Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El grito

Columnista invitado EE y Juan Carlos Bayona Vargas

01 de enero de 2024 - 09:05 p. m.

Se vale gritar contra el presidente. Qué tal que no. Si es en un estadio de fútbol lleno, el grito tiene más eco. Así es la democracia. Gritar sin ofender. El grito es algo así como el resumen de lo que se siente, y está bien. Recuerdo al incansable hombre que, durante lustros, encima de un cajón de madera en Londres, protestó contra el apartheid en Suráfrica y así mantuvo vivo el derecho de poner en la garganta la protesta. De modo que sobre eso no hay discusión. Otra cosa es saber si quienes genuinamente corean la salida del presidente en los estadios de fútbol reconocen que fue elegido por casi 12 millones de personas en reñida competencia con un señor que hoy está inhabilitado por la Procuraduría por 12 años para ejercer cargos públicos. Eso matiza el grito. No lo invalida. Pero al menos da para pensar.

PUBLICIDAD

Resulta interesante preguntarse cuánto de irracional tiene el colectivo grito. Podría ser un contagio involuntario. Podría tener también, como creo que los tiene, muchos asideros reales. Lo cierto es que se está desperdiciando una oportunidad interesante de cambiar el rumbo de las cosas en nuestro país y la gente lo percibe. Ahora bien, eso no significa que los ideales que se persiguen pierdan validez y que no haya resultados positivos y concretos que se van alcanzando en materias diversas como el turismo, la inflación, la reforma agraria, la educación pública, la deforestación entre otros. Sin embargo, el presidente podría actuar con más sensatez y nombrar un portavoz del Gobierno que comunique las decisiones y los hechos con ponderación y pertinencia. El presidente, si quiere hacer socio de PDVSA a Ecopetrol, debe explicar bien de qué se trata y cómo se haría; el presidente no ha debido traer de nuevo a su equipo de gobierno a una persona que fue ampliamente cuestionada; el presidente, si quiere cambiar la regla fiscal, debe explicarlo y no insistir más en que el metro de Bogotá sea subterráneo; el presidente no debe dejar dudas de que su encuentro con los empresarios fue valioso y tendrá consecuencias concretas. La lista es larga. Yo francamente no sé cuántas de sus iniciativas podrían ser mejores si se realizan en lugar de seguir con lo que tenemos. Hay muchos que se niegan a considerarlas por el simple y mecánico hecho de que vienen del presidente. Como un reflejo. Algunas claramente no. Como la de la señora Sarabia. No había ninguna necesidad de atizar más el fuego. Pero hay muchas otras que son de tal grado de complejidad, que lo mejor es organizar los debates correspondientes con todos sus protagonistas sentados a la misma mesa. Para eso está el Congreso. No para que los contradictores de oficio activen sus estigmas, enarbolen sus cruces y hagan cuentas para deslegitimar el quorum. Eso sólo me lleva a pensar en que ven peligrar sus propios intereses. Hablen. Discutan. Expongan. Argumenten. Contraargumenten. Pero no se vayan del recinto para impedir el debate.

Read more!

Y un último ejemplo: si el presidente hubiera reconocido de manera inequívoca y explícita la atrocidad de Hamás, le sería mucho más fácil hacer ver que fue Israel, aupado por los Estados Unidos, quien, paradójicamente, engendró a través de décadas de despojo y opresión a los mismos que desataron el horror. Al presidente le hubiera sido más fácil hacer ver que no se puede pedir diplomacia ante un genocidio y que situar la discusión en el terrorismo de Hamás es el camino más corto para soslayar un buen número de otras verdades.

Read more!
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.