Uno ve a los comandantes (¿?) del ELN ya por fin resignados a no tomarse el poder, sentados en la mesa principal con presidentes, ministros, parlamentarios, observadores internacionales, asesores de ambos lados de la negociación y público de periodistas y ONG; y los ve aplomados pero sin haber recibido plomo, satisfechos, bien bañados, afeitados y vestidos de impecable blanco caribeño sin una gota de sangre, sin rastros de la vida en la selva, con una sonrisa entre esa que pretende ser cordial y llena de mansedumbre y la irónica del gato que se relame antes de la acción artera.
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Una dirigencia miedosa y tramposa: la paz para nunca
Columnista invitado EE: Mario Yepes Londoño*
13 de noviembre de 2023 - 07:09 p. m.