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De unos meses para acá viene tomando fuerza el Colectivo De Fuego. Se trata de una asociación de mujeres músicos que crearon una red de trabajo para dar visibilidad a sus proyectos en una industria tradicionalmente gerenciada por hombres. Como compositoras, instrumentistas, arreglistas y productoras, le apuntan a hacer música original que logre visibilidad y circulación sin responder a las lógicas de competencia agresiva del mercado. En este contexto y luego de lanzar varios sencillos, la cantante Pilar Cabrera acaba de publicar en plataformas de reproducción digital un trabajo más extenso, con configuración de disco, titulado 29:56.
Hablamos de un disco porque tiene hilos conductores. Uno de ellos es la temática principal desde la que se desenvuelven las canciones. En este caso es la identidad, asunto por el que Cabrera se pregunta desde varios ángulos. Uno es el emocional. Desde allí, la cantante parece tener más inquietudes que respuestas ante situaciones que enfrenta: la inseguridad al ser inspeccionada por la mirada del otro, el miedo a ser juzgada, la culpa por haber juzgado y la incertidumbre posterior a la ruptura sentimental. De estos azares propios de la vida de un joven adulto, la cantante encuentra en la introspección un camino de redención, lo que nos lleva al otro ángulo.
En las canciones de Pilar Cabrera encontramos la reivindicación de la individualidad. Afirma que “no hay partícula que, por pequeña que sea, no tenga un universo adentro”. Esta declaración se repite de formas distintas en varias canciones, y a través de ella es posible llegar a acuerdos con las vacilaciones emocionales anteriormente nombradas: se encuentran respuestas en el sí y desde allí se escapa a la posmodernidad con sus homogeneidades.
El segundo hilo conductor resulta obvio, pero no sobra anunciarlo. Es la voz como centro de gravedad del disco. Cabrera siempre está en primer plano y toda la instrumentación es dispuesta para acompañarla, con arreglos sencillos y delicados que no distraen al oyente. Esto le permite a la solista desplegar toda su técnica y color, que se ajustan de canción a canción, para lograr sonar emotiva en la balada, vigorosa y decidida en el rhythm and blues y con gracia en el pop-rock. Eligió tres colaboraciones vocales que le dan balance al trabajo, puesto que los invitados, Mateo París, Mayra Sánchez y Juan Pablo Vega tienen estilos diferentes, y con ellos obtiene una amalgama clara y justa.
Un tercer hilo conductor es la producción general del disco y las decisiones que se tomaron para su armada. De inicio a fin las canciones se mueven por géneros cercanos entre sí, algo poco común en la movida de la nueva música independiente en Colombia. Adicionalmente, en 29:56 hay biorritmo, pues abre con un tema curioso que tiene algo de bambuco, algo de jazz y algo de blues, perfecto para sorprender al oyente. Le sigue un descanso en la balada que luego empieza a ascender progresivamente hasta el clímax, cerca del fin del disco, para llegar de nuevo a un descanso en la canción de cierre con Juan Pablo Vega. Hay que decir que el trabajo del productor Néstor Cifuentes es sobresaliente en cuanto a la grabación y que vale la pena oír a Cabrera y compañía con audífonos, pues hay muchos detalles que de otra forma se perderían.
Con 29:56, Pilar Cabrera da un paso importante en su carrera y vigoriza lo que está haciendo el Colectivo De Fuego. Entre tanto reguetón que abruma, es un solaz que haya mujeres con apuestas distintas, que narran otros asuntos, que están interesadas en la calidad musical de la mano de la buena producción, que no piensan solo en vender, y que se asocian desde la sororidad para hacer ajustes necesarios en la industria del entretenimiento.
* Realizador radial de Javeriana Estéreo