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Estamos perdiendo el tiempo con los debates sobre el clima

Columnista invitado EE: John Bistline, Inês Azevedo, Chris Bataille y Steven Davis
16 de abril de 2022 - 05:30 a. m.

Estamos perdiendo el tiempo con los debates sobre el clima, pues los siguientes pasos son claros

El informe del grupo intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que se publicó la semana pasada, y del que somos coautores junto con muchos colegas, ofrece esperanza para limitar el calentamiento global.

Sin embargo, no hay tiempo que perder. Y el tiempo perdido incluye el que hemos dedicado a debatir temas que nos desvían de nuestras prioridades más importantes en este momento.

Desafortunadamente, los debates sobre decisiones lejanas e incertidumbres futuras están distrayendo de sus objetivos compartidos a corto plazo a los defensores, los creadores de políticas, los investigadores y la sociedad. En el mejor de los casos, estas disputas les dan a los observadores —especialmente a los formuladores de políticas y sus asesores, que están tratando de tomar decisiones difíciles a corto plazo durante una crisis de seguridad energética global— una falsa impresión de que los expertos no están de acuerdo en cuanto a las medidas más efectivas para descarbonizar los sistemas energéticos. En el peor de los casos, estas discusiones pueden detener el progreso al retrasar políticas e incentivos que acelerarían el despliegue de la energía limpia.

En lugar de quedarnos enfrascados en esos debates, deberíamos concentrarnos en formar compromisos creíbles con las políticas públicas, la inversión privada y la innovación.

El objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento muy por debajo de los 2 °C implica reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero a aproximadamente la mitad para 2030 y llegar a cero emisiones netas para mediados de siglo. Mientras buscamos conseguir esas reducciones ambiciosas, los debates sobre cuánta de nuestra energía puede o debe provenir de la energía eólica y solar dentro de 30 años obstaculizan un consenso casi total sobre los próximos pasos. Para la década que viene, reducir rápidamente la producción de electricidad a partir del carbón y construir extensos sistemas eólicos, solares y de almacenamiento son estrategias de bajo costo en muchos lugares, sin importar cuánta energía provenga o no de las energías renovables.

Esto se debe a que la caída de los costos hace que las energías solar y eólica sean cada vez más competitivas, y la electricidad solar ahora es la “fuente de electricidad más barata de la historia” en algunos lugares, según la Agencia Internacional de la Energía. Además, los costos de las baterías y otras tecnologías de almacenamiento también están disminuyendo. Junto con la respuesta a la demanda, la eficiencia energética y los cambios de comportamiento, estas estrategias podrían respaldar sistemas eléctricos confiables con niveles mucho más altos de energías renovables. Y aunque las acciones individuales podrían ayudar a reducir las emisiones, es probable que los cambios drásticos en el suministro de energía desempeñen un papel central para alcanzar cero emisiones netas.

Tampoco discutamos sobre la cantidad exacta de eliminación de carbono que se necesitará para mediados de siglo. Se ha demostrado que la eliminación y la captura de carbono generan polarización entre los grupos ambientalistas; algunos se han resistido a políticas climáticas estatales y federales debido a que las incluyen. Sin embargo, tengamos en cuenta que hay muchas opciones para eliminar el carbono de la atmósfera con el fin de compensar las emisiones en la agricultura, la aviación y la industria. Invertir en investigación y desarrollo relacionados con la eliminación y explorar la comercialización podrían ser medidas valiosas a corto plazo, pero es prematuro preocuparse por el equilibrio adecuado entre la eliminación de carbono y otras estrategias. Contrariamente a las afirmaciones de que la eliminación de carbono no concuerda, a nivel fundamental, con otras estrategias, podemos pasar la próxima década implementando simultáneamente las tecnologías de energía limpia disponibles y ampliando las estrategias de eliminación.

También podemos dejar atrás el debate sobre si tenemos todas las tecnologías que necesitamos. Existen proyectos piloto a escala y comerciales para casi todas las fuentes de emisiones, incluso para las más difíciles de reducir. Es poco probable que alcancemos objetivos ambiciosos como cero emisiones netas sin hacer uso de todas las herramientas tecnológicas y políticas a nuestra disposición y sin inversiones continuas en investigación y desarrollo. Tener más opciones a costos más bajos podría hacer que la transición energética sea más accesible. Por el contrario, el progreso hacia la mitigación del cambio climático no depende de una sola tecnología y estamos logrando grandes avances en muchos aspectos. La innovación con frecuencia genera más innovación, así que es posible que todavía nos esperen sorpresas positivas.

En última instancia, no sabemos exactamente cómo será un sistema energético con cero emisiones netas, pero sabemos lo suficiente como para mantenernos ocupados al menos una década: debemos implementar tecnologías maduras (energías renovables, almacenamiento, vehículos eléctricos, equipos eficientes como las bombas de calor) e invertir en tecnologías que podrían ser necesarias en el futuro. No hay duda de que las vías de cero emisiones netas podrían disminuir el uso de combustibles fósiles, electrificar el transporte y mejorar la eficiencia.

En 2021, Estados Unidos se comprometió a reducir las emisiones al menos a la mitad para 2030, pero las emisiones aumentaron casi un 7 % en ese mismo año. Aunque el proyecto de presupuesto por ahora está estancado en el Senado, los más de 500.000 millones de dólares en inversiones en energías limpias que incluye el proyecto de ley podrían volver a encarrilar la reducción de emisiones para cumplir con el objetivo de 2030, según un análisis reciente. En un momento en que los precios mundiales del petróleo y el gas natural están subiendo, estos créditos fiscales y otras políticas del proyecto de ley también podrían reducir un 6,6 % los gastos anuales de energía de los hogares y las empresas para 2030.

También tenemos que preocuparnos más por las cuestiones de uso del suelo, permisos e infraestructura. Es probable que la energía neta cero requiera un uso considerable del suelo para las energías renovables y la ampliación de las infraestructuras de transmisión y tuberías, pero hay reticencia a la hora de aceptar esos proyectos.

Por ejemplo, los votantes de Maine hace poco bloquearon un proyecto para introducir más energía hidroeléctrica de Quebec en el noreste de Estados Unidos, y los grupos ecologistas y los residentes de estados que por lo demás son conscientes del clima, como California y Nueva York, se han resistido a los parques solares y eólicos. Para superar estos desafíos es necesario entablar un compromiso cuidadoso y crear un consenso entre los grupos afectados por estos proyectos. El tiempo que se dedique a ese tipo de compromiso ahora podría ser el que se ahorre más adelante.

Otra prioridad importante es mitigar con cuidado los riesgos y equilibrar las compensaciones asociadas a los diferentes tipos de sistemas profundamente descarbonizados. Por ejemplo, para garantizar la fiabilidad y asequibilidad de la red eléctrica a corto plazo, es posible que algunas regiones quieran mantener su capacidad nuclear y de gas natural para satisfacer la creciente demanda de vehículos eléctricos y dejar de usar carbón, incluso cuando el gas natural sea sustituido poco a poco por combustibles de cero emisiones como el hidrógeno.

También es importante considerar la manera en que las estrategias climáticas bien diseñadas pueden apoyar los objetivos económicos nacionales y regionales, incluyendo el empleo, la equidad y la actividad económica en general. Por ejemplo, aunque los costos de la energía solar en los tejados están disminuyendo, ha habido grandes disparidades en su adopción en Estados Unidos por raza, origen étnico y nivel de ingresos. Las consecuencias de la contaminación atmosférica derivada de muchos de los sistemas energéticos actuales pueden ser desiguales, pero una transición hacia sistemas energéticos sustentables y bajos en carbono podría mitigar esas disparidades. Las estrategias de descarbonización deben tener como objetivo igualar las oportunidades de adopción de las nuevas tecnologías y promover transiciones justas.

Por supuesto, Estados Unidos no puede hacer esto solo. Aunque las acciones por parte de este país son imperativas si queremos alcanzar los objetivos climáticos globales, Estados Unidos representa una parte cada vez menor de las emisiones mundiales y su liderazgo puede ayudar a facilitar la colaboración y cooperación internacionales en materia de transferencia de tecnología, financiamiento, comercio y seguridad energética para todos.

Las decisiones que tomemos ahora podrían tener un impacto enorme en el futuro a largo plazo de la humanidad. El cambio climático amenaza con poner en peligro a las comunidades, la salud pública y el medioambiente. Los próximos pasos son más claros y asequibles que nunca.

En lugar de distraernos con incertidumbres lejanas y quizás irreductibles, concentrémonos en lo que importa: desplegar tecnologías limpias que sabemos que necesitamos, implementar una política climática coherente, sentar las bases para el progreso futuro y crear una transición justa que comparta los beneficios de un sistema energético sustentable.

(c) The New York Times

Por John Bistline

Por Inês Azevedo

Por Chris Bataille

Por Steven Davis

 

Eduardo(00883)17 de abril de 2022 - 04:57 p. m.
Se necesita un pragmatismo regional muy valiente, eso de considerar que somos una pequeñísima parte del contexto global y no le hacemos ni cosquillas al clima, entonces duro al fracking, explotemos el oro en paramos, duro con minería en manos de multinacionales y deforestemos para promover la ganaderia del Fondo, así tal vez nuestro pedazo de tierra no sufra el cambio climático.
Nautilus(os9iw)17 de abril de 2022 - 11:14 a. m.
Lo cierto es, sin importar las medidas, bien sean políticas, de infraestructura de generación de energías limpias, todo el proceso está retrasado y el tiempo sigue corriendo. A nivel global existen aún grandes sectores que no han aceptado ser sensibilizados frente a los hechos, haciendo todo más complejo y retrasando la implementación de medidas, es como si no nos importara.
Yesid(xq8m1)16 de abril de 2022 - 04:42 p. m.
El capitalismo e imperialismo llevan a la destrucción. ¡Es la crónica de la muerte anunciada del planeta! La ambición arrastra a la debacle. Elon Musk es el ejemplo por excelencia.
Bueno Bueno(20426)16 de abril de 2022 - 03:58 p. m.
El camino todo el mundo sabe cual es. El problema es acometerlo. Los intereses de empresarios, la sociedad de consumo, la sociedad del acaparamiento está muy enraizada.
Ccdaw(v9l66)16 de abril de 2022 - 02:38 p. m.
Solo por el debate: lo mas serio sería que USA dejara de impulsar cuanta guerra puede y se dedicara a desarrollar las tecnologías ambientales que, esas sí, le pueden garantizar poder económico por muchos años …
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