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La línea amarilla

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26 de mayo de 2023 - 10:56 p. m.
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Después de tres años no tuve más remedio que pagar la multa. Mi alegato fue derrotado. Había adelantado un enorme camión que subía a 30 kilómetros el alto del crucero a la salida que de Sogamoso conduce a Yopal. Y lo volvería a hacer. A mi juicio se podía adelantar por la recta de más 120 metros que permitía total visibilidad. No puse en riesgo a nadie, no creé ninguna zozobra. Eso sí, lo hice en doble línea amarilla continua. De lo contrario habría tenido que seguir detrás del camión hasta Toquilla o hasta el propio Yopal como me dijo el policía de carreteras que me impuso el comparendo. Mi problema no tiene que ver con la importancia de la línea amarilla y en general con las señales de tránsito. Claro que no. Mi alegato se basó en el lugar donde estaba pintada. Debía ser discontinua. Por la recta.

¿Qué si me dolió el millón largo de pesos que pagué? Claro que sí. Además había desistido de tomar el curso y pagar la mitad del comparendo. He declarado muchas veces que lo mío es el idealismo. Empecé por reconocer que mi adelantamiento supuso pasar por encima de la doble línea continua amarilla. Porque así fue. E intenté, sin lograrlo, demostrar que la doble línea es estúpida en el sitio donde está. Carece de cualquier racionalidad. Llegué hasta el Ministerio de Transporte. Bueno, intenté llegar por entre la maraña de funcionarios que como los buenos equipos de fútbol pasan el balón a un solo toque. De primera.

A la salida de la tesorería de la oficina de tránsito, vadeando mi derrota pensé en los colegios, en cuantas líneas amarillas continuas pintamos a veces porque sí y a veces porque nunca se sabe y a veces porque es mejor curarse en salud. El inventario es largo. En los sistemas de evaluación, en los manuales de convivencia, en la presentación de los trabajos, en las prácticas de clase, hasta en el recreo. El derecho como negación o prohibición tiene en las escuelas un escenario privilegiado. Nos encanta el no. Casi nunca algo se puede si tal cosa o tal otra, al punto que un sujeto en formación pueda ejercitar el arduo y apasionante aprendizaje de formarse un criterio, un juicio propio. Se prohíbe. Punto.

Subvertir una norma supone una autonomía moral de más alcance y mayor responsabilidad que el constreñimiento razonable que la norma impone. Restringir la conducta no es el único cometido de la norma. También cabe orientarla. E incluso propiciar una conducta correcta y sensata en caso de su defecto o desaparición, pues de lo contrario se podría alegar estúpidamente que como no estaba la línea continua pintada en la curva, esa ausencia me daría el derecho a adelantar. Y obvio no. La curva impone su dominio. De hecho, es frecuente que el tráfico lento o pesado le ayude a uno a adelantarlos con una pequeña señal. Incluso en curva. Con esa ayuda, uno tiene información de mayor calidad para tomar una acción. O quedarse detrás hasta cuando aparezca, si es que aparece, la discontinuidad de nuestra colombianidad.

* Rector del Gimnasio de los Llanos.

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Gonzalo(2011)27 de mayo de 2023 - 07:17 p. m.
De acuerdo con usted. La norma para ser cumplida debe tener un objetivo que beneficie a todos, o por lo menos a la mayoría, cuando no cumple ese objetivo, la norma carece de sentido y no se cumple. Algo que los funcionarios encargados de diseñar la seguridad en el transporte no comprende.
Adriana(87955)27 de mayo de 2023 - 06:07 p. m.
Escribiendo en el inmenso desierto de la ignorancia.
Sigifredo(51538)27 de mayo de 2023 - 02:14 p. m.
He usado en contadas ocasiones la vía que de Villeta lleva a Guaduas, y me parece "jarto" ir detrás de varias tractomulas y camiones a 20 o 30 kilómetros por hora, por tratarse de una vía de doble sentido separada con sendas rayas amarillas, pero veo el susto de algunos temerarios que por adelantar casi no lo logran y sigo con paciencia, sin adelantar, esos 35 tortuosos kilómetros. Es mejor perder un minuto en la vida y no la vida en un minuto, señor rector. Dura lex, sed lex.
Arturo(82083)27 de mayo de 2023 - 07:13 a. m.
Usted llega a un cruce en una calle solitaria donde hay un semáforo en rojo. Ningún vehículo se acerca por la derecha ni por la izquierda. Su sentido común le indica que puede cruzar, pero el color rojo del semáforo le indica que no puede cruzar. El unico peligro al cruzar es que haya por ahi un policía cazador esperando que la víctima caiga en la trampa para "negociar" la liberación de la multa. Fue muy probablemente lo que le ocurrió al columnista. Si el policía que le impuso el comparendo
  • Arturo(82083)27 de mayo de 2023 - 07:19 a. m.
    de verdad estaba ahí para defender el cumplimiento de una norma a todas luces absurda y "castigar" a los infractores, lo que moralmente merece es ser expulsado de la institución por inepto. El sueldo que devengó por su "trabajo" fue una estafa al erario público.
Ewar(6960)27 de mayo de 2023 - 12:48 a. m.
Colegios con ese rector están llamados a graduar estudiantes maleducados, irrespetuosos, intolerances, etc., menos mal que pagó. De todas formas me hace pensar que los ingenieros no diseñan bien las carreteras.
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