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Ideas para democratizar el sector financiero

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Columnista invitado EE: Juan Carlos Matamoros López*
02 de agosto de 2022 - 06:43 p. m.
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Hoy estamos ad-portas del comienzo del gobierno progresista presidido por Gustavo Petro, quien fue elegido sobre la base de varias promesas, siendo quizás la más importante la de reducir la enorme brecha de desigualdad en las oportunidades para los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Quisiera en este espacio referirme a una poderosa herramienta que tiene el gobierno para lograrlo, alineando en ese objetivo al sector financiero.

Hay varias percepciones muy claras entre los colombianos frente a los bancos y en general frente a las diferentes entidades financieras, algunas más o menos injustas, pero todas con algún asidero en la realidad. La primera de ellas es que los bancos ganan dinero en exceso, que sus utilidades no se compadecen con la realidad de lo que ocurre en la economía del sector real. Sin importar mucho si hay pandemia o no, si el dólar sube o baja, si la inflación vuelve a los dos dígitos, si hay riesgos o no de recesión, los bancos siempre se las arreglan para mantener altos márgenes de rentabilidad. Y saben que, si llegan a una crisis como en los noventa, el Estado saldrá en su rescate, pues no puede permitirse su derrumbe. La gente del común tiene una especie de proverbio que reza que los bancos solo le prestan dinero a aquellos clientes que les demuestran que no necesitan el crédito y, adicionalmente, cuando comparan las tasas de captación con las de colocación, encuentran un margen injusto y excesivo, aún sin considerar las comisiones que por todo concepto les cobran a sus clientes.

Uno de los resultados positivos que trajo consigo la pandemia fue una tremenda aceleración de las tasas de bancarización de la sociedad colombiana, alcanzando porcentajes inimaginables de población bancarizada, eso sí únicamente en productos del pasivo, como depósitos de ahorro y monederos como Nequi y Daviplata. No ha ocurrido lo mismo con los productos de crédito a excepción de la emisión de tarjetas de crédito con tasas de usura y altas comisiones de administración.

La verdadera democratización del sector financiero consistiría en derribar las barreras de acceso al crédito que enfrentan hoy más del 90 % de las empresas colombianas, Pymes y Mipymes, que continúan sin ser sujetos de crédito de la banca colombiana y que cuando llegan a tener un crédito aprobado encuentran que las tasas son las máximas legales de usura. Lo mismo ocurre con las personas naturales con ingresos inferiores a dos salarios mínimos, y en mayor medida con los independientes, con los informales, que son más del 50 % de la población económicamente activa. Esa barrera invisible e infranqueable para los colombianos son los modelos de riesgo de los bancos que por supuesto buscan maximizar las utilidades minimizando el riesgo.

Creo que una de las acciones que los colombianos esperan del gobierno de izquierda de Gustavo Petro, es que se derriben o se permeen esas barreras de tal manera que, garantizando la estabilidad del sector, se permita una verdadera democratización del crédito que logre la eliminación de los ilegales y amenazantes mercados de crédito gota a gota.

Hasta el momento, lo que se ha escuchado del gobierno entrante es su intención de elevar el impuesto de renta al sector financiero, y aunque estoy totalmente de acuerdo con esa medida, ello por sí solo no significa ninguna democratización, solo es un esfuerzo por disminuir la inequidad en el pago de impuestos.

Para democratizar de verdad el sector financiero serían necesarias medidas adicionales, como por ejemplo, en los siguientes caminos:

- Aumento de la competencia que rompa el actual oligopolio existente en el sector financiero, en donde tres o cuatro jugadores concentran alrededor del 70 % de la cartera bancaria.

- Fortalecimiento y modernización de la banca pública que la convierta en un jugador de primera categoría en el mercado.

- Mecanismos de intervención en los modelos de riesgo de los bancos que garanticen menores brechas de tasas de interés y una mejor dispersión de la cartera entre los diferentes sectores de la economía.

Para aumentar la competencia entre los bancos y terminar con la cartelización del sector, el gobierno podría reducir las barreras existentes para la entrada de nuevos bancos al país, incluso promoviendo activamente a Colombia en los mercados internacionales como atractivo destino para nuevos bancos exitosos en otros mercados de la región. Cuando éste sea un mercado de 40 o 50 jugadores en realidad influyentes, muy seguramente los márgenes de intermediación se reducirán por simple efecto de la competencia, como ocurre en los principales mercados europeos y norteamericanos

El nuevo gobierno debería también tomar las medidas necesarias para convertir al Banco Agrario, junto con todos los demás vehículos públicos del sector financiero (financieras, fiduciarias, bancos de segundo piso, compañías de seguros, etc), en un jugador fundamental del sector financiero, manteniendo las diferentes razones sociales pero unificándolo bajo un solo lineamiento estratégico que además de público sea claro y medible para todos sus administradores. La banca pública debe continuar y acelerar su camino hacia la modernización, haciéndose partícipe y líder de las nuevas herramientas de Fintech que permitan hacer más eficientes los canales y productos dirigidos hacia todos los sectores económicos. Para lograrlo, muy seguramente habrá que invertir en ello, con la certeza de que sus réditos se verán en el mediano plazo en la democratización del sector financiero.

Puesto que la intermediación financiera es un servicio público prestado por particulares bajo la supervisión y reglamentación del Estado, el gobierno debería utilizarlo como herramienta para generar una mayor solidaridad entre los diferentes tipos de riesgo. Una forma de hacerlo es la que describí el 6 de mayo del 2020, como columnista invitado de El Espectador, en artículo titulado “¿Se puede pensar en una banca solidaria?”, que proponía básicamente intervenir los modelos de riesgo de los bancos para disminuir la brecha de tasa de interés, entre los riesgos premium y los riesgos de Mipymes y personas naturales independientes, acompañado de medidas del Estado en términos de agresivas políticas de garantías, a través del Fondo Nacional de Garantías, para equiparar las cargas de riesgo. Igualmente, el gobierno podría establecer esquemas de incentivos, como por ejemplo en condiciones de encaje y tasa de interés, para direccionar los flujos de crédito hacia aquellos sectores que hoy, por condiciones de riesgo y tasas, no los reciben.

Si me pregunto cuál de las tres alternativas sería más eficiente para una verdadera democratización del sector financiero, mi respuesta sin duda es: todas las anteriores.

Pienso que los colombianos no están esperando del gobierno de Gustavo Petro que simplemente les suban los impuestos a los banqueros; esperamos una verdadera democratización del sector financiero.

* Economista – Consultor. Miembro de la Tertulia Cervantina 77

El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de su autor

Por Juan Carlos Matamoros López*

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