zonas remotas como el Amazonas. Aunque una inesperada expresión de oposición de Benedicto —o de quienes escriben en su nombre— quizá contribuyó a que Francisco diera marcha atrás, pero, de cualquier manera, dejó la puerta abierta.

Ahora el liderazgo de Francisco en la Iglesia se ve cada vez más reforzado por una jerarquía a su imagen y semejanza. Para fines de este año, es casi seguro que Francisco habrá llenado el Colegio Cardenalicio de personas designadas por él mismo. Lo más probable es que los prelados que él eligió constituyan dos tercios del organismo, el umbral necesario para elegir al próximo papa.

Ese número podría ser aún mayor si permanece en el poder hasta finales de 2024, cuando finalice la segunda de las dos grandes reuniones de obispos del mundo que convocó. Esos sínodos, tan despreciados por el ala de Benedicto, son el cumplimiento de la visión de Francisco de fomentar un consenso para crear grandes cambios en la Iglesia.

Aunque todo eso aún está por verse, lo que sí es seguro es que Francisco parece estar listo para finalizar los agravios del pasado. El viernes, al día siguiente del entierro de su predecesor, Francisco pareció intentar acallar las quejas de los allegados a Benedicto, quienes lo habían acusado de menospreciarlo en su homilía fúnebre y de haber decepcionado al papa emérito en repetidas ocasiones durante la última década, citando las propias palabras de Benedicto sobre evitar lo mezquino y mundano y poner la fe por encima de todo.

En un comentario que ha sido ampliamente interpretado en el Vaticano como una respuesta directa a las quejas del más estrecho colaborador de Benedicto —el arzobispo Georg Gänswein, que tiene un libro a punto de publicarse —, Francisco dijo durante la misa: “Adoremos a Dios, no a nosotros mismos; adoremos a Dios y no a los falsos ídolos que seducen con el atractivo del prestigio o del poder, o con el atractivo de las noticias falsas”.

La nueva era también puso fin al extraño hecho de que los responsables eclesiásticos tuvieran que negar que hubiera cualquier incomodidad con los dos papas.

Gracias dijo que había continuidad entre Benedicto, a quien admiraba y quien lo había hecho cardenal, y Francisco, de quien aseguró que Benedicto era un “gran seguidor”.

“El papa Francisco no se dejaba influir” por Benedicto o su camarilla, afirmó el cardenal Juan José Omella, de España, el día del funeral de Benedicto.

“No había dos papas”, coincidió Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, España. Benedicto se había retirado a su monasterio, por lo que “solo había un papa, Francisco”.

Pero, tras la muerte de Benedicto, es indudable que la balanza en el Vaticano ha cambiado.

“Sería difícil tener dos papas eméritos”, dijo el jueves un obispo francés, Jean-Yves Riocreux, y agregó que la mayor diferencia para Francisco tras la muerte de Benedicto era que “ahora puede dimitir”.

Aunque Francisco ha considerado la posibilidad de retirarse, los analistas vaticanos dicen que si su salud aguanta y él sigue disfrutando del trabajo de ser papa, es poco probable que se apresure a entregar las llaves a un sucesor que podría deshacer su legado, así como él ha erosionado el de Benedicto.

De hecho, los críticos conservadores de Francisco ya se temen lo peor.

“Parece que Francisco ha declarado el Año Cero, adiós a todo eso, etc.”, declaró el jueves en Twitter Rod Dreher, un tradicionalista de extrema derecha que abandonó la Iglesia pero sigue activo en su política, tras lo que consideró una mísera homilía de Francisco a Benedicto. “Se avecinan malos tiempos para los fieles católicos ortodoxos”.

Pero algunos analistas vaticanos sostienen la opinión contraria de que Francisco no será ahora la única fuerza con mayor libertad. Los conservadores y tradicionalistas frustrados, explicaron, ya no se sentirán escarmentados por Benedicto, quien a veces le cubría las espaldas a Francisco cuando les decía a sus propios seguidores que se calmaran. Más bien, como Francisco ya ha dado un mazazo a sus queridas y antiguas misas en latín, algunos predicen que librarán una guerra aún más abierta contra el papa.

Francisco no parece demasiado preocupado. Casi siempre ha ignorado sus críticas y en 2019 respondió a una pregunta sobre una posible ruptura de los archiconservadores de la Iglesia católica diciendo: “Rezo para que no haya cismas, pero no tengo miedo”.

Más que la oposición conservadora, lo que ha frenado a Francisco en los grandes temas, según O’Connell, ha sido la búsqueda de un consenso colegial que haga avanzar a toda la Iglesia conjunta en los grandes cambios. “Su objetivo es mantener la unidad de la Iglesia”, sostuvo O’Connell. “Y esa es la restricción”.

Por Jason Horowitz

 

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