¿Qué pasó con la herencia protestante de los cristianos evangélicos en Colombia?
Paula Barbosa
Los cristianos evangélicos en Colombia son mayormente vistos como anti-derechos por sus posturas en contra del aborto legal y el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Su reconocimiento se debe, entre otras, a sus posiciones ultraconservadoras, pro-establecimiento y en contra de la paz. A la vista de quienes los observan, son más una vertiente hija no reconocida del catolicismo medieval, y nada parecido a los reformadores protestantes, sus verdaderos padres en la fe.
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Los cristianos evangélicos en Colombia son mayormente vistos como anti-derechos por sus posturas en contra del aborto legal y el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Su reconocimiento se debe, entre otras, a sus posiciones ultraconservadoras, pro-establecimiento y en contra de la paz. A la vista de quienes los observan, son más una vertiente hija no reconocida del catolicismo medieval, y nada parecido a los reformadores protestantes, sus verdaderos padres en la fe.
La mayoría de los pastores cristianos tristemente no se han dado cuenta de que se convirtieron en la misma amalgama paralizante medieval que llena de miedos y de odios a sus feligreses. Paradójicamente se desviaron de la esencia protestante, democrática, inclusiva, y con la medievalización que ellos pretenden imponer para Colombia, los púlpitos se convirtieron en voceros del statu-quo y de la propaganda engañosa de la extrema derecha.
El protestantismo precisamente deriva de su esencia crítica y su activismo social por la verdad.
La pregunta, entonces, es, ¿qué pasó con la herencia protestante en los cristianos evangélicos en Colombia? Es importante recordarles a los evangélicos que su nombre de “protestantes” precisamente deriva de un movimiento de protesta frente a los abusos y falacias de la Iglesia Católica. Lutero, el padre de la reforma protestante, usando pensamiento crítico hoy ausente en las iglesias, vio cómo la vida de los líderes espirituales no coincidía con lo que se predicaba. La Iglesia vendía la entrada al cielo para financiar la opulencia papal, sin que nadie pudiera cuestionar. Siendo un sacerdote, Lutero conoció la verdad de la fe cristiana a través de la lectura de la Biblia. Con valentía se levantó a cuestionar y a denunciar las mentiras y manipulación católica de su momento y, sin saberlo, dio comienzo a una transformación histórica de pensamiento y de orden político y social.
Conocer de historia es fundamental y por eso es muy importante tener presente al protestantismo como un movimiento social que fue progresista en su origen y esencia. El protestantismo precisamente deriva de su esencia crítica y su activismo social por la verdad. Precisamente fue la Reforma la que trajo consigo al menos tres cosas que transformaron el curso de la historia. Primero, cuando la verdad había sido monopolizada por la Iglesia Católica, el cuestionar los dogmas y aplicación de la fe cristiana desde la razón y la Biblia hizo que la sacralización del poder político y religioso perdiera su legitimidad y permitió nuevas fuerzas de pensamiento y de organización social. Abrió el espacio para que grupos sociales, anteriormente excluidos por no ser de sangre aristócrata, participaran en la construcción de sus propias sociedades. Segundo, la necesidad de democratizar el conocimiento bíblico, a través de la lectura de la Biblia. Parte del trabajo protestante fue precisamente la traducción de la Biblia del latín a la lengua común y la misión de enseñar a leer a todos los pobladores para que todos tuvieran la posibilidad de leer e interpretar la Biblia personalmente. Ya conocemos como la lectura trajo un sin fin de posibilidades de conocimiento que permitieron el avance científico y académico. Tercero, la imprenta. En la necesidad de transmitir el mensaje protestante y las traducciones de la Biblia, la imprenta fue el detonante que aceleró la llegada de la modernidad y significó el fin del oscurantismo medieval religioso.
Hay que recordarles a los cristianos evangélicos que, en la Edad Media, la propaganda sucia se usaba en contra de los librepensadores, incluyendo los protestantes, y de aquellos que iban en contra del totalitarismo religioso-político. “Ratas, demonios, brujas” fueron algunos de los calificativos deshumanizantes y de muerte usados desde los púlpitos. La inquisición fue precisamente instaurada para eliminar a todos los que cuestionaban la Iglesia, y miles de protestantes murieron asesinados en ella.
