Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              01 de enero de 2022 - 05:25 a. m.

                                                                                                                              Qué cansancio…

                                                                                                                              Miguel Villa Uribe

                                                                                                                              A pocos días de cumplir 38 años de edad, quisiera hacer un poco de memoria histórica sobre cómo he vivido la violencia de este país y cómo nuestra generación posiblemente ha tenido que moldearse a través de lo que podríamos llamar un conflicto sin fin.

                                                                                                                              Desde que tengo uso de razón recuerdo a mi tío, quien prestó servicio militar, contar una y otra vez el día de la toma del Palacio de Justicia, al cual fue trasladado con todo un batallón a hacer presencia en el lugar. No olvido oírlo decir que nunca había sentido tanto miedo en su vida, y cómo no, el M-19 entró a quemar el palacio con todos sus funcionarios, incluidos magistrados, adentro; por otro lado, el Ejército, muy creativo, consideró pertinente entrar a la fuerza un tanque de guerra por la puerta principal del edificio para “defender la democracia maestro”, como replicó el coronel Plazas Vega, y dejar en nuestra mente imágenes imborrables, como el cañonazo que estremeció el recinto, o ver arder toda la noche un lugar tan sagrado para la democracia como lo son las altas cortes del país. Vale también recordar las desafortunadas muertes por las que aún al día de hoy se indaga, ya que varias personas salieron por la puerta principal del palacio escoltadas por militares y nunca más fueron vistas por sus familiares; supongo yo que el Ejército confundió a la señora de los tintos con un guerrillero del M-19.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Más adelante recuerdo muy bien la noche en que salí de cine de la mano de mi padre y en los pasillos de Unicentro gritaba la gente: “¡mataron a Galán, mataron a Galán!”. Días después la bomba en El Espectador y así, a mis cortos cinco años, fue como conocí el régimen de terror absoluto de Pablo Emilio Escobar Gaviria. Era dantesca la situación, en el colegio, en la casa, la calle, a donde fuera no se hablaba de nada más.

                                                                                                                              Cómo olvidar también la bomba de la 93; mi madre tenía ahí su oficina y la bomba explotó justamente al frente del local, con tan buena suerte que ese día no fue a trabajar dado que mi hermana menor tenía solo pocos meses de nacida y trataba de estar más tiempo en la casa. Al mismo tiempo, mi padre estaba en el memorable restaurante Hernandos, el cual quedaba al respaldo del centro comercial. La onda expansiva de la bomba reventó todos los vidrios cortándolo en varios lugares del cuerpo; entre toda la conmoción nos comentaba que había olvidado que mi madre no había ido a trabajar ese día y salió corriendo a la oficina, completamente aturdido, a ver seguramente los cuerpos sin vida de su esposa e hija. Mi hermana mayor y yo estábamos en el colegio, y las directivas nos negaron la posibilidad de llamar a la casa para indagar qué había sucedido. Tuvimos que esperar a llegar hasta la casa para saber si algún miembro de la familia había muerto. Qué locura, ese recorrido del bus pareció de unas 10 horas, no recuerdo otra vez en mi vida ver pasar tan lento el tiempo. Todo mientras los profesores y compañeros del colegio nos miraban con cara de: estos pobres niños se quedaron sin familia. Al bajarnos del bus corrimos a la casa lo más rápido posible y ahí estaban todos, historia que desafortunadamente no todos pueden contar.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              En este intermedio otra bomba explotó en la fábrica de mi padre en la carrera 10 con 58. Fue de noche y por suerte no hubo víctimas. Solo recuerdo días después salir en un avión rumbo a Estados Unidos. Me dijeron simplemente: de ahora en adelante esta es tu nueva casa y colegio. No entendía nada, pero así es la vida, uno solo se adapta. Por incómodo alivio luego pudimos volver al enterarnos de que la bomba estaba dirigida al vecino y no a mi padre, pero no se podía correr riesgos, era mejor salir corriendo como lo hemos sido varios en Colombia, como un refugiado de guerra.

                                                                                                                              Otro de esos días que llegué a la casa para enterarme que habían matado a Pablo Escobar, todos, incluyéndome, dudamos que esto fuera real. Recuerdo esa noche viendo Panorama, cuyos periodistas, en un experimento social, salieron a la calle a entrevistar a la gente sobre qué pensaba de la muerte de Pablo Escobar; la gran mayoría no podía digerir la idea, “hasta no ver su cuerpo no lo creo”, decían. La dicha, contrario a lo que pensábamos todos, solamente le dio la bienvenida al nuevo régimen de terror, las Farc, el Eln y las Autodefensas... ¡Atrévase a pasar del peaje! Si habla de plata, ¡lo secuestran! Mi familia, como la de millones más, volvió a sufrir las consecuencias: al papá de mis primos lo secuestró las Farc. Acá no aguantaron y más de la mitad de la familia se fue a vivir a otros países, entre esos mi madre con mi hermana menor, para nunca más volver a vivir acá.

                                                                                                                              No sé si las bombas eran o son parte de nuestro destino, pero también somos miembros del Club El Nogal; el día de la bomba no fui por la única razón de que ese viernes estaba celebrando mi cumpleaños; hubiera sido dos días antes, no estaría contando esta historia: yo jugaba squash y todas las canchas se cayeron con la explosión; ahí hubo parte de las víctimas mortales. Esto me generó un miedo constante, que aún persiste, a los parqueaderos de los centros comerciales; cada vez que entro a uno me produce ansiedad y quiero salir volado. De una forma u otra todos tenemos algún tipo de trastorno de estrés postraumático por la guerra, como sentir miedo al oír fuegos artificiales o hasta sentir cierto temor al ver botas de hule, cualquier colombiano me entenderá.

                                                                                                                              Pero bueno, a estas alturas ya se estarán preguntando: ¿y a qué va todo esto? Debido a que ya se acercan las elecciones presidenciales y nos preguntan por quién vamos a votar, respondo con lo que me sale del alma: “¡por el que sea, menos por el uribismo; estoy muy cansado de la guerra; ya es hora de hacer la paz, a las malas no vamos a arreglar nada!”. Y siempre, pero siempre, me responde cualquiera que tenga más años que yo: ¿y tú cuantos años tienes? ¡Es que a ti seguramente no te tocó vivir la guerra que vivimos nosotros, entonces no entiendes nada! Por lo que vuelvo a repetir estas mismas historias que nunca más quisiera volver a contar, quisiera que solo fuera un recuerdo lejano. Qué cansancio, qué frustrante este tipo de aseveraciones sin sentido. Todos los colombianos somos víctimas de la guerra, y todos tenemos una historia para contar. Seguir peleando es solo una decisión que nada tiene que ver con la edad.

                                                                                                                              A pocos días de cumplir 38 años de edad, quisiera hacer un poco de memoria histórica sobre cómo he vivido la violencia de este país y cómo nuestra generación posiblemente ha tenido que moldearse a través de lo que podríamos llamar un conflicto sin fin.

                                                                                                                              Desde que tengo uso de razón recuerdo a mi tío, quien prestó servicio militar, contar una y otra vez el día de la toma del Palacio de Justicia, al cual fue trasladado con todo un batallón a hacer presencia en el lugar. No olvido oírlo decir que nunca había sentido tanto miedo en su vida, y cómo no, el M-19 entró a quemar el palacio con todos sus funcionarios, incluidos magistrados, adentro; por otro lado, el Ejército, muy creativo, consideró pertinente entrar a la fuerza un tanque de guerra por la puerta principal del edificio para “defender la democracia maestro”, como replicó el coronel Plazas Vega, y dejar en nuestra mente imágenes imborrables, como el cañonazo que estremeció el recinto, o ver arder toda la noche un lugar tan sagrado para la democracia como lo son las altas cortes del país. Vale también recordar las desafortunadas muertes por las que aún al día de hoy se indaga, ya que varias personas salieron por la puerta principal del palacio escoltadas por militares y nunca más fueron vistas por sus familiares; supongo yo que el Ejército confundió a la señora de los tintos con un guerrillero del M-19.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Más adelante recuerdo muy bien la noche en que salí de cine de la mano de mi padre y en los pasillos de Unicentro gritaba la gente: “¡mataron a Galán, mataron a Galán!”. Días después la bomba en El Espectador y así, a mis cortos cinco años, fue como conocí el régimen de terror absoluto de Pablo Emilio Escobar Gaviria. Era dantesca la situación, en el colegio, en la casa, la calle, a donde fuera no se hablaba de nada más.

