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Un bebé no necesita autorización

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Columnista invitado EE: María Paula Guerra Arango
28 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
“Una tienda de moda de alta gama no pudo ofrecer ni un metro cuadrado digno para atender a un bebé”: María Paula Guerra Arango.
“Una tienda de moda de alta gama no pudo ofrecer ni un metro cuadrado digno para atender a un bebé”: María Paula Guerra Arango.
Foto: AFP - Agencia AFP
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En Colombia, pocas cosas indignan tanto como ver vulnerados los derechos de un niño. Y, sin embargo, episodios como el ocurrido recientemente en un showroom de alquiler de vestidos en Bogotá muestran que, en pleno 2025, seguimos conviviendo con prácticas comerciales que tratan a madres y bebés como incomodidades antes que como personas.

La escena es sencilla, cotidiana y profundamente reveladora: una madre acude a una tienda tendencia en el país a alquilar un vestido de diseñador. Un espacio elegante, cuidadosamente curado, lleno de detalles estéticos pensados para que la experiencia sea impecable. Pero lo impecable se detiene en el punto donde empieza la realidad humana: un bebé de cuatro meses necesita un cambio de pañal.

Lo que debía ser un trámite rápido terminó convertido en una cadena de negligencias disfrazadas de “protocolos”. La empleada, antes de permitir un cambio de pañal, necesitó “pedir autorización”. La autorización llegó, pero para usar un baño sin cambiador, solo con lavamanos y sanitario. Ante la petición de un lugar seguro, la respuesta, casi burocrática fue: “Ese es el lugar autorizado”. Un bebé de cuatro meses. Un baño sin condiciones. Una madre suplicando sentido común.

La historia sigue con una mezcla de angustia y absurdo: ante la negativa, la madre pide la devolución del dinero. Solo entonces llega una nueva “autorización”: ahora sí se puede usar el sofá del showroom. Pero ya habían pasado minutos preciosos, y la necesidad apremiaba. El resultado es tan indignante como predecible: el bebé terminó lesionado, con una quemadura de pañal, porque tuvo que ser cambiado en el parqueadero. El parqueadero. En un país donde la Constitución proclama que los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás, una tienda de moda de alta gama no pudo ofrecer ni un metro cuadrado digno para atender a un bebé.

Lo más alarmante no es la falta de un cambiador, que ya de por sí habla de la desconexión entre comercio y realidad social, sino la incapacidad de la marca para responder con empatía, criterio y humanidad. Las decisiones se tomaron con la frialdad de quien teme más por un mueble que por un niño. Y ahí está el problema: cuando los objetos valen más que las personas, cuando la estética pesa más que la dignidad, cuando una tienda que vive de mujeres trata a una madre como una molestia logística, algo está profundamente roto.

El caso no es aislado. Madres en toda Colombia reportan situaciones similares en restaurantes, tiendas, cafés, centros de estética y boutiques que parecen diseñadas solo para quienes no cargan un coche, no cargan un bebé y no cargan las necesidades reales de la maternidad. Pero la maternidad existe. Llora, demanda, necesita. Y un país moderno debe adaptar sus espacios para recibirla, no para expulsarla.

La moda colombiana se quiere ver global, sofisticada, actual. Bien. Pero la verdadera modernidad no está en las marcas de los vestidos ni en la decoración de un showroom. Está en los protocolos de humanidad. En comprender que una madre con un bebé no es un estorbo: es una cliente, una ciudadana, un ser humano que merece respeto. Está en entender que un cambiador no es un lujo; es infraestructura básica. Que la infancia no es negociable. Que la empatía no necesita autorización.

Si queremos un país más justo, más amable y más consciente, el cambio comienza por lo mínimo: un lugar seguro para un bebé. Y, sobre todo, una respuesta digna para una madre. Lo que ocurrió en ese showroom no es solo una anécdota desafortunada; es un síntoma de una cultura que todavía mira a las madres con lupa y a los bebés con desdén.

La pregunta es simple y urgente: ¿qué tipo de sociedad queremos ser? Una que protege a la infancia o una que protege sus sofás. Una que acompaña o una que expulsa. Una que entiende o una que autoriza.

En la respuesta se juega mucho más que un cambio de pañal. Se juega quiénes somos. Y, sobre todo, quiénes queremos ser.

Por María Paula Guerra Arango

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Felipe Fegoma(94028)29 de noviembre de 2025 - 04:50 a. m.
El artículo no podría ser más gomelo ni más clasista. Uno se pregunta ¿Y que p..tas es un "chouroom"?.
Helga66(40077)29 de noviembre de 2025 - 02:19 a. m.
Falta de criterio de la MADRE. Lo importante es atender PRIMERO al bebé sobreponiendose a situaciones adversas. Usar lo disponible , el baño o el sillón ofrecido, y solucionar la necesidad de su protegido. Es lo principal. Prefirió la discusión e ir hasta el parqueadero gastando tiempo precioso que lastimó a la final a su hijo. Ella es la principal responsable de su hijo aún frente a negligencia de otros. Muy mal actuó la señora.
Atenas (06773)29 de noviembre de 2025 - 01:01 a. m.
Pa el caso en cuestión, tamaña desatención pa con una cliente potencial en algo tan común y corriente, q’ un bebé se poposee lo cual implica la sencilla tarea de cambia pañales, q’ pase en un almacén en B/tá no me sorprende; en la zona paisa eso jamas ocurriría, sería cual herejía. Y menos en semejante cosa tan pedestre u ordinaria. Atenas.
JOSE OBREGON(97925)28 de noviembre de 2025 - 06:43 p. m.
Si, talvez falto mas empatia de la tienda de moda, pero me parece (y lo escribo consiente de que me pueden empalar) que la nota es exagerada, pues eso de tener sitios especiales para cambiar a los BB es una modernidad. En mi epoca un lavamanos era mas que suficiente. Pero bueno, son otras épocas.
  • Helga66(40077)28 de noviembre de 2025 - 10:48 p. m.
    La crítica esta dirigida hacia la falta de criterio del establecimiento para facilitar el cambio de pañal.
  • Mar(60274)28 de noviembre de 2025 - 08:06 p. m.
    Pero antes no se sabía mucho sobre los microbios, mire que por eso mismo, la gente vive más. Usted siendo hombre muy difícilmente tendrá que pasar por una experiencia así, otra cosa sería donde usted fuera madre y le tocara una situación así. Y que una cosa se hiciera como usted lo cuenta, muestra lo atrasados que estábamos y la poca importancia que se le daba a las mujeres y a la maternidad.
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