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La esperanza es la coalición

Columnista invitado EE: Juan Carlos Matamoros López*
01 de julio de 2021 - 01:11 a. m.

La polarización política atraviesa a toda América en este primer cuarto del siglo XXI, atizada muy especialmente por la inmediatez y el apasionamiento en las redes sociales y la disminución de la confianza del pueblo en los partidos políticos, mientras el caudillismo hace de las suyas. Hemos sido testigos de cómo incluso la irreductible democracia de EE. UU. trastabilló en las últimas elecciones presidenciales como resultado de la polarización Biden-Trump. Lo vemos en Chile, Argentina y Ecuador, países en donde izquierda y derecha se han turnado el poder en cerradas elecciones no exentas de grandes riesgos para sus democracias. Ocurre en Brasil, en donde la derecha recuperó el poder tras dudosas batallas legales que han pretendido sacar del ring a la izquierda, que ahora con Lula se prepara para recuperar la Presidencia. Y acaba de suceder en el Perú, en donde dos representantes de los extremos políticos deciden por estos días en un photo finish la presidencia del país.

Colombia tampoco se ha librado de estos escenarios. Desde el plebiscito sobre el Acuerdo de Paz y luego en las elecciones presidenciales de 2018, cuando por primera vez la izquierda se convirtió en una alternativa real de poder en Colombia, con Gustavo Petro obteniendo ocho millones de votos frente al actual presidente, Iván Duque, en las elecciones más polarizadas en la historia reciente de Colombia. Hoy, en nuestras redes sociales, reina el principio que dice que quien no piensa como yo, automáticamente es mi enemigo y no merece ningún respeto de mi parte y por tanto, debe ser acribillado por la turba del twitter.

Cuando estamos a un año de las elecciones presidenciales de 2022, el panorama electoral es bastante oscuro. Después del lamentable período actual, en el que se alinearon los planetas en contra de Colombia, sumando a la pandemia la ineptitud del gobierno de Iván Duque, encontramos a la derecha recalcitrante del Centro Democrático sin candidatos presidenciales propios viables, aunque no debemos olvidar el poder de Álvaro Uribe para encaramar en el poder a cualquier otro Duque, o para sumarse a nuevas candidaturas “independientes” como la recientemente lanzada por Enrique Peñalosa. Pero por el momento, parecen desubicados, sin claras estrategias para retener el poder, aparte de continuar sembrando el miedo de que la izquierda nos volverá Venezuela, olvidando que la derecha ya nos volvió pedazos. Los vemos en una desesperada táctica de eliminar legal y políticamente a sus principales rivales, queriendo enredar judicialmente a Sergio Fajardo por el tema de la deuda en dólares de Hidroituango, reviviendo nuevamente los fallidos intentos de darle muerte política a Gustavo Petro, sin ningún éxito. Esta derecha se queja de las estrategias antidemocráticas utilizadas por los regímenes hoy en el poder en Venezuela, Cuba y Nicaragua, en donde eliminan de diversas formas a los adversarios políticos antes de las elecciones, mientras ellos acá pretenden utilizar las mismas armas.

Entre tanto, la extrema izquierda, representada hoy por la Colombia Humana, camina sinuosamente entre el apoyo a los jóvenes que protestan pacíficamente contra el orden social, económico y político en Colombia, y un supuesto apoyo a las protestas violentas y vandálicas, recorriendo lo que la derecha llama el libreto del Foro de Sao Paulo. La Colombia Humana no ha logrado desvirtuar con éxito la estrategia del pánico a Petro que el Centro Democrático lleva 20 años sembrando entre los colombianos, ni tampoco ha logrado conformar un verdadero partido político, con un programa de gobierno viable y congruente que, al menos, disimule un poco el caudillismo de su “mesías”.

Apareció hace algunos meses una tercera opción política, la Coalición de la Esperanza, que ha logrado unir la izquierda de Dignidad, con movimientos liberales de Humberto de La Calle y Juan Fernando Cristo, el Nuevo Liberalismo de Juan Manuel Galán, y el movimiento independiente de Sergio Fajardo. Esta coalición de centro izquierda aun no arranca con la fuerza necesaria para convertirse en una opción de poder, para lo cual necesita indefectiblemente que la Alianza Verde, que participó en sus inicios, se les una sin reservas, y que el Partido Liberal igualmente participe con todo entusiasmo en ella.

Analicemos por un momento lo que le espera a Colombia en diferentes escenarios electorales:

Primero, si el Centro Democrático y la Colombia Humana son quienes llegan a la segunda vuelta, el grado de polarización va a ser muy difícil para el país. Si el Centro Democrático lograra mantenerse en el poder, es previsible que tendremos otros cuatro años de protestas cada vez más numerosas y masivas, con el costo que ello implica para el país y para la gobernabilidad. Si el nuevo presidente en este escenario fuera Petro, el temor, que él mismo nos manifestó en reunión con algunos empresarios bogotanos, es que la Colombia Humana no logre mayorías decisorias en el Congreso, y que éste intente un golpe de estado parlamentario, ante el cual Petro no tendría otra opción que recurrir al constituyente primario, a través de un plebiscito o de otra Asamblea Constituyente, alternativas que sabemos dónde comienzan, pero no dónde terminan. En mi concepto, este escenario, sea quien sea el vencedor, será altamente inconveniente para el país.

Segundo, si quienes llegaran a la segunda vuelta fueran la Coalición de la Esperanza y la Colombia Humana, se habría logrado, al parecer, el objetivo compartido por estas dos fuerzas, de sacar del poder al Centro Democrático. Sin embargo, es obvio que en este escenario el Centro Democrático pretendería apoyar en la segunda vuelta a la Coalición en un “todos contra Petro”, con lo que se correría un gran riesgo de que el uribismo se mantuviera en el poder en cuerpo ajeno. Así, se vivirían los mismos riesgos de ingobernabilidad mencionados en el párrafo anterior.

Tercero, si quienes llegaren a la segunda vuelta fueran la Coalición de la Esperanza y el Centro Democrático, sería la Colombia Humana la que seguramente pretendería apoyar a la Coalición, con lo cual se alimentaría la estrategia de terror a Petro, garantizando la permanencia del uribismo en el poder, una vez más repitiéndose los riesgos mencionados.

Cuarto, así las cosas, la solución electoral más prometedora para el país sería un triunfo contundente en la primera vuelta de la Coalición de la Esperanza, que dejaría a los dos extremos políticos en la lona, demostrando que los colombianos definitivamente sí queremos un cambio, pero un cambio que no nos lleve hasta el borde del despeñadero, por donde se pueden derrumbar nuestra democracia y nuestra institucionalidad.

En las condiciones actuales, el triunfo de la Coalición en primera vuelta es solo una quimera; para convertirla en realidad, se requiere que la Alianza Verde logre superar con éxito en el futuro inmediato los obstáculos internos que por ahora no le han permitido ser un miembro actuante de la Coalición, y que presente su propio candidato a la consulta que, en marzo próximo, definirá el candidato definitivo de la Coalición. Aun más importante, sería que César Gaviria y el Partido Liberal hicieren lo mismo, apoyando sin ambages a Humberto de la Calle o a Juan Manuel Galán, o convenciendo y presentando a la consulta al reacio Alejandro Gaviria, quien, aunque no tenga las condiciones para ser el mejor candidato, sí fuese probablemente el mejor presidente.

Sé que se ve difícil, pero el primer paso para alcanzar un sueño es definirlo, y después trabajar sin pausa y solo con algo de prisa, hasta alcanzar la victoria final en la primera vuelta del 2022. La esperanza está en la Coalición, el centro izquierda es el camino.

* Miembro de la Tertulia Cervantina 77. El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de su autor

Por Juan Carlos Matamoros López*

 

hector(85138)01 de julio de 2021 - 03:03 p. m.
Mucha carreta con el miedo a los nombres, el de Petro sobre todo, y ningún análisis sobre los programas de gobierno. Ningún aporte positivo hace este escrito, aparte de la promoción a los de su coalición preferida.
Caliche(62305)01 de julio de 2021 - 02:45 p. m.
Juan Carlos. Gracias por su análisis. Lo veo muy sensato. No hay partidos fuertes, solo mesías de todos los colores que aspiran al poder. No me veo representado en la Coalición de la Esperanza (politiqueros, oportunistas, delfines y tibios). Votaría por un Alejandro Gaviria, un líder intelectual con sensibilidad por el país.
Rolo(39179)01 de julio de 2021 - 01:17 p. m.
Asume usted como un hecho cierto e innegable que Petro es un peligro, un daño para el país, pero de ahí no pasa, no aporta información que lo respalde. A Petro lo han perseguido ferozmente pero ahí está pleno y en libertad. Esto porque salido él del M 19, no se le conoce el más mínimo delito o falta similar a pesar de mentiras y la persecución de políticos corruptos y de columnas negras como esta.
ERWIN(18151)01 de julio de 2021 - 12:02 p. m.
en resumen ..hay que votar por Petro ..su programa si es viable ..no tiene compromisos con luchito .. le apuestra a la educacion ..al campo ..nada que no se pueda realizar ..los demas no tienen la fuerza para boponerse a luchito ..el unico es Petro ..
Lalo(70277)01 de julio de 2021 - 02:59 a. m.
En la coalición de la Esperanza anidan personajes tibios y ligeros como Sergio Fajardo, miembros de la vieja clase política (corresponsable del actual estado de cosas) como Cristo, De la Calle y Galán, y decepcionantes como Robledo, que, al proponerse como una tercera vía, terminan haciéndole el juego a la derecha ultramontana y traicionando los sagrados intereses del marginado pueblo colombiano.
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