“Rose is a rose is a rose is a rose”
- Sacred Emily, Gertrude Stein (1913)
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El presidente Petro ha hablado, sus palabras unas proclamaciones que retumban a lo largo del país y a nivel internacional. No le tocaba hablar --o al menos no de la forma que lo ha hecho-- pero ya ese genio (digo por su actitud) se salió de la lámpara.
Frente al reciente ataque de Hamás al territorio israelí y la respuesta del ejército a la franja de Gaza el presidente ha hablado sin prudencia, sin matices, sin entender realmente el fondo del conflicto, y sin pensar en que la imagen colombiana cambia a raíz de su rol como mandatario y avatar de todos nosotros. Puede ser muy duro decir que ha mostrado deficiencia como ser humano, pero sus palabras y los efectos de ellas son prueba amplia. No se tiene que ser abogado para construir un caso que demuestre sin lugar a duda que así es. Ahora sí se puede decir, sin ser hiperbólico, que aunque no es la primera vez, sí es el ejemplo más grave en que ha fallado Gustavo Petro en su responsabilidad más básica --en el mínimo común denominador-- como presidente de Colombia.
A Petro le duelen --como nos debería doler a todos nosotros-- las muertes palestinas, los niños asesinados, los edificios derrumbados. Se debe mantener responsable al gobierno de extrema derecha de Benjamin Netanyahu, en el cual han estado funcionarios que han dicho que “no existe eso que llaman al pueblo palestino” y que “por cada misil que le dé a unas de nuestras ciudades en el sur retaliaremos al borrar un vecindario entero en Gaza”.
Pero también es verdad que Hamás difiera de la Autoridad Nacional Palestina, es verdad que Hamás no reconoce la existencia de Israel, es verdad que Hamás toma posiciones que van muy en contra de los derechos de las minorías, es verdad que una gran parte de aquellos que se ven reflejados o tienen conexiones directas con Israel y Palestina prefieren una paz duradera, prefieren un plan que perdure en el que se pueda crear un Estado palestino y un Estado Israelí. Si el presidente quiso hablar al comenzar este imbroglio pudo haber mencionado las actitudes y acciones de Israel frente al pueblo palestino y también pudo haber condenado los ataques de Hamás. Pudo haber elevado las voces por las víctimas de Hamás y también de las víctimas israelíes.
Pudo haber aprendido de la forma prudente y pausada en la que el presidente de Chile, Gabriel Boric, habló de estos eventos recientes: “Nuestra solidaridad está y estará siempre con las víctimas de la violencia, sin distinción… Condenamos sin matiz alguno los brutales atentados, asesinatos y secuestros de Hamás. Nada puede justificarlos ni relativizar su más enérgico rechazo. Condenamos también los ataques indiscriminados contra civiles que lleva adelante el ejército de Israel en Gaza y la ocupación ilegal por décadas de territorio palestino violando el derecho internacional. En el dolor no hay empates posibles, cada hecho es una tragedia por sí mismo”.
Pero no. En cambio, Petro lanza esta bobada: “Ningún demócrata en el mundo puede aceptar que Gaza sea convertida en un campo de concentración”. ¿Se refería el presidente a la descripción de Gaza hecha por el Human Rights Watch en el que llamaron a la franja una “prisión al aire libre”? Pues que diga eso. Pero no salte directo a invocar los horrores del Holocausto.
Es curioso que también haya dicho que “desde muy joven estudié el conflicto palestino israelí”, ya que poco veo de eso en su falsa equivalencia entre el Holocausto en el que murieron nueve millones de personas de varios grupos… y el primer día de la retaliación contra Gaza. Tal vez lo rajaron en esa materia. Quién sabe.
A las pocas horas, el embajador de Israel en Colombia, Gali Dagan, propone que le “encantaría invitar al señor presidente… a visitar el museo de Yad Vashem… Polonia… el campo del muerto de Auschwitz-Birkenau, el campo de… Majdanek”. Petro manda otro trino: “Ya estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza”.