La violencia entre liberales y conservadores se conoce bien, pero es importante recordar que alrededor de 2.500 cristianos evangélicos murieron asesinados por sus creencias en Colombia en este periodo
En Colombia, se ha repetido la historia varias veces. En la época de la Violencia, a los liberales se les llamaba “comunistas” y a los evangélicos “plaga”. Con esas mismas palabras, desde los púlpitos de las iglesias católicas, las turbas de creyentes, junto con ejércitos paramilitares, salían enardecidos a matar a cuanto liberal y evangélico encontraran. La violencia entre liberales y conservadores se conoce bien, pero es importante recordar que alrededor de 2.500 cristianos evangélicos murieron asesinados por sus creencias en Colombia en este periodo. Más allá de la persecución sistemática, la guerra simbólica y de terror en contra de los cristianos evangélicos fue aterradora. Enterrarlos vivos, y patearlos hasta desprender su cabeza y jugar futbol con ella, eran prácticas comunes, justificadas y aprobadas por los curas de los pueblos. La gente creía, al igual que en las cruzadas, que matando liberales y protestantes le hacían un favor a Dios.
Los pastores colombianos actuales, sin conocer su historia, continúan con una constante crítica y ataque al humanismo que se basa en el uso de la razón, que es también producto, de alguna manera, de la reforma protestante. Han hecho, entonces, que en lugar de avanzar hacia encontrar soluciones a los tantos problemas que nos aquejan, los cristianos se hayan convertido en la estaca que traba la rueda. Recordemos que en su momento la Inquisición fue la principal enemiga del avance científico y sociopolítico. Pareciéndose más al catolicismo inquisidor, los cristianos no aportan y sí estorban. La paz es una muestra de cómo, en profunda ignorancia y con mentiras, los llevan a votar por cosas completamente contrarias a su fe. Llamados a ser pacificadores, ¿votan por la guerra? Llamados al perdón y a la reconciliación, ¿piden muerte a guerrilleros y a la plaga comunista? ¿No creen que la verdad los hace libres? Entonces, ¿por qué se alían con quienes mienten deliberadamente y continúan manteniendo a Colombia en su oscurantismo de miedo y mentiras?
Escuchar a pastores proponiendo que el poder político debe ser usado para imponer valores cristianos a la sociedad colombiana es una completa contradicción.
Porque el verdadero protestantismo es en esencia crítico, buscador de verdad y democrático. Derrumba el poder horizontal de institución humana, y democratiza el conocimiento, la verdad y por supuesto la salvación. Cada persona en ejercicio de su libertad escoge en qué creer y, solamente así, puede escoger a Jesucristo. La imposición u obligación no existen en la esencia evangélica protestante. Por eso escuchar a pastores proponiendo que el poder político debe ser usado para imponer valores cristianos a la sociedad colombiana es una completa contradicción. El cristianismo protestante es por naturaleza activo, libre pensante, en pro del progreso social y, por lo tanto, progresista. La democracia es una hija de ese progresismo ilustrado y nieta de la reforma protestante. La reforma abrió la puerta para continuar reformando. Reformando conocimiento, reformando la sociedad y reformando el poder político.
Por estas razones, es absolutamente contradictorio ver a los pastores cristianos evangélicos en Colombia aliados hoy día con sus pasados contradictores, repitiendo la triste historia de estigmatización y justificación de la violencia en contra de quienes piensan diferente a ellos. Los púlpitos de hoy hacen la misma tarea, demonizando a quienes piensan y critican el régimen de terror y de pobreza en el que nos tienen sumidos. Hacen lo mismo que les hicieron a sus ancestros, y con el mismo fervor siembran odios a quienes pretenden, de manera comprometida, mostrarles que la verdad y es otra a la que ellos predican.
Por esto deberían levantarse los verdaderos herederos del ímpetu protestante, y desligarse de la fuerza inquisidora y religiosa predicada en los pulpitos cristianos. Deben hacer parte del cambio en Colombia, participando de manera crítica y activa en la construcción de su sociedad. No necesitan de la aprobación de su pastor, porque si algo les heredó el protestantismo de Lutero fue precisamente que la conexión con Dios es directa y no necesita de intermediarios, únicamente Jesucristo.