Por Felipe Jaramillo*
Para un buen numero de miembros de la generación a la que pertenezco, que hoy se encuentra entre los 30 y los 40 años, vincularse al sector público no constituye una opción atractiva, y si cuentan con preparación académica más allá de la carrera universitaria la percepción es aún más crítica pues lo consideran un retroceso. Con la experiencia adquirida a través de este año frente a ProColombia estoy en capacidad de afirmar que hoy más que nunca el país requiere de un rol más proactivo y participativo de todas las generaciones.
La innegable transformación de Colombia en las últimas décadas, hoy con mayores oportunidades de crecimiento y una imagen internacional recuperada como destino de negocios y turismo, no podrá mostrarse al mundo entero sin el concurso de quienes por su preparación, experiencia y visión tienen cómo aportar y conducir a la nación a un desarrollo mayor de su proactividad, innovación y empleo.
Preocupa la polarización interna y más cuando el camino es todavía largo en la construcción de una nación mejor y cuando todos los sectores de la sociedad deben estar enfocados en una misma dirección, que redunde en el desarrollo de Colombia para beneficio de las nuevas generaciones. Y no podemos dejar de lado los peligros inherentes del servicio público, que por la complejidad de la normatividad nacional trae consigo riesgos personales para los funcionarios de buenas intenciones.
El Observatorio de la Democracia, centro académico de investigación y análisis de opinión pública y comportamiento político y social de la Universidad de los Andes, en un ejercicio interesante sobre el tema, en el que preguntó si la democracia es la mejor forma de gobierno, encontró que en el último Barómetro de las Américas de 2016 solo 53 % de los encuestados en Colombia considera que sí, 43,4 % no siente orgullo de vivir bajo el sistema político colombiano y que 19,6 % es indiferente. Más allá de las encuestas, el llamado es a la acción. Las nuevas generaciones deben asumir un papel más protagónico y propositivo.
En momentos como el que vive el país, en el que la paz es un punto de inflexión que nos debe unir como sociedad y entenderse como una oportunidad real para avanzar en todos los objetivos que nos hemos trazado como nación para dar el salto al desarrollo, la vocación por lo público es fundamental.
Hoy, desde la experiencia afirmo que el trabajo en el sector público es inspirador. Así ha sido este año en que he estado al frente de la organización que se encarga de mostrarle al mundo los atractivos de Colombia como exportador de bienes diferentes al petróleo y la minería, como destino de inversión y turismo. En todas las regiones del país me encuentro con jóvenes que probablemente tienen grandes opciones en el sector privado, pero han elegido servir y sacar adelante al país, como empleados públicos. Así que soy optimista.
A raíz de la reciente celebración del Día Nacional del Servidor Público invito a la reflexión institucional, a pensar sobre la importancia de esta noble vocación, que no debe tener otro propósito que el bien común.
* Presidente de ProColombia.
Por Felipe Jaramillo*
Para un buen numero de miembros de la generación a la que pertenezco, que hoy se encuentra entre los 30 y los 40 años, vincularse al sector público no constituye una opción atractiva, y si cuentan con preparación académica más allá de la carrera universitaria la percepción es aún más crítica pues lo consideran un retroceso. Con la experiencia adquirida a través de este año frente a ProColombia estoy en capacidad de afirmar que hoy más que nunca el país requiere de un rol más proactivo y participativo de todas las generaciones.
La innegable transformación de Colombia en las últimas décadas, hoy con mayores oportunidades de crecimiento y una imagen internacional recuperada como destino de negocios y turismo, no podrá mostrarse al mundo entero sin el concurso de quienes por su preparación, experiencia y visión tienen cómo aportar y conducir a la nación a un desarrollo mayor de su proactividad, innovación y empleo.
Preocupa la polarización interna y más cuando el camino es todavía largo en la construcción de una nación mejor y cuando todos los sectores de la sociedad deben estar enfocados en una misma dirección, que redunde en el desarrollo de Colombia para beneficio de las nuevas generaciones. Y no podemos dejar de lado los peligros inherentes del servicio público, que por la complejidad de la normatividad nacional trae consigo riesgos personales para los funcionarios de buenas intenciones.
El Observatorio de la Democracia, centro académico de investigación y análisis de opinión pública y comportamiento político y social de la Universidad de los Andes, en un ejercicio interesante sobre el tema, en el que preguntó si la democracia es la mejor forma de gobierno, encontró que en el último Barómetro de las Américas de 2016 solo 53 % de los encuestados en Colombia considera que sí, 43,4 % no siente orgullo de vivir bajo el sistema político colombiano y que 19,6 % es indiferente. Más allá de las encuestas, el llamado es a la acción. Las nuevas generaciones deben asumir un papel más protagónico y propositivo.
En momentos como el que vive el país, en el que la paz es un punto de inflexión que nos debe unir como sociedad y entenderse como una oportunidad real para avanzar en todos los objetivos que nos hemos trazado como nación para dar el salto al desarrollo, la vocación por lo público es fundamental.
Hoy, desde la experiencia afirmo que el trabajo en el sector público es inspirador. Así ha sido este año en que he estado al frente de la organización que se encarga de mostrarle al mundo los atractivos de Colombia como exportador de bienes diferentes al petróleo y la minería, como destino de inversión y turismo. En todas las regiones del país me encuentro con jóvenes que probablemente tienen grandes opciones en el sector privado, pero han elegido servir y sacar adelante al país, como empleados públicos. Así que soy optimista.
A raíz de la reciente celebración del Día Nacional del Servidor Público invito a la reflexión institucional, a pensar sobre la importancia de esta noble vocación, que no debe tener otro propósito que el bien común.
* Presidente de ProColombia.