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Por Oscar Bernal*
Amazonas ha reportado 40 pacientes y 2 muertes por COVID-19, ocho de los cuales provienen de Brasil y 1 de Perú (INS, 2020). Estas cifras comparadas con Bogotá, con 2,245 casos y 87 muertes, parecen pequeñas. Pero la realidad es otra. Esto puede ser el inicio de una catástrofe tan grave como la vivida en Guayaquil, Ecuador.
Amazonas tiene una población de 79,020 habitantes (Dane, 2019) y, si bien es cierto que es una región con gran biodiversidad biológica y cultural, con más de 27,379 habitantes pertenecientes a diferentes etnias indígenas, divididos en 29 resguardos, el departamento tiene grandes retos como una pobreza multidimensional del 34.1% (Dane,2018), necesidades básicas insatisfechas que llegan a un 51.9% (DNP,2018). Además, el acueducto solo llega al 50% de la población y el analfabetismo es del 21%.
Los indicadores de salud ya muestran antes del COVID un panorama preocupante. La mortalidad infantil es de 33.3 por mil nacidos vivos, comparado con 21.4 de promedio nacional. La cobertura en vacunas ha disminuido, pasando de 88,4% a 83,7% en menores de 1 año. Solo 55.2% de los nacidos vivos tuvieron por lo menos 4 controles durante el embarazo (ASIS, 2018).
El Amazonas tiene una afiliación a la seguridad social del 91.4%, de los cuales solo el 18.9% corresponde al régimen contributivo. Esta afiliación es más baja en municipios como Puerto Nariño, con tan solo 76.5% (SISPRO, 2020). El uso de servicios es muy limitado, ya que solo 25,861 personas realizaron al menos una consulta en el año 2018, lo que significa que 68.3% no vio a ningún personal de salud en ese año.
En un proyecto realizado el año pasado, con la participación de la Secretaría de Salud del Amazonas, Ministerio de Salud, DNP, Universidad de los Andes y financiado por la Agencia Francesa para el Desarrollo, se visitaron varias comunidades y los diferentes servicios de salud y se pudieron evidenciar las grandes limitaciones en talento humano, infraestructura, equipamiento y financieras del Departamento.
El Amazonas cuenta con un hospital de segundo nivel (con solo 4 especialistas, 4 camas de cuidado intermedio y (0) cero camas de UCI, 3 hospitales de primer nivel (de los cuales dos no funcionan), 3 ambulancias (solo una funciona) y 41 camas hospitalarias.
En la zona rural, si una persona se siente enferma, no cuenta con un personal de salud cercano y por lo tanto debe desplazarse en bote hasta la cabecera municipal, lo que puede tomar hasta 4 horas. Allí encontrará un auxiliar de enfermería que no cuenta con material para examinarlo o con medicamentos. El auxiliar le va a recomendar que se desplace a Leticia y en el mejor de los escenarios va a contar con una comunicación vía radio para solicitar el traslado, ya que los celulares no funcionan en estas zonas.
En la cabecera del municipio deben esperar una lancha que tomará hasta 12 horas de viaje para llegar a Leticia o en varias comunidades deben esperar la avioneta que aterriza cada 2 semanas. Cuando por fin lleguen a Leticia, si la persona tiene COVID y necesita cuidados intensivos, se necesitará una avioneta para trasladarla a Bogotá o Villavicencio, lo que tiene un costo promedio de 40 millones de pesos.
La secretaria de salud, la gobernación y las demás autoridades locales han demostrado su interés por mejorar la salud de su población y han coordinado acciones de salud pública con organizaciones indígenas y sociales, prestadores y aseguradoras, así como con el gobierno nacional y otros países vecinos como Brasil y Perú.
El gobierno nacional viene apoyando al Amazonas técnica y financieramente, con programas como el 'AI Hospital' y el Amazonas ha recibido otros apoyos a través de acuerdos con países vecinos o de organismos internacionales. A pesar de todos estos esfuerzos, todavía hay un gran camino que recorrer para garantizar un acceso integral a servicios de salud para toda la población del Amazonas.
Diferentes fundaciones, organizaciones no gubernamentales, universidades y sector privado han desarrollado iniciativas para ayudar a entender esta epidemia, apoyar a las personas afectadas y a la respuesta de los servicios de salud. Uno de los ejemplos de apoyo con información útil para personal de salud sobre como atender los pacientes lo ha realizado Médicos Sin Fronteras (https://msfcovid19.org/).
El COVID viene a agregarse a las exigencias de servicios en un Departamento y un país que ya tiene una deuda con la población del Amazonas, en atención en salud tanto preventiva como curativa. Va a ser difícil tomar medidas como el cierre de fronteras en una región que depende en mucho de su intercambio con Brasil y Perú, además hay múltiples puntos de entrada por río y por carretera. La mayoría de las personas no tienen un trabajo estable y viven el día a día, así que medidas de cuarentena estricta serán un gran reto.
Las comunidades indígenas tienen su propia lengua, sus creencias, saberes y sus propios mecanismos de toma de decisiones. En el Amazonas se va a requerir un gran diálogo cultural para llegar a un acuerdo de cómo se entiende y cómo las comunidades indígenas podrían adaptar a su realidad medidas como el distanciamiento social.
Los pacientes más críticos tendrán que ser trasladados a Bogotá u otras regiones, con la dificultad de que ya allí la capacidad está saturándose con sus propios pacientes de COVID. El Amazonas va a requerir el apoyo de otras regiones y del gobierno nacional, tanto en infraestructura, como en medicamentos, equipamiento y talento humano para responder a la epidemia del COVID.
*MD, PhD. Profesor titular de la Maestría en Salud Pública - Universidad de los Andes