                                                                                                                              Cómo olvidar también la bomba de la 93; mi madre tenía ahí su oficina y la bomba explotó justamente al frente del local, con tan buena suerte que ese día no fue a trabajar dado que mi hermana menor tenía solo pocos meses de nacida y trataba de estar más tiempo en la casa. Al mismo tiempo, mi padre estaba en el memorable restaurante Hernandos, el cual quedaba al respaldo del centro comercial. La onda expansiva de la bomba reventó todos los vidrios cortándolo en varios lugares del cuerpo; entre toda la conmoción nos comentaba que había olvidado que mi madre no había ido a trabajar ese día y salió corriendo a la oficina, completamente aturdido, a ver seguramente los cuerpos sin vida de su esposa e hija. Mi hermana mayor y yo estábamos en el colegio, y las directivas nos negaron la posibilidad de llamar a la casa para indagar qué había sucedido. Tuvimos que esperar a llegar hasta la casa para saber si algún miembro de la familia había muerto. Qué locura, ese recorrido del bus pareció de unas 10 horas, no recuerdo otra vez en mi vida ver pasar tan lento el tiempo. Todo mientras los profesores y compañeros del colegio nos miraban con cara de: estos pobres niños se quedaron sin familia. Al bajarnos del bus corrimos a la casa lo más rápido posible y ahí estaban todos, historia que desafortunadamente no todos pueden contar.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              En este intermedio otra bomba explotó en la fábrica de mi padre en la carrera 10 con 58. Fue de noche y por suerte no hubo víctimas. Solo recuerdo días después salir en un avión rumbo a Estados Unidos. Me dijeron simplemente: de ahora en adelante esta es tu nueva casa y colegio. No entendía nada, pero así es la vida, uno solo se adapta. Por incómodo alivio luego pudimos volver al enterarnos de que la bomba estaba dirigida al vecino y no a mi padre, pero no se podía correr riesgos, era mejor salir corriendo como lo hemos sido varios en Colombia, como un refugiado de guerra.

                                                                                                                              Otro de esos días que llegué a la casa para enterarme que habían matado a Pablo Escobar, todos, incluyéndome, dudamos que esto fuera real. Recuerdo esa noche viendo Panorama, cuyos periodistas, en un experimento social, salieron a la calle a entrevistar a la gente sobre qué pensaba de la muerte de Pablo Escobar; la gran mayoría no podía digerir la idea, “hasta no ver su cuerpo no lo creo”, decían. La dicha, contrario a lo que pensábamos todos, solamente le dio la bienvenida al nuevo régimen de terror, las Farc, el Eln y las Autodefensas... ¡Atrévase a pasar del peaje! Si habla de plata, ¡lo secuestran! Mi familia, como la de millones más, volvió a sufrir las consecuencias: al papá de mis primos lo secuestró las Farc. Acá no aguantaron y más de la mitad de la familia se fue a vivir a otros países, entre esos mi madre con mi hermana menor, para nunca más volver a vivir acá.

                                                                                                                              No sé si las bombas eran o son parte de nuestro destino, pero también somos miembros del Club El Nogal; el día de la bomba no fui por la única razón de que ese viernes estaba celebrando mi cumpleaños; hubiera sido dos días antes, no estaría contando esta historia: yo jugaba squash y todas las canchas se cayeron con la explosión; ahí hubo parte de las víctimas mortales. Esto me generó un miedo constante, que aún persiste, a los parqueaderos de los centros comerciales; cada vez que entro a uno me produce ansiedad y quiero salir volado. De una forma u otra todos tenemos algún tipo de trastorno de estrés postraumático por la guerra, como sentir miedo al oír fuegos artificiales o hasta sentir cierto temor al ver botas de hule, cualquier colombiano me entenderá.

                                                                                                                              Pero bueno, a estas alturas ya se estarán preguntando: ¿y a qué va todo esto? Debido a que ya se acercan las elecciones presidenciales y nos preguntan por quién vamos a votar, respondo con lo que me sale del alma: “¡por el que sea, menos por el uribismo; estoy muy cansado de la guerra; ya es hora de hacer la paz, a las malas no vamos a arreglar nada!”. Y siempre, pero siempre, me responde cualquiera que tenga más años que yo: ¿y tú cuantos años tienes? ¡Es que a ti seguramente no te tocó vivir la guerra que vivimos nosotros, entonces no entiendes nada! Por lo que vuelvo a repetir estas mismas historias que nunca más quisiera volver a contar, quisiera que solo fuera un recuerdo lejano. Qué cansancio, qué frustrante este tipo de aseveraciones sin sentido. Todos los colombianos somos víctimas de la guerra, y todos tenemos una historia para contar. Seguir peleando es solo una decisión que nada tiene que ver con la edad.

                                                                                                                              Por Miguel Villa Uribe

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar