Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

EE. UU.: de potencia blanca a potencia multiétnica

Columnista invitado EE y Guillermo Pérez Flórez

17 de agosto de 2024 - 04:13 p. m.

Las sociedades no cambian porque cambie la política. Es la política la que cambia cuando cambian las sociedades. Las próximas elecciones en EE.UU. podrían marcar un antes y un después, si se verifican (electoralmente), las transformaciones socioculturales que se vienen dando en el pueblo norteamericano. Estos comicios van más allá de si una mujer llega a la presidencia y rompe el “techo de cristal”, del que habló Hillary Clinton en 2016. Tienen que ver con la conversión del país en una potencia multicultural o multirracial, dejando atrás la tradicional idea de un pueblo blanco, anglosajón y protestante (WASP, por sus siglas en inglés), y nuevos valores culturales.

PUBLICIDAD

En las últimas décadas, la sociedad estadounidense ha cambiado muchísimo. La mayoría de la población sigue siendo blanca. Sin embargo, el porcentaje de blancos no hispanos cayó al 57 % en 2020, seis puntos menos que en 2010, la mayor disminución de todas las etnias. Por contraste, el número de personas latinas o multirraciales fue la que más creció. También crecieron otros colectivos no blancos y de otras religiones diferentes a la protestante. La tendencia es hacia un país multiétnico y multicultural. Este es el nuevo rostro de la nación. La familia es otro ámbito en donde se han operado transformaciones relevantes. La población menor de 18 años disminuyó durante la última década, y se está diversificando. Una encuesta realizada por Pew Research Center en 2021 encontró que el 44 % de los adultos entre 18 y 49 años no estaban interesados en tener hijos, un aumento respecto al 37 % registrado en 2018.

Trump y Vance no digieren esta realidad. Vance dijo hace un tiempo: “En este país, (...) nos gobierna un grupo de mujeres sin hijos que se sienten miserables con sus propias vidas y las decisiones que han tomado, y por eso quieren que el resto del país también sea miserable”. Se refirió a estas mujeres como “cat ladies” (damas de los gatos). Pretendía atacar a Harris y a Alexandria Ocasio-Cortez, y al secretario de Transporte, Pete Buttigieg, la primera persona abiertamente gay en un alto puesto ejecutivo. “Todo el futuro de los demócratas está controlado por personas sin hijos”. El punto es que familias sin hijos y la mayor visibilidad pública que ahora tienen personas adscritas al colectivo LGBTIQ+ hacen parte de las nuevas realidades. Quizá por esto Walz, el candidato demócrata a vicepresidente, afirma que los candidatos republicanos son unos tipos “raros”.

Read more!

Kamala Harris y Donald Trump representan dos visiones diametralmente opuestas. Trump es la última esperanza de quienes se aferran a arcaicos conceptos como la pureza racial, la supremacía blanca, el protestantismo, la familia heterosexual e incluso a la narrativa del “Sueño americano” (que ha perdido fuerza movilizadora), y en general a todo cuanto encierra el MAGA (Make American Great Again). La propuesta de expulsar a 15 millones de inmigrantes es una fantasía que apela a los nostálgicos del WASP, y carece de la capacidad seductora que tuvo en 2016. Quizás Trump no haya reparado en un hecho: está haciendo un “remake” de sí mismo, y este podría ser su principal y más grande error.

Si gana la presidencia, Kamala Harris no solo sería la primera mujer en lograrlo, sino la primera afroamericana y la primera surasiática. Los indios (no los indígenas) son una minoría (un poco más del 1 % de la población estadounidense), pero muy poderosa. De hecho, Usha Vance, la esposa de JD Vance, es de ascendencia india e hija de inmigrantes. Que haya dos mujeres de ascendencia india tan directamente vinculadas a la contienda presidencial es un hecho histórico.

Read more!

Las personas con ancestros indios son el 0,6 % de la población apta para votar. No obstante, representan casi el doble de esa proporción en el Congreso, con cinco representantes a la Cámara. Alrededor de 40 indio-estadounidenses ocupan escaños en las legislaturas estatales, dos gobernadores y varios ciudadanos de ese colectivo tienen puestos en el Capitolio y en la Casa Blanca. Hoy los indios son el segundo grupo de inmigrantes más grande de EE. UU., según el Pew Research Center. En 2000, esta población era de aproximadamente 2 millones; para 2019, eran 4,6 millones. El New York Times se refiere a esta comunidad como “una fuerza política”. Su ascenso político y éxito económico es utilizado, con frecuencia, para tratar de probar que la discriminación racial sistémica no existe en EE. UU. Se está tejiendo un nuevo mito sobre esta etnia, para demostrar que el “sueño americano” es alcanzable para todos, y que EE .UU. es la tierra de las oportunidades, aunque no todos los indios allí sean ricos ni presidan grandes corporaciones. Son el tercer grupo más grande de inmigrantes indocumentados.

En EE. UU. hay nuevas realidades socioculturales. Las preguntas de fondo son quién, entre Kamala Harris y Donald Trump, las representa más fidedignamente; quién puede gestionar mejor esta metamorfosis, que se relaciona también con el ocaso de la sociedad patriarcal. Las elecciones de noviembre no las definirá el Ku Klus Klan, sino una amplia gama de minorías socioculturales. De ser cierta esta hipótesis, las posibilidades de Kamala Harris de llegar a la presidencia son muy grandes. Quizás esto explique, al menos parcialmente, su vertiginoso ascenso en las encuestas y en la recaudación de donaciones para la campaña. La convención demócrata de la próxima semana podría darnos más pistas.

Por Guillermo Pérez Flórez

Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.