El presidente escucha que alguien le habla y se hace el loco. ¡Mi posición es impopular!, seguro se dice a sí mismo, porque nadie está cobrándole las cuentas a Israel. No, presidente, su posición es impopular porque no quiere escuchar a voces más conocedoras y sensatas sobre lo tenue y difícil que es este conflicto.
El presidente del Yad Vashem (el museo y memorial en Israel de la recordación sobre el Holocausto) responde, me imagino yo, que después de un profundo (¡profundísimo!) suspiro: “Presidente… afirmo que no entendió absolutamente nada de lo que vio en Auschwitz o se negó a verlo. Usted tiene el dudoso honor de ser el único líder mundial fuera de Irán que trivializa así --en realidad niega-- el Holocausto”. Trivializa. Niega.
El Congreso Judío Mundial también responde: “Presidente @petrogustavo: Lo que usted dice es un insulto a las seis millones víctimas del Holocausto y al pueblo judío… Este post es vergonzoso para usted y su país.”
Trivializa. Niega. Vergonzoso. Shame. Para usted y su país.
Acá en los Estados Unidos hay varios ya que están celebrando la muerte de israelíes y aclaman a Hamás.
Hay otros que usan retórica extremista y casi genocida al querer destruir hasta la mismísima idea de los palestinos y su mera existencia. Como lo explica The Intelligencer, los dos extremos se equivocan al decir que cada posición llama responsable a su lado y “transfiere la culpa de los grupos que gobiernan a sus ciudadanos. Y los dos lados comparten la característica más importante: se rehúsan a reconocer que las metas políticas y militares que esperan lograr deben tener como contrapeso la humanidad de los civiles inocentes o al menos reconocer que existen civiles inocentes del otro lado. En esencia, rechazan el principio de la humanidad universal”.
Y ya los trinos de Petro han sido compartidos en la cuenta oficial de Hamás en la app. Telegram, junto a fotos de Kim Jong Un y del presidente de Irán, Ebrahim Raisi.
Recuerdo que me dije: ahora son los presidentes y embajadores, los museos y los congresos, los que nos juzgan. La perspectiva tan miope y ampulosa, dios mío…
Miren, es fácil criticar desde afuera. No soy presidente, no tengo el estatus o la plataforma que tiene el presidente. No vivo en Colombia desde hace ya un buen número de años, así que no pretendo decir que esto es un ejemplo de él, de su gobierno, de cómo está el país. En eso no tengo experiencia. Pero no toca tener experiencia avanzada para comentar de forma piadosa, caritativa, humana, frente al conflicto. Toca criticar a los que tienen poder y llorar por el sufrimiento de todos los que no lo tienen. Petro no es asesino como dicen algunos, pero parece ignorar la pérdida de tantas vidas de un lado de un conflicto que se le podría llamar cómplice metafórico de los crímenes.
Lo que se viene en este conflicto va a ser el horror y el caos, y lo que ha habido en la respuesta colombiana es vergüenza: Ivonne Rubio, una colombiana de 26 años, fue masacrada junto a varios que estaban en un festival de música en Israel. Su novio, Antonio Macías, sigue desaparecido. Pero según la Cancillería lo que está pasando en Israel, en Gaza, en los corazones y las almas de los que están viviendo la guerra, han sido apenas unos “gravísimos sucesos”. No se menciona a los terroristas de Hamás. No se menciona la masacre. Ya Ivonne murió una vez y por no llamar a las cosas por su nombre ha muerto una segunda vez.
“La ecuación moral que no incluye a los seres humanos en cada lado es una fórmula para la muerte.” Así lo dice The Intelligencer, así lo demuestran los trinos y testarudez del presidente, así se refleja en la imagen del país, y así es que nos debería preocupar a todos, a rezarle a cualquier dios que allá exista que el presidente muestre que sí conoce de humanismo, porque lo “humano” y lo doloroso no discriminan.