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Los costos de la “normalización”

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Columnista invitado EE: Carlos Gustavo Cano
18 de febrero de 2022 - 05:30 a. m.
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Como ya lo advertíamos, en política monetaria, cada vez que la vacilación prevalece sobre la anticipación, a la postre el costo del ajuste necesario para corregir el curso de la misma, a fin de procurar que la inflación su ubique lo más cerca posible de la meta establecida por el banco central, suele ser doloroso y recaer mayormente sobre el aparato productivo.

Es lo que sucede ahora, cuando los reajustes de la tasa de interés de política han tenido que hacerse a un ritmo más acentuado que el que habría sido necesario de no haberse aplazado el inicio del ciclo de alzas. Y, claro, resulta comprensible, aunque no plenamente justificada, la reacción del Gobierno al manifestar su preocupación por los efectos que ello pudiere arrojar, en el corto plazo, sobre el proceso de recuperación de la economía.

Sin embargo, cabe insistir que, en materia de recuperación genuina y duradera, lo relevante no es la tasa de crecimiento del producto interno bruto per se en un sólo ejercicio anual, sino esencialmente su sostenibilidad en el mediano y el largo plazo, para cuya consecución la condición sine qua non es una inflación baja y estable, y, preferiblemente, predecible.

En otras palabras, alcanzar un crecimiento relativamente alto durante un breve lapso sin controlar la inflación, equivale a un dividendo espurio en términos de bienestar.

Sobre el particular, en la reciente discusión que se dio al interior de la junta del emisor, volvió a aflorar el argumento de que la inflación que se veía venir era un fenómeno originado en choques de oferta eminentemente transitorios. Sobre lo cual cabe observar que en economía no hay fenómenos que no sean transitorios, lo cual no significa que, como sucede con el covid, no puedan ser recurrentes. Esta tajante realidad se halla plasmada en las expectativas de los agentes económicos sobre la inflación, que hoy se hallan desancladas de la meta.

Resulta necesario contemplar dos consideraciones adicionales, con el objeto de completar el contexto y afianzar esta postura. De un lado, el déficit de nuestra cuenta corriente (cuyo principal componente es la balanza comercial), - 4,9 % sobre el PIB, de lejos el más abultado entre las economías más grandes del hemisferio, y a nivel mundial sólo superado por Pakistán. Y, del otro, nuestro déficit fiscal, estimado por la revista The Economist en - 6,8 % sobre el PIB para el fin de este año, en nuestra región sólo superado por Brasil, y fuertemente presionado por la expansión de la deuda pública que se va acercando a las dos terceras partes del tamaño de la economía, un guarismo sin precedentes. El cual no se podrá resolver sólo con otras cuantas modificaciones marginales del estatuto tributario.

No es el momento de aflojar la rienda en la conducción ortodoxa de la economía.

*Excodirector del Banco de la República.

Por Carlos Gustavo Cano

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Julio(2346)19 de febrero de 2022 - 02:39 p. m.
Toda calamidad tiene un lado positivo: con el precio astronómico de las papas ya los terroristas artesanales no fabrican papas-bomba: se las comen.
Arturo(82083)18 de febrero de 2022 - 11:08 p. m.
Que la deuda publica sea el 66% del PIB es de cuidado pero no una catasrofe. Varios paises europeos tienen una deuda superior al 100% y no han colapsado. Es como la hipoteca sobre una vivienda. Si es relativamente alta con respecto al valor de la vivienda, el propietario tiene que hacer un mayor esfuerzo para honrarla, pero puede vivir. La coyuntura no favorece a los nostalgicos de la regla fiscal
Atenas(06773)18 de febrero de 2022 - 02:51 p. m.
Como sea se recurre a diversas teorías alrededor de un convaleciente enfermo. Y c/quien esgrime las suyas en los enredados términos propios de los economistas, con lo cual se da la gabela de q’ si de carambola no atinan al menos podrán alegar “algo taqué”. Y como decía un zumbón: “la economía, como todo lo femenino, es impredecible”, y x ahí tienen el burladero mientras el país va al basurero.
Luis(w8kh4)18 de febrero de 2022 - 02:13 p. m.
"...alcanzar un crecimiento relativamente alto durante un breve lapso sin controlar la inflación, equivale a un dividendo espurio en términos de bienestar." Cuan contraevidente aserto, inflación en despegues económicos de China, Corea del Sur, India, Taiwán, Singapur, Japon, etc...fueron vistos en su mejor momento de mejorar su bienestar. Incluso Colombia cuando crecio a tasas del 6% anual.
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