Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Un ¡bravo! y un ¡lo siento! para el “histórico” acuerdo del G7

Columnista invitado EE y Leopoldo Gómez-Ramírez*

11 de junio de 2021 - 10:30 p. m.

Por Leopoldo Gómez-Ramírez*

PUBLICIDAD

El 5 de junio de 2021 aconteció algo que, en cierto sentido, parece validar la idea de la necesidad de trascender fronteras nacionales para lograr una estructura fiscal más justa; idea que, permítaseme señalar, he defendido en otra columna de opinión (“Ingreso básico universal, pensando como economista… y filósofo”, El Espectador, 25 de junio de 2020). Me refiero al “histórico” acuerdo del G7 para construir una estructura de impuestos coordinada para las grandes multinacionales. Creo, sin embargo, que aunque ciertamente el acuerdo merece un ¡bravo!, quizá también merece un ¡lo siento! Estos sentimientos encontrados ocupan esta columna de opinión.

Celebro, por una parte, el acuerdo de principios entre los países del G7 para, por fin, empezar a lograr que las empresas multinacionales paguen su justa parte de impuestos (ya calificado de “histórico”, entre otros, por Joseph E. Stiglitz, mi muy admirado premio nobel). No todos los días los países más poderosos del mundo (excluyendo a Rusia y China) hablan de un acuerdo de coordinación fiscal construido sobre los principios de que (i) las grandes multinacionales paguen impuestos donde operan y no solo donde tienen su sede y (ii) se les imponga un impuesto corporativo (corporate tax) de al menos 15 % en todos lados. Que por lo menos exista ahora el acuerdo entre estos países sobre estos principios se debe celebrar. Durante demasiado tiempo ha parecido que no existe poder humano que pueda imponer algo de justicia distributiva sobre las grandes multinacionales. Tan solo por eso, el acuerdo sí parece genuinamente “histórico”. Deseo que la historia futura lo corrobore así.

Sin embargo, parece ser que el acuerdo no está a la altura de lo que se necesita. Y aquí es crucial entender que la crítica central no se relaciona con la inseguridad sobre su materialización y los posibles muchos más años de discusiones; falta, como mínimo, convencer al G20. Tampoco está relacionada con que quizá 15 % es una tasa baja desde un punto de vista ético. No, la crítica que creo más importante es más profunda y sutil,; tiene que ver con la probabilidad de que el acuerdo ya contenga la razón de su futura inefectividad. Citando las palabras de Stiglitz, “el peligro es que si tú tienes una tasa de impuestos demasiado baja, esa tasa mínima se convierte, de facto, en la tasa máxima” (entrevista en Democracy Now!, 6 de junio de 2021, traducción propia). Por este y otros motivos, reconocidas personas, incluido el propio Stiglitz, han apuntado hacia una tasa mínima del 25 %.

Read more!

Posdata. Permítame citar, de nuevo, a Stiglitz (entrevista señalada arriba, traducción propia): “Usted sabe, Google, Apple, todas esas compañías, que hacen los productos que amamos, también sobresalen en evitar impuestos”. Soy consciente, entonces, de la ironía que existe en que, para escribir esta columna, haya usado profusamente Google.

* Profesor e investigador del Departamento de Economía, Universidad del Norte. leopoldog@uninorte.edu.co.

Por Leopoldo Gómez-Ramírez*

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.