Poco me sorprende la indiferencia que reina sobre el crecimiento desbordado de los entes de control, conocidos como “asustadurías” o “ías”. Una de ellas, la más emblemática y antigua, es la intocable torre de marfil que llamamos Procuraduría General de la Nación, un gigante poco útil que recibirá casi $200.000 millones más frente al 2021 gracias al nuevo presupuesto general de la nación.
A veces me imagino el Estado colombiano como un galpón de bullies donde se engordan de manera acelerada las armas políticas para que vayan y repriman a quien no tiene influencia o la puede perder a punta de mala fama.
Si a las “ías” llegan casos reales de corrupción (que usualmente descubre la prensa, no ellos), perfecto, porque pueden justificar más presupuesto en su extraña lucha, que se debería fundamentar en tecnología y no en ríos de tinta que ayudan a frenar al mismo Estado.
La ley del mínimo esfuerzo es una condición natural de nuestra cognición. Mientras que algunos funcionarios de las “ías” efectivamente dan lo mejor de sí honestamente, para los que están politizados es mucho más fácil buscar la “irregularidad” en lo abstracto, porque la Procuraduría, como otros entes de control, es juez y parte: acusan, investigan, sancionan, estigmatizan y destruyen. El Estado colombiano, capturado por las cuotas políticas, hoy y siempre, preferirá engordar a los bullies del momento para afianzarse en su odio contra la meritocracia.
Extrañamente, de tanto candidato a la Presidencia que hay, poco se escuchan propuestas reales sobre el oscuro tema de los entes de control. Poco parece importarnos que a la Procuraduría le hayan asignado cientos de miles de millones más; o, peor aún, a la Contraloría, que pasó de $558.000 millones en 2019 a $1,33 billones en el presupuesto del 2022, es decir, más del doble. Eso no lo logran ni empresas de Silicon Valley, pero sí las “asustadurías” del Silicon Valley latinoamericano.
Pensar en estos entes, propios del legalismo excesivo y no de un Estado de derecho sencillo que respeta a sus ciudadanos, me recuerda una frase de Séneca: qué importa saber qué es una línea recta si no se sabe qué es la rectitud. Ellos dan tanto lineamiento, que olvidan que en la eficiencia estatal y el uso productivo de los recursos está la misma ética. Si la Procuraduría se porta así, sus entidades hermanas —¡qué grande es la familia!— no escatiman esfuerzos para embellecer lo que llamé en un paper reciente las culturas del malgasto público. En la Auditoría General, que vigila a las contralorías territoriales y a su vez es un fortín político que siembra terror y destruye la innovación estatal, existe una cosa rara llamada “prima de alta gestión”, cuyos $692.600 son un valor importante para cualquier emprendedor que busca sobrevivir. En las “ías”, parece ser glamour incuestionable.
Podríamos extendernos, por ejemplo, con el brutal endeudamiento que le causó la Procuraduría a Colombia por más de US$40 millones con el BID, de los cuales una porción generosa, US$1,2 millones, deberá irse en temas de comunicaciones. También podríamos devolvernos a las ampliaciones de la planta de funcionarios de 1937, 1964, 1971, 1991, 1995, 2011, 2018 o ahora en 2021, justo ante la macabra pandemia que azota a microempresarios, pero embadurna de estabilidad a las “asustadurías”, pero no vale la pena, pues el principio es el mismo: crecen y crecen, y no nos damos cuenta de que cuanto más crezcan, más capturan al mismo Estado, más ahogan cualquier capacidad de innovación y más “conceptos” sacan para llenar sus informes de gestión.
Curiosamente, en el 2010, en un Congreso de Ética Pública, la viceprocuradora del momento se quejó por el tratamiento dispar del Ministerio Público en varios países (en Colombia, este está compuesto por la Procuraduría y la Defensoría). Lo que no dijo es que el Ministerio Público en otros lugares no tiene nada que ver con la aberración burocrática de Colombia. En México se trata de la misma Fiscalía, que antes de la reforma del 2018 se llamaba Procuraduría; es interesante que en otros países poco resonaron estas creativas ideas, quizá porque entienden que resolver problemas no siempre se hace engordando o creando entidades.
Es curioso que en la cuarta estrofa de su himno (sí, la Procuraduría tiene himno propio) dice: “Hoy al mundo le muestras tu ejemplo de eficiencia y de imparcialidad, eres grande, Procuraduría”. Pero por supuesto, Procuraduría, por supuesto que eres grande, 23 % más grande que en 2021.
* Profesor de economía.