Soy un ministro del Interior reincidente, por lo que no debería sorprenderme el tono de la discusión pública en redes sociales, pero me sorprende. Sobre todo en esta época del año que en teoría es de reflexión para considerar al otro en su dimensión humana más allá de su filiación ideológica. Pareciera que vivimos en la edad del insulto generalizado, por lo que hace unos días, y por salud mental, decidí dejar de participar temporalmente en los debates en redes sociales.
La iniciativa reciente de El Espectador orientada a buscar puntos en común entre personas de orillas diferentes tiene mucho significado. No en vano, este periódico ha sido protagonista de cómo los escenarios de disputa radicalizada pueden llevar inclusive a hechos atroces como los atentados terroristas de los que fue víctima el diario en los años 80. Esta casa editorial conoce muy de cerca los riesgos que implica vivir en semejante estado de radicalización.
En medio del balance que hago de estos meses en el Ministerio del Interior, valoro particularmente que, en medio de las diferencias, hayan sido varios los espacios en los que como país nos hemos sentado a dialogar en los últimos meses, en el marco de la búsqueda de un Acuerdo Nacional.
Ese Acuerdo parte de la base de que la democracia se nutre de múltiples proyectos y visiones de nación; entiende que no somos enemigos y que la victoria no está en acabar con el contrario sino en incluir sus ideas y visiones en un proyecto más amplio, de mayor calado: hemos visto que en Colombia podemos dirimir y competir en el espacio que nos une y que compartimos: la institucionalidad y el discurso.
Así, vale la pena mencionar aspectos que nos han unido recientemente y que son muestra de que lograr acuerdos ha sido posible –y lo seguirá siendo–, alrededor de posibilidades de un cambio de vida para colombianos y colombianas. Entre ellos: el consenso alcanzado en el Congreso con todos los espectros políticos –del Centro Democrático al Pacto Histórico–, alrededor de la ley de la Jurisdicción Agraria, la reforma constitucional para el fortalecimiento al Sistema General de Participaciones; el acuerdo histórico con empresarios y propietarios de tierra para que las comunidades del norte del Cauca accedan a tierra en buenas condiciones y un acuerdo con los banqueros para lanzar un programa de crédito barato clave para pequeños empresarios e industriales.
En Colombia es posible llegar a consensos. Hace poco, en otro artículo de prensa, decía que en este país son muchas más, y mucho más poderosas, las cosas que nos unen que las que nos dividen; por eso, mi invitación es a la reflexión y a que pensemos como sociedad cómo es posible construir desde la diferencia. Y mientras damos el salto a la búsqueda de consensos sobre temas más estructurales, busquemos consensos en torno a lo elemental: desescalemos el lenguaje y hagamos una pausa, como a la que invita este periódico, en estos días de Navidad y fin de año.
* Ministro del Interior.