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En la misma semana en que se conmemoró un año del paro nacional, que puso a temblar la institucionalidad del país, llegaron a Bogotá casi un centenar de líderes sociales de territorios históricamente afectados por el conflicto: Catatumbo, Arauca, Nariño, Chocó, Cauca, Magdalena Medio, el Caribe, Córdoba y Buenaventura, que fueron invitados por la Conferencia Episcopal, el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano y Vivamos Humanos.
Vinieron para contarle al país que, a pesar del Acuerdo de La Habana, la maldita guerra regresó a sus territorios como una metástasis siniestra del conflicto que se creía superado. A la cita llegó un sobreviviente del carro bomba en Arauca. Familiares de víctimas de las masacres en Nariño. Campesinos cocaleros cuyos cultivos fueron destruidos militarmente en el Catatumbo. Indígenas reclamantes de las tierras del Cauca. Jóvenes del Chocó que declararon que eran “nuevos” haciendo la guerra vieja.
Del Magdalena Medio, se escucharon voces de los desplazados y confinados. Participaron estudiantes de la Sierra Nevada de Santa Marta y cuentan que el virus narcoparamilitar se tomó la zona y está reclutando niñas, niños y jóvenes: todos mostraron la contabilidad siniestra de muertos, desaparecidos, violaciones, cultivos perdidos, minas sembradas y escuelas destruidas en sus territorios.
El número de violaciones al derecho internacional humanitario (DIH) que denunciaron es impresionante y dejó claro que el conflicto armado regresó a los sitios donde se originó y que, si no hacemos algo pronto, podría reactivarse el conflicto nacional que pensamos se acabaría con el Acuerdo de La Habana.
La buena noticia es que estos voceros quieren evitar que suceda. Para conseguirlo, iniciaron en sus territorios procesos humanitarios a través de mesas, procesos comunitarios, comisiones de paz y gestiones locales que buscan liberar a la población civil inocente de la confrontación armada. En su visita a Bogotá instalaron una Coordinadora Humanitaria para concertar estos esfuerzos con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales, que hicieron presencia en el evento.
Como primera tarea, la Coordinadora propone la celebración de una Cumbre Humanitaria con la presencia del presidente electo, para poner en marcha una agenda humanitaria que permitirá, como paso inicial, el relanzamiento del Acuerdo de Paz con las Farc, la reactivación de las negociaciones con el Eln y aliviar el sufrimiento de la población víctima del conflicto en los territorios.
La agenda atendería el cumplimiento de mínimos humanitarios: la distinción entre combatientes y no combatientes, la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, la movilidad de los habitantes, el desminado y la protección de bienes sociales como escuelas y hospitales.
Los líderes regresaron a sus distantes hogares con la luz de esperanza en sus ojos porque, a pesar de la indiferencia de los medios de comunicación capitalinos por su visita, se encontraron con interlocutores comprensivos de la tragedia humanitaria que viven.
* Expresidente de Colombia y presidente de Vivamos Humanos.