Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

La historia en la monarquía británica

Columnista invitado EE

10 de mayo de 2023 - 05:49 p. m.

Ninguno de los asistentes el sábado pasado a la ceremonia de coronación de Carlos III en Westminster podría sospechar el enorme tumulto que se organizó en la de su antepasado Jorge IV –durante muchos años “Príncipe regente” de su loco padre Jorge III- en el mismo lugar y con ocasión de idéntico acontecimiento.

PUBLICIDAD

En el momento de la coronación, 19 de julio de 1821, compareció en las puertas de la sagrada Abadía la reina no coronada y esposa separada de hecho pero no divorciada del monarca, reclamando a voces su parte en la ceremonia. Jorge, que la odiaba, se negó en rotundo. La cosa degeneró en tumultos, forcejeos y algaradas por todo Londres que no extrañaban a nadie, porque los desprestigiados Hannover reinaban en medio de un repudio general que parecía preludiar el inevitable advenimiento de la República.

Se trataba de un ceremonial extravagante que en su pura ritualidad medieval chocaba frontalmente con el sentir de una sociedad, que en plena revolución industrial se movía en clave de lucha de clases y de burguesía ascendente. En semejante contexto, la monarquía británica era un anacronismo destinado a desaparecer, como el uso o la rueca de hilar, diría el propio Marx. O al menos, eso parecía hasta el reinado de la reina Victoria (1837-1901), que convirtió a Gran Bretaña en la metrópoli venerada de un Imperio universal que dominaba el mundo. Tres ceremonias sucesivas, la durbar imperial en la India de 1877 y los dos jubileos de oro y platino, permitieron a la monarquía británica reconvertir la historia y llenarla de un contenido nuevo en el que los viejos ritos feudales simbolizaban en realidad la nueva pujanza de una nación imperial que dominaba el mundo y que permitía a los británicos sentir sus amos do quiera estuvieran.

Y es que la historia convenientemente reinterpretada es la clave de la persistencia de la monarquía británica y con ella de toda su estructura constitucional. No es que los ingleses estén ante una historia ininterrumpida que no ha cambiado en mil años. Es que pese a los importantes y numerosos cambios que la adaptan a las exigencias de la realidad, existe un hilo de continuidad histórico desde el que las cosas evolucionan adaptándose a las nuevas dimensiones de una sociedad que, como todas, también se va transformando. La historia se convierte así en un receptáculo que formalmente es el mismo, aunque materialmente responde a otros contenidos.

Read more!

El medievo se vacía de contenidos feudales y sus estructuras formales dan paso al mayor Imperio comercial capitalista de la humanidad moderna, que es lo que se impuso con la reina Victoria. Algo que no sucede en otras monarquías, porque son producto de otra situación y tienen una identidad diferente. Así, por ejemplo y sin ir más lejos, España, donde la monarquía es hija de la transición política de 1975/78 y el rey es una institución de presente (para quien quiera saber más, consulte: ¿Un Rey para qué?).

Se puede estar de acuerdo con la monarquía británica o no, pero su naturaleza de elemento simbólico de integración de todos los británicos funciona, o funcionaba, hasta hace muy poco, como demostraron las dos Guerra Mundiales, en las que miles de británicos de Canadá, Australia, Nueva Zelanda fueron a morir al frente para defender una tierra que no habían visto nunca. O en fechas todavía recientes, la solidaridad británica que despertó la respuesta a la aventura argentina en las Malvinas.

Read more!

La ceremonia que vimos el sábado responde también a esta lógica, a una dimensión imperial que entre despojos todavía parece ostentar el descendiente de Guillermo de Normandía, que legitimado por la bula del papa conquistó la tierra anglosajona. La corona que a partir de ahora ceñirá Carlos III pretende invocar y atraer un Imperio mundial que sociológicamente está siendo fuertemente contestado por una realidad política que dice abiertamente que la Gran Bretaña que ha salido de la Unión Europea ya no es lo que era.

¿Podrá Inglaterra volver a utilizar la historia para reconstruirse materialmente, dando vida a un nuevo ser que la mantenga viva y políticamente relevante en el escenario mundial? En el reinado de Carlos III lo sabremos.

* Doctor en Derecho. Catedrático de derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.