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La democracia en varios países del mundo se beneficia de la tecnología y la seguridad informática para consultar a su ciudadanía.
El voto digital a través de dispositivos tecnológicos, como celulares conectados a Internet, con mecanismos de verificación biométrica, registro institucional, seguridad blockchain y en aplicaciones diseñadas para fines electorales, hacen posible una mayor participación ciudadana y pueden disminuir la abstención.
Es importante diferenciar el voto electrónico del voto digital. El voto electrónico se registra en computadores conectados a un único servidor y en lugares específicos a los que debe acudir el electorado. Este procedimiento presenta una alta posibilidad de alterar los resultados y ha sido denunciado en países como Venezuela o Estados Unidos.
El voto digital utiliza alta tecnología, es un procedimiento similar a una transacción financiera por Internet, está protegido en bloques de información en diferentes servidores del mundo o blockchain, garantiza la confidencialidad, protege de los ataques cibernéticos e impide constreñir al elector.
En cuanto a la conectividad, pocos Estados han logrado dar acceso a Internet para el conjunto de su población. Los 27 países de la Unión Europea alcanzan en promedio el 90 % de las personas conectadas; Estados Unidos, Japón, el Reino Unido, Corea del Sur, Singapur, Noruega, Hong Kong, Suiza, Arabia Saudita y Canadá superan levemente este indicador. En América Latina la mayor cobertura está en Chile, seguido de Argentina, Uruguay, Brasil y Costa Rica.
En 2003, Canadá implementó el voto digital en Ontario; en 2005, Estonia aplicó el voto digital a nivel local, gracias a que su documento de identidad cuenta con un chip incorporado de certificación; ese mismo año, Suiza empezó a usarlo; en 2008, Estados Unidos en Florida; en 2019, Australia en Nueva Gales del Sur, y, en 2024, El Salvador.
Casos de éxito que deberían afianzar en Colombia, de acuerdo con el decreto 1620 de 2017, la reglamentación del voto digital para las elecciones de sus connacionales en el exterior. No hay excusa, la tecnología y la ciberseguridad posibilitan perfectamente estos procesos electorales, los cuales pueden llegar al conjunto de población.
En general, todas las personas, de manera obligatoria, deberían participar en los comicios, y el voto digital en complemento haría posible que nadie fuera excluido de la toma de decisiones e impediría que la corrupción electoral se escude en la abstención.
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Por Javier Ignacio Niño Cubillos Ph. D.
