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Con la transmisión en vivo, por primera vez, de los consejos de ministros, el presidente Gustavo Petro manifiesta su decidido interés por una comunicación directa con su jefe natural, el pueblo que lo eligió. Rompió la tradición de realizar estas sesiones a puerta cerrada, ajenas a los ciudadanos del común, con un ejercicio real del “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” al más alto nivel de la rama ejecutiva del orden nacional.
Responderle al pueblo, informarle oportunamente la gestión y los resultados y hacerlo copartícipe del arte de gobernar, devuelve su verdadero papel en la democracia, del que hay cuatro hitos en la historia de Colombia que revelan su protagonismo. El primero, durante las revueltas populares encendidas por el préstamo negado de un florero, que dieron comienzo al movimiento independentista. El segundo, cuando Jorge Eliécer Gaitán lo encarnó (“Yo no soy un hombre, soy un pueblo”) para buscar la restauración moral de la República (el país aún no se repone de su magnicidio, germen del largo período de La Violencia). En tercer lugar, el movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta que produjo el nuevo acuerdo social que nos rige. Y finalmente, el estallido social de 2019-2021 que desembocó en la elección del primer gobierno de izquierda.
Los saltos largos de su aparición en el tiempo indican que el pueblo también ha sido invisible, un convidado de piedra en decisiones trascendentales que le correspondía adoptar. En “El pueblo es el poder” (artículo publicado por El Espectador el 28 de julio de 2024), menciono la distancia entre el concepto teórico y las prácticas políticas que lo subyugan, manipulan e ignoran. A manera de ejemplo, recordemos que la iniciativa de los estudiantes derogó la vetusta Constitución de 1886 para establecer un amplio conjunto de derechos. Pero, en lugar de cumplir el mandato constitucional, legisladores y gobernantes dejaron en remojo la mayor parte de esos derechos, excluyendo de su beneficio a millones de personas.
El Congreso de la República aprobó la reforma pensional y la Corte filtró una ponencia inicial con la que, entre otras posibilidades, se tumbaría el aumento a las ayudas pensionales para los abuelos más vulnerables. La Cámara de Representantes votó favorablemente la reforma laboral y de la salud, pero el Senado archivó la primera de ellas y algunos de sus integrantes anunciaron que replicarán su voto de rechazo a la siguiente reforma social. El Ejecutivo cumple su responsabilidad, pero los derechos para cubrir las necesidades más apremiantes de la población pobre tienen una lectura distinta en congresistas y magistrados que reciben salarios millonarios, por demás, pagados por el pueblo. La Constitución Política se sigue pasando por la faja, con decisiones que ignoran a la mayor parte de los gobernados y, en su lugar, continúan las prácticas ilícitas con los recursos que debían llegar a los más desfavorecidos.
Desde el mismo grito de Independencia, el pueblo confirma una vez más que su presente y futuro son más confiables en sus propias manos, porque la democracia representativa parece que funciona en forma expedita y prioritaria para los intereses más poderosos. Le corresponde, por tanto, asumir el timón de su existencia a través de la democracia participativa, con la que escriba el quinto hito de su historia. Un líder de sus entrañas ha convocado la fuerza colectiva y democrática para detener el incumplimiento de los mandatos de la Constitución Política, reducir la inequidad y hacer realidad, de una vez por todas, los derechos fundamentales para todos los colombianos.
gabrielangelmuriel@hotmail.com
* Especialista en Derecho Económico, Magíster en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales.