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El Muro

Columnista invitado EE: Truman Percales
11 de febrero de 2023 - 06:04 p. m.

(Desde Jerusalén)

El Muro tiene cuatro metros de altura y cinco de profundidad.

El Muro tiene espinas, como las que Jesús de Nazaret cargaba en su corona camino del monte Gólgota.

El Muro te desgarra los ojos cuando lo miras fijamente, cuando tratas de saltarlo, así sea solo de pensamiento.

El Muro son miles de centinelas furiosos que lo custodian para llenarte de plomo la cabeza si levantas la mirada.

El Muro está escrito.

El Muro es la palabra de Dios y sus profetas.

Es eternidad. Tierra y cielo. Es el infierno mismo.

El Muro es una sombra perfecta de cientos de kilómetros en donde nunca se ve la luz.

Es una serpiente que se cuela en los sentidos y te envenena la existencia.

El Muro es infinito, como el odio y el amor.

El Muro son semillas de venganza que florecen cada día.

Es una losa de hormigón llena de miedo.

El Muro es un escalofrío que atraviesa valles, montañas y riachuelos.

Es un olivo seco.

Es la rutina de la miseria.

Es hambre.

El Muro se siente helado cuando lo tocas con las manos temblorosas y rezas junto a él.

El Muro es el tiempo detenido para volver al punto de partida, cada día.

Es una obra de arte criminal.

El Muro es el Guernica inacabado de Picasso.

El Muro es una vida delante de él y, detrás de él, otra vida.

Es un laberinto de seres perdidos dentro de sus pasadizos, cabizbajos, buscando una salida, con el corazón en la boca.

El Muro es una mentira, que tuvo su tiempo de ser creída, como tantas otras.

Por Truman Percales

 

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