Para comenzar quiero refutar y apartarme de una frase con cuyo contenido no me puedo identificar. Algunos fundamentalistas comienzan a recitar la consigna de que “La unidad no es con todos “.
Y lo digo yo, que tantas críticas he formulado a los “centristas“, que se identifican con los ultras, al vetar a significativos dirigentes de la oposición para una consulta interpartidista.
La unidad sí puede ser con todos, pero a condición de lograr un acuerdo programático y garantizar, por algún mecanismo eficiente su cumplimiento.
Un Frente Democrático en camino hacia el Bloque Histórico necesariamente no tiene que ser de izquierda, tampoco de centro y menos de derecha. Estrictamente debe ser democrático, con un programa cuyo encabezamiento debe expresar con absoluta y diamantina claridad la defensa por la soberanía nacional. Y es en esta reivindicación, en la cual el centro, y por supuesto más la derecha civilista, han interpuesto históricamente toda clase de obstáculos, consecuentes con una posición que privilegia una relación obsecuente con los Estados Unidos. Para estos sectores, la defensa de Colombia es una tarea que se la adjudican exclusivamente a la Izquierda.
Pero una convergencia ciudadana debe incluir, además del programa, unas reglas de funcionamiento que sean garantía para las partes contratantes. Un ejemplo negativo de los requerimientos señalados, y por eso lo registro —porque nos lo quieren repetir—, lo constituyó la denominada COCO (Coalición Colombia) integrada, hace cuatro años, por el POLO, pero dirigido por el ex MOIR, el Partido Verde y el denominado Movimiento Compromiso Ciudadano.
El programa de la COCO fue un acto de agravio al Idearlo de Unidad del POLO, fundado por Carlos Gaviria y ahora en proceso de reconstrucción por el senador Alexánder López.
Hoy estamos enfrentados a un gobierno de extrema derecha con acentuados visos de fascismo tropical. Y este gobierno, en donde se presentan asesinatos de dirigentes sociales, ambientales y de exdirigentes amnistiados de la insurgencia, quiere repetir y prolongarse en el próximo cuatrienio.
Es un neoliberalismo en el marco de un régimen arbitrario que desconoce el Estado de Derecho y ejerce control absoluto del aparato estatal y de los organismos de control. Sin unidad no habrá victoria contra este modelo que puede conducirnos a una guerra civil, pero ahora sí, de verdad verdad. Hay que evitar e impedir esta alternativa, a toda costa.
Propongo entonces la construcción de alianzas en dos etapas. En primer lugar: la izquierda y las fuerzas más consecuentes del espectro alternativo deben formalizar un acuerdo programático y unas reglas de funcionamiento. Al fin y al cabo, se trata de sectores organizados, que disponen de colectivos con capacidad decisoria de manera democrática o de liderazgos muy aceptados.
Solo así y como resultado de este acuerdo se deben dar los pasos subsiguientes para abrir el camino para el entendimiento con personalidades que no disponen propiamente de un partido, ni de organismos políticos permanentes, ni de organización territorial. De lo contrario las posibilidades de una unidad completa se convertiría en una torre de babel, sin resultados a la vista. Se podrían generar negativas alianzas transversales pero parciales, pensando en las elecciones para el Congreso.
Y llegamos así al punto del programa, entre estos dos bloques políticos de la realidad colombiana. El “centro” debe comprender que sin la definición de un punto programático que concrete la defensa de la soberanía nacional no hay posibilidades de entendimiento con las mayorías patrióticas de Colombia. Y nosotros en la izquierda debemos aceptar que es necesaria una plataforma nacional de consensos con los sectores preponderantes de la economía colombiana. Es decir, sobre el derecho de propiedad. Haya o no haya acuerdos electorales; podrían darse entendimientos útiles para la estabilidad e institucionalidad de la República. Y para nuestra victoria.
Por supuesto que debemos tener en cuenta coyunturas actuales que no pueden ignorarse: defensa del proceso de paz, con los acuerdos de paz de la Habana con las Farc y reapertura de los diálogos con el Eln. Un programa de reformas sociales y eliminación del paramilitarismo. Estas son las condiciones objetivas para derrotar a la extrema derecha. Un asunto fundamental de principios y de actualidad: la separación tajante de la táctica de lucha armada y de la denominada combinación de todas las formas de lucha. Además, tengamos en cuenta que con narcotráfico vigente no habrá paz y sin paz el país podría fraccionarse. Contra el prohibicionismo, se impone la despenalización.