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Dos clubes colombianos, Atlético Nacional y Deportivo Pereira (en su primera participación) clasificaron a los octavos de final de la Copa Libertadores. Esto no pasaba desde 2015.En la Copa Suramericana se igualó lo del año pasado, Medellín, como tercero de grupo, pasa a disputar este, el segundo torneo en importancia del continente. El año pasado Deportivo Cali hizo lo mismo pero fue eliminado por Melgar de Arequipa de inmediato.
Si comparamos esta actuación con la de otros años vemos, en cuanto a resultados, una ligera mejoría. Venimos de varias temporadas en las que ninguno pasaba el primer examen, la fase de grupos. Ahora, no se le ganó ningún partido a ningún equipo de Brasil, y hubo varios mas bien mediocres como Goias o América. Con los argentinos fue similar. Si bien hubo algunas victorias importantes como la del Pererira ante Boca, a la hora de las definiciones, en los partidos clave, ellos sacaron la casta. En ninguno de los grupos de las dos competiciones en donde había argentinos y brasileños se logró clasificar.
En la sumatoria de puntos por países Colombia finalizó quinto detrás de Brasil, Argentina, Ecuador y Paraguay. Creo que esa es la foto más precisa de la realidad. En lo cualitativo vimos más de lo mismo. Ninguno le pasó por encima a nuestros clubes pero los que los superaron fueron en general más veloces, más intensos y sobre todo más concentrados.
El diagnóstico entonces no cambia mucho respecto a otros años. En nuestro país contamos con muy buenos entrenadores y el talento de los futbolistas es natural. Tenemos la fortuna de poder contar con varios de los biotipos posibles, desde los elásticos del pacífico hasta los macizos defensas del interior pasando por los alegres caribeños.
Pero hay serias falencias en la formación. Pocos clubes (Millonarios, Nacional, Fortaleza, Real Cartagena, Envigado y Aguilas) tienen una metodología definida. Además llegan a profesionales con serios problemas como consecuencia de deficiencias en la parte nutricional, psicológica, física y hasta dental, lo cual repercute en su desempeño.
Muy pocos (Equidad, Nacional, Junior, Santa Fe y algún otro) cuentan con sedes deportivas destinadas al alto rendimiento, un mínimo viable para construir proyectos serios.
Y como si fuera poco nuestra liga es un torneo vacacional durante tres meses y medio en el que apenas los jugadores sienten algo de presión en las últimas fechas de la fase regular y en las finales. Clasificar entre los ocho mejores de un torneo de veinte no exige demasiado. Por eso cuando salen a competir en Libertadores o Suramericana están poco familiarizados con jugar al límite. No es coincidencia que tres de los cuatro países que nos superan, Argentina, Brasil y Ecuador, compiten en sus ligas en torneos largos en los que siempre se juega por algo importante.
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