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Por: Iván Darío Agudelo Zapata
¿Qué política pública de Ciencia, Tecnología e Innovación le dejará a Colombia esta pandemia?
Las abreviaturas A.C. (antes de Cristo) y D.C. (después de Cristo) se han empleado para expresar una importante división en la historia de la humanidad. Hoy, vemos nuestra vida partirse de nuevo en A.C. antes del coronavirus y D.C. después del coronavirus. Debemos cuestionarnos qué país queremos empezar a reconstruir, conforme tomemos conciencia de lo que la pandemia nos ha evidenciado.
Quién iba a creer que vernos todos amenazados por el mismo virus, nos demostraría cuán frágiles somos. Pero si queremos, nos puede volver fuertes. Es la oportunidad de prepararnos como país. Seguramente vendrán más amenazas, y debemos estar listos para proteger a nuestra comunidad. La mejor defensa es prepararnos estratégicamente.
La disrupción tecnológica que no para de abrirse paso en el mundo, nos debe llevar como país y sociedad, a una disrupción cultural y mental. No somos un país pequeño. Somos el país número 29 con mayor población en el mundo y el tercero en América Latina después de Brasil y México. Es ahora, frente al enorme reto que plantea el coronavirus, cuando es necesario establecer una infraestructura en Ciencia, Tecnología e Innovación. ¡Podemos hacerlo posible, superemos el imposible!. Tendremos una inmejorable oportunidad para establecer capacidades estratégicas que aumenten los niveles de empleo, mientras aseguran soberanía en el abastecimiento de bienes tales como medicamentos, alimentos y energía.
Un primer propósito nacional, debería ser impulsar una producción de medicamentos para no depender de las imposiciones del mercado. Esto, podría garantizar un suministro confiable, seguro y eficaz. Un segundo propósito nacional debería estar orientado a afianzar una seguridad alimentaria. Pasaría por un esfuerzo técnico y científico de proporciones históricas en bien de la eficiencia de la producción agropecuaria, asistido por el liderazgo de entidades como Agrosavia. Y un tercer propósito nacional podría estar orientado al desarrollo del potencial energético colombiano, aprovechando nuestra posición y riquezas geográficas que nos impulsaría en la senda de la sostenibilidad y el uso de fuentes renovables.
Conquistar una soberanía farmacéutica, alimentaria y energética, nos hará un país más seguro y mejor preparado para enfrentar cualquier emergencia global que se presente. En caso que las cadenas de suministro sean interrumpidas, como ocurrió debido al coronavirus, deberíamos contar con alternativas de producción locales menos expuestas a riesgos y a imposiciones del mercado.
Toda esta visión contempla un esfuerzo público eficiente, para protegernos como sociedad, a partir de intensos y sostenidos esfuerzos en I+D. Ojalá la política pública de Ciencia, Tecnología e Innovación que desarrolle el Gobierno nacional a partir de esta pandemia, entre a liderar estos esfuerzos de recuperación económica. Pero sobre todo, logrando que otra emergencia que seguramente va llegar en cualquier momento, nos tome mejor preparados, con una política sólida en Ciencia, Tecnología e Innovación.
Esto nos permitirá, en una lógica prospectiva, avanzar hacia la consolidación de un fuerte sistema de protección de la vida y la salud de las personas. Los países que lo han logrado tuvieron un punto de inicio en la senda de su desarrollo. El reto está en hacer de este, el momento de nuestro inicio. No sabemos cuánto dinero costarán las consecuencias de esta pandemia, ni de otras amenazas que se presenten en el futuro. En cambio sí nos hemos dado cuenta, del valor de la salud y de la vida.